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A Vargas Llosa tanta política le está empañando la cultura
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A Vargas Llosa tanta política le está empañando la cultura

Colaborador ¡Pacifista! - abril 26, 2018

Por: David Díaz * Como invitado estelar en la presente edición de la FILBo, Mario Vargas Llosa habló sobre sus tendencias políticas, hoy muy lejos de la izquierda.

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Mario Vargas Llosa. Foto: El Espectador

En el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) 2018, Mario Vargas Llosa estuvo presentando La llamada de la tribu, una colección de ensayo sobre siete autores de distintas disciplinas (Adam Smith, José Ortega y Gasset, Friedrich Hayek, Karl Popper, Raymond Aron, Isaiah Berlín y Jean-François Revel) que fueron vitales para su alejamiento del marxismo y su acercamiento, íntimo y decidido, al liberalismo democrático. Después de haber enunciado las bondades y algunos los límites del sistema de libre mercado, y de haber reconocido que hay cierta frialdad y crueldad en él, hay un momento de la presentación en el que menciona a la cultura como contrapeso necesario. Si el mercado es frío, la cultura es, siguiendo su planteamiento, como un cuerpo caliente que no deja congelar a la sociedad. ¿Han hecho pausas activas en el trabajo? Algo así sería la cultura, como una forma de evitar que sus cuerpos se petrifiquen durante esas ocho horas de tedio y tensión.

Recuerdo que un profesor de la universidad, parafraseando a un escritor latinoamericano, hacía una clasificación de las temperaturas de los cuerpos en algunos noticieros de la televisión. El grueso de las noticias correspondía a los cuerpos fríos de los muertos y de las cifras, los cuerpos de la guerra y la economía. Luego, los cuerpos tibios de los deportistas, paliativos del frío anterior, como cremas o pastillas que hacen olvidar el dolor muscular por un momento. Y como apoteosis de la anestesia, al final, los cuerpos calientes de esa sección híbrida de cultura y entretenimiento, espectáculo y solemnidad, ocio y estilo de vida, en la que modelos y artistas tienen el carisma, el ímpetu y la belleza, y provocan el deseo y la conmoción.

No afirmo que para Vargas Llosa la cultura tenga como función, en una sociedad liberal y democrática, hacer olvidar los cuerpos fríos de los muertos y de las cifras, no creo que lo sostenga alguien que le ha dedicado la mayor parte de su vida a la literatura. La relación que encuentro entre la clasificación que acabo de mencionar y el lugar de la cultura según Vargas Llosa tiene que ver con hacer soportable lo insoportable. De ahí que los ortodoxos de las pausas activas recomienden hacer una cada media hora.

Si esto es así, en el liberalismo democrático así defendido la economía y la cultura deben ser indisolubles y constantes. Calentar el frío juego del mercado con la cultura es, también, un juego de legitimación de la economía mediante la cultura, extendida en el mundo cotidiano con un cúmulo al parecer inagotable de imágenes nuevas, música, películas, museos, religiones o restaurantes con comida de todo el mundo y cocina fusión y comida molecular y sancocho como el de la abuela, y la foto de ese sushi delicioso con el que te intoxicarás y la selfi con ese escritor cuyos libros has comprado pero te ha dado pereza leer.

Esto se acerca a lo que G. Lipovetsky y J. Serroy (2015) entienden como la estetización del mundo. Hay una hiperabundancia estética en la vida en general, inabarcables modos de producción, circulación y consumo de un palimpsesto de estilos, modas, deseos, sensaciones y experiencias, en el marco de la productividad y la competencia. Y esta abundancia sostiene, para ellos, a la economía. Si tu trabajo y los lunes te abruman, léete o escribe una novelita. Si quieres experiencias y sensaciones nuevas puedes leer poesía o visitar una comunidad indígena o ver una película o caminar por una reserva natural. Si eres hiper creativo puedes ser artista o, en el “mejor” de los casos, publicista.

Pero, por eso, es posible pensar en otra dirección. Quizá el primer plano del análisis pueda estar, no en qué tan soportable hace la cultura el libre mercado, sino qué tan insoportable se hace la cultura cuando se extiende fraternalmente de la mano del liberalismo democrático, qué tan insoportables se vuelven las pausas activas. No qué tanto se calienta la economía, sino qué tanto se enfría la cultura.

*Magíster en Estudios Literarios.