Playlist ¡Pacifista! para resistir el 21N | ¡PACIFISTA!
Playlist ¡Pacifista! para resistir el 21N Ilustración por Juan Ruiz
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Playlist ¡Pacifista! para resistir el 21N

Santiago A. de Narváez - noviembre 20, 2019

¿Con qué canciones ambientarán el Paro Nacional?

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Únanse al baile de los que sobran
Nadie nos va a echar de más
Nadie nos quiso ayudar de verdad

Ey,

Nos dijeron cuando chicos
Jueguen a estudiar

 

La canción de Los Prisioneros –que toca las fibras de toda una generación, de un continente entero– se volvió uno de los himnos de las protestas en Chile de las últimas semanas. Si las palabras de Jorge González, escritas a mediados de los ochenta, en pleno proceso chileno de privatización, eran acertadas en su momento, resultaron ser excesivamente actuales hoy, más de 30 años después, cantadas por chilenos en las calles de Santiago.

¿Quiénes sobran hoy en nuestro baile? Pero sobre todo ¿cuáles podrían ser para nosotros –compañeros del vecindario chileno– las canciones que resuenen con los afectos políticos de una sociedad cansada de la desigualdad, el asesinato de líderes sociales y un Gobierno que dice cosas que la práctica borra?

¿Cuál podría ser una lista de temas para cantar o tararear el día del Paro nacional?

Aquí, una tentativa:

 

 

Pura canción de barrista. La primera estrofa de esta canción podría ser cantada enterita, sin alterarle una tilde, y daría en el clavo del grueso de las razones por las que se va a Paro el jueves y se sale a marchar: una sociedad cansada de no ser tenida en cuenta, cansada de ser tratada como idiota por parte de los gobiernos, una sociedad que ha crecido –de la mano de los procesos democráticos abiertos con el Acuerdo de paz- y que está encontrando otras formas de unirse y de verse a los ojos.

Por más que quieras tapar toda nuestra voz, Nunca podrás callar esta canción, Ohhh oh oh ohhh oh.

 

El clásico de Sidestepper relata muy bien lo que está pasando hoy: sociedades alrededor del mundo –Chile, Cataluña, Ecuador, Hong Kong– que ya no se conforman y que han perdido, también, el miedo.

 

 

Sigamos en la línea colombiana. Esta canción es jodidamente triste. ¿Dónde estás dios de niños muertos de hambre, dios de hombres ignorantes y sin escuela? Te pensamos en el 21N, maestro Yuri Buenaventura.

 

 

Este tema, de la Bersuit, fue un ícono latinoamericano en los noventa en pleno apogeo de las políticas neoliberales, asimismo como un contra de la corrupción (enemiga que hoy tenemos tan en boca) que marcó el gobierno de Carlos Menem.

 

 

Los clásicos no necesitan presentación.

 

El pre-coro de esta canción puede ser (y de hecho ha sido) una forma para re entender nuestro lugar en este territorio llamado Colombia —como dirían los entendidos, nuestro lugar-en- el-mundo—, una forma de entender la importancia del lugar del que vinimos, la importancia de las tradiciones para la comprensión de nuestro presente.

 

De parte de nuestros amigos chilenos, nos unimos al baile.

 

 

Si no han podido detener el genocidio de líderes sociales, exguerrilleros e indígenas en su gobierno; si no respetan lo acordado en La Habana y no están dispuestos a implementar la paz a fondo; si le ocultan al país el asesinato de niños en un bombardeo; si no sabes, en últimas, de qué te hablan, viejo, ¿por qué no te vas?

 

Y aquí, aunque lo neguemos, compartimos muchas cosas con España. Una de ellas, quizás, es la desazón frente al Estado y el poder militar. “Mogollón de gente vive tristemente y van a morir democráticamente y yo, y yo no quiero callarme“.

 

La Pestilencia, el pogo, la rabia. Canción necesaria para armarse de valor. “Yo qué puedo hacer si me he formado de la nada y me he criado en el miedo. No soy ejemplo del futuro, el poder aquí son las armas”.

 

Porque, como nos recuerdan los muchachos de Aranjuez, a pesar de todo, no queremos irnos de esta cárcel. Queremos es bailar. ¿O si queremos?

 

Y para seguir con rap, desde Valencia un tema que se puede tararear pero también que pone en el centro de la discusión de lo que se trata esto (entre otras cosas, claro): de replantear una forma de conteo social en el que no haya esta forma de desigualdad; en el que no haya “buenos muertos”.

 

Una canción de amor de Manu Chao.

