La intervención militar a gran escala en una zona urbana puede terminar por acentuar y perpetuar sus problemas.
En octubre de 2002, hace casi 16 años, miles de habitantes de la Comuna 13 de Medellín vieron cómo una guerra campal y sin cuartel se les metía a sus barrios, calles y casas. Orión, como se le llamó a esta incursión militar, enfrentó a las fuerzas del Ejército y la Policía (con la supuesta ayuda de paramiliares) durante cuatro días con las milicias urbanas de las Farc, del ELN y los Comandos Armados del Pueblo (CAP) que ocupaban la zona. Esta operación militar dejó más de 200 heridos, 370 capturas arbitrarias, al menos 95 desaparecidos, 88 asesinatos y muchas preguntas.
La situación de orden público en la Comuna 13 se volvió a complicar. Las peleas a punta de bala entre los combos que la ocupan -y que la ocuparon desde dicha operación- ha ocasionado un paro de los transportadores de servicio público, cierres en el comercio, inasistencia de estudiantes a sus colegios, seis homicidios el miércoles (la cifra más alta de todo el año) y la resurrección de un viejo miedo en sus habitantes. La desestabilización en la zona se debe a la captura de alias Sombra, quien manejaba parte de la actividad criminal en San Javier. Ahora, las bandas de “El Coco” y “La Agonía” batallan por el control del territorio y al mismo tiempo eluden a las autoridades.
El secretario de Gobierno de Medellín, Santiago Gómez Barreto, encargado de la ciudad mientras el alcalde Federico Gutiérrez estaba de viaje, dijo “que ojalá no se tuviera que llegar al punto de necesitar otra Operación Orión en La 13”.
Esto, por supuesto, ha levantado la preocupación de sus habitantes, que todavía recuerdan a la Fuerza Pública, a los blindados y al helicóptero armado con ametralladoras en un recorrido calle a calle que terminó atentando contra la misma población que se suponía que estaban protegiendo. Como consecuencia, en las redes sociales ha revivido la consigna que año a año conmemora la operación: Orión nunca más. En ¡Pacifista! Les presentamos cinco razones por las que creemos que esta acción militar no se debería repetir.
Nadie asume responsabilidad por las víctimas
Tanto Álvaro Uribe Vélez -que como presidente en esa época autorizó la operación en un estado de excepción-, como Luis Pérez Gutiérrez -alcalde de Medellín en 2002- han defendido a la operación Orión calificándola como la forma de pacificación de la zona y el “inicio de la paz en Medellín”.
Estas afirmaciones, sin embargo, desconocen la realidad de las víctimas, que aún hoy reclaman verdad, justicia y reparación, en especial en el tema de desapariciones (el exjefe paramilitar “don Berna” aseguró que hay más de 300 cuerpos que sus fuerzas enterraron en el sector de La Escombrera) y el abuso de la fuerza que hubo en esta intervención militar.
“La operación dejó una serie de daños en la población y victimización en Derechos Humanos que aún hoy no se ha resuelto”, dice Ariel Ávila, director de la Fundación Paz y Reconciliación. “¿Hasta dónde se pueden sacrificar vidas, verdad, memoria por una simple operación? Además, esta