Que ni un líder más sea amenazado, que ni un líder más sea asesinado

Nos acostumbramos a pensar en la muerte cuando hablamos de líderes sociales en Colombia. Se nos hizo usual imaginar sus asesinatos cuando nos preguntamos a qué es que dedican su vida y en qué región es la que defienden sus causas. Nos familiarizamos con contar sus cuerpos en vez de sus historias.

Sabemos que las realidades de Colombia son crueles y desoladoras, pero no creemos que haya que esperar a que venga lo peor para hablar de la vida de quienes le ponen el pecho la violencia por defender a sus comunidades. Por eso hoy lanzamos nuestra Inmersión Pacifista #NiUnLíderMás, un intento por acercarnos al mundo de los líderes sociales amenazados, esos que no queremos que se lleven, para entender sus miedos, su dolor y su trabajo.

Este contenido especial que ustedes están viendo –y que será ampliado a través de piezas que publicaremos en nuestras redes sociales en los próximos días– es producto de una investigación de meses. Es resultado de un trabajo periodístico en el que encontramos, por ejemplo, que Bogotá es el epicentro de los líderes sociales que corren peligro en el país (casi un tercio del total del país) a pesar de que las discusiones sobre el tema rara vez lleguen a sus calles.

Evidenciamos la escasa capacidad operativa que tiene la Unidad Nacional de Protección (UNP) para responder al desafío de proteger a los defensores de derechos humanos en el país (más de 4.500 solicitudes de protección al año) y nos pusimos en la piel de los líderes desplazados por la violencia que pasan los días en una casa de acogida en la ciudad, recordando algunos de los episodios más tristes de este conflicto que no acaba.

Estuvimos también en el Bajo Cauca Antioqueño, uno de los ocho puntos del territorio que el gobierno de Iván Duque priorizó a finales del año pasado para lanzar el Plan de Acción Oportuna (PAO), enfocado en proteger a los líderes sociales. Y lo recorrimos, en ese contraste de amenazas región-ciudad, para darnos cuenta de que poco ha cambiado la realidad de la violencia, de que los ánimos están inundados por la zozobra y de que la gente no confía en nadie que ande con armas: sean guerrilleros, sean miembros de las bandas criminales, sean soldados o policías.

Queremos que #NiUnLíderMás ayude a comprender que, más allá de si es la muerte, el silencio o el desplazamiento forzado, atacar a un líder es atacar a una comunidad completa. Queremos hablar del ellos y de su trabajo porque entendemos que es la mejor manera de mantenerlos visibles y protegidos ante la falta de voluntad de los grupos armados y del Estado para cesar la violencia. Queremos que ese contador de líderes asesinados que comenzamos a actualizar desde el 1 de diciembre de 2016, y que ya superó los 170 casos, deje de crecer.

 

Deseamos profundamente que Colombia no le dé la espalda a quienes dan la vida por defender ideas, territorios y proyectos comunitarios.

Bienvenidos.