La campeona, nombrada como la mejor atleta de 2018, es otro ejemplo de como el talento y la entrega sirven de resistencia contra el conflicto.
Caterine Ibargüen es la mejor atleta del mundo del año 2018. Así la nombró la Federación Internacional de Atletismo gracias a que consiguió doce títulos, un segundo puesto y un tercero a lo largo del año. Es la primera vez que la antioqueña gana este premio, después de haber sido nominada cuatro veces en los últimos cinco años. Cuando recibió el premio, en Mónaco, dijo que lo dedicaba a su familia y a Colombia.
La campeona de salto triple, como otros deportistas talentosos del país, viene de una zona donde el conflicto armado pegó duro. Caterine nació en 1984 en Apartadó, un municipio del Urabá antioqueño que aún hoy sigue bajo el acoso de la violencia. Creció en el Barrio Obrero, también conocido como La Chinita, una invasión de 5.000 casas que aún no tiene carreteras pavimentadas, y que es recordado por la masacre cometida por las Farc en 1994, cuando asesinaron a 35 personas señaladas por ellos de ser desmovilizados del EPL (Esperanza paz y Libertad).
Ella misma describe su infancia como “una pobreza feliz”. Para esta época el poder paramilitar crecía en el Bajo Cauca y en Urabá, mientras que en la misma región comenzaban las disputas entre el EPL y las Farc.
Las dificultades económicas hicieron que William Ibargüen y Francisca Mena, padres de Caterine, decidieran separarse y buscar trabajo lejos de Apartadó. A Caterine (quien entonces tenía 7 años) y a su hermano mayor los dejaron bajo la tutela de doña Ayola Rivas, la abuela. A esa edad la hoy campeona soñaba con ser bailarina. Sin embargo, como era tan alta se destacó primero en deportes como el voleibol, el baloncesto y, claro, el atletismo.
Corrió en las pistas de Apartadó y participó en campeonatos departamentales, hasta que un entrenador la “descubrió” en 1995. En 1996, con 12 años, Ibargüen ya se había ido a Medellín a comenzar una carrera deportiva.
Hoy, además de dos medallas en Juegos Olímpicos (una de plata en Londres 2012 y una de oro en Río 2016), una racha de 33 victorias consecutivas entre 2012 y 2015 y varias medallas más, Caterine también es enfermera graduada con honores de la Universidad Metropolitana de Puerto Rico.
Apartadó es epicentro de conflicto y resiliencia
Caterine se fue de su municipio en 1996, menos de dos años después de que sucediera la masacre de La Chinita. Sin embargo, ese no sería el único hecho de violencia que se relacionaría con su tierra. El 19 de febrero de 2000, paramilitares del frente Árlex Hurtado del Bloque Bananero se tomaron el corregimiento de San José de Apartadó, perteneciente al municipio del mismo nombre. Allí señalaron a siete personas de pertenecer a las Farc. Cinco de ellas terminaron muertas y las otras dos malheridas.
Debido a este hecho y a la persecución que sufrió la comunidad de San José de Apartadó, sus habitantes se cansaron del conflicto. En diciembre de 1997, el corregimiento se autoproclamó como una Comunidad de Paz, para convertirse en un lugar neutral para con todos los actores del conflicto y buscar prohibir la entrada de armas en su territorio.
Cinco años después, el 21 de febrero de 2005, otro grupo paramilitar comandado por alias ‘Don Berna’, con la ayuda de miembros del Ejército, ejecutó al campesino Eduardo Guerra y a su familia mientras iban hacia a la vereda Mulatos. Todos estos hechos victimizantes son los más conocidos, pero están lejos de ser los únicos. En su informe Basta Ya de 2013, el Centro Nacional de Memoria Histórica identificó a Apartadó como el municipio más golpeado por la violencia en toda Colombia. No es gratuito que la sede de la Unidad de Víctimas de Antioquia esté ubicada allí y que el 54 % de su población sea víctima del conflicto.
“En Apartadó somos alegres, por eso las mujeres son divinas (…) No tengo experiencias amargas en mi vida”, aseguró alguna vez Caterine Ibargüen. En 2013, cuando ya era una atleta olímpica, Ibargüen volvió a Apartadó para reencontrarse con su comunidad y fue recibida como una heroína.
Gonzalo Giraldo, quien era el alcalde de Apartadó en 2013, dijo durante la visita que Caterine “es el modelo para muchos niños nuestros que quieren salir adelante a través del deporte”. Otro habitante de Apartadó, Álvaro Paredes, también le dijo que “usted es la mejor embajadora de Urabá. Que nos sigan conociendo en el mundo por usted y por los deportistas (…) Ojalá, a partir de hoy, que no nos vuelvan a reconocer por hechos de violencia que quedaron en el pasado”.
Ibargüen, sonriente, también se dirigió a la comunidad en aquella ocasión: “Que la gente apueste a nosotros. En Urabá sí se puede. Que crean en la niñez, que crean en el talento que hay aquí. Hay que apostarle al deporte, y sin dejar la educación”.
Tres años después de ese homenaje, Caterine ganaría su primera medalla de oro en unos Juegos Olímpicos. Hoy es la mejor atleta del mundo y Apartadó sigue celebrando a su lado.