 

 

Del baúl de las reliquias de protesta, este tema de Ana y Jaime sobre un país construido a fuerza de violencia y riqueza. “Porque no importa donde se nace, ni donde se muere, si no donde se lucha…”

Pablo Pueblo, hijo del grito y la calle,
de la miseria y del hambre, del callejón y la pena.
Pablo Pueblo, su alimento es la esperanza;
su paso no lleva prisa, su sombra nunca lo alcanza.

Desde el hoyo profundo de la injusticia.

 

 

Y esta ñapa, que es una versión del clásico de ya mentado.

 

Desahogo del autor:

Jubilemos, entonces, no sólo las anquilosadas arengas, sino también metámosle diversidad espiritual a esta vaina. ¡O qué! ¿creyeron que en Chile no llevan haciendo lo mismo todo este tiempo? Y no sólo en Chile, carajo, que acá también llevamos rato apostándole a esta vaina de la paz (que es como decir creyendo en la democracia y en la vida y en la igualdad real entre quienes vivimos en este doloroso paraíso de montañas y muertes). Este Paro es por el respeto a la vida; a la vida de los indígenas, de los líderes sociales y los exguerrilleros de las Farc.

Por la igualdad ¡por fin! entre el campo y la ciudad. Por el respeto a la vida en el campo y por unas formas justas para vivir en el campo.

Es por los estudiantes y por una educación, como dicen ellos, pública, gratuita y de calidad. Que eso es el Estado también, no sólo tanques y fusiles (sobre todo no tanques ni fusiles). Este Paro es contra el miedo. Contra el asesinato cínico de la vida y del futuro. Contra las mentiras y la desinformación: sí, este Gobierno es mentiroso y desinforma. No es capaz de responder con verdad: ¿Por qué Duque no es capaz de responder una pregunta sencilla? Andá al rincón a pensar en tus errores también. En tu falta de carácter y en tu idiotez al pensar, si es que algún día pensaste que ibas a poder dirigir un país con esa falta de carácter. Tú tienes responsabilidad en todo esto.

—Presidente, ¿qué opinión le merece el bombardeo en el Caquetá?

—¿De qué me hablas, viejo?

Es por los niños masacrados en Caquetá y en todos los bombardeos que no nos contaron. ¿Cuántos fueron, Ministro, al fin? ¿8? ¿16? ¿18? ¿Cuántos fueron, Presidente, y desde cuándo sabía? ¿Cuántos fueron, gabinete ministerial de pacotilla, cómplices por acción u omisión? Es por Dimar Torres y por lo que significa su muerte. Por Maria del Pilar Hurtado. Por Karina García. Por Temístocles Machado y por Kristina Bautista.

Por los nombres y el recuerdo.

Porque en este país ya no queremos que opere más el discurso del “buen muerto”. No más muertos por estar recogiendo café.

Un Paro por los campesinos que le apostaron a la sustitución de cultivos y que ahora, por cuenta de la política de erradicación del Gobierno (y por la cerradez mental para entender el problema de las drogas) están siendo asesinados hoy en día, pues no hay Estado que garantice su vida.

Este Paro es también por los que trabajan a diario, día a día, para ganarse un sueldo; por los que se van a pensionar y esperan una pensión justa de acuerdo a sus semanas cotizadas durante tantos años; por los que tienen que montarse a diario en ese sistema cochino e indigno que se llama Transmilenio (todos sus secuaces incluidos) y tienen que padecer las torturas del sistema de salud colombiano al mismo tiempo.

Por las personas LGBTI —cada letra es importante, cada letra de estas es un mundo— que ven un retroceso con respecto a los derechos sexuales  y a la diversidad sexual.

Por entender que lo público es de todos, que no estamos solos.

Un Paro por la libertad de prensa y por la pluralidad de información: no es posible que allanen medios de comunicación, que les pidan  bajar contenidos; no es posible que los medios masivos de comunicación publiquen días antes del Paro contenido que sólo deslegitima la protesta social y estigmatiza a quienes paran y a quienes se movilizan.

La información en Colombia tiene que ser más democrática, tiene que tener poder en las regiones y tiene que ser amplia. No más periodistas exiliados o asesinados. No es posible que el Gobierno vuelva y contrate al censurador Bieri; no es posible que el Gobierno siga gobernando para sus amigotes, que no pueda entender que esa no es una forma de conducir una sociedad; no puede ser que nos quedemos quietos con este desgobierno que nos lleva de camino al despeñadero.

La protesta social es un derecho. El Paro es un derecho. ¡O qué! ¿creyeron que seguíamos en la época de Turbay?

Este Paro es contra la militarización de Bogotá, contra la violencia policial del Esmad.

Este es un encuentro por la vida y por la defensa de la vida. No tenemos miedo. Este Paro es, en fin (y fin a la perorata o, como dicen en las parroquias, a los avisos parroquiales): este Paro es por todos nosotros, los desterrados de la paz.

Nunca nos hemos ido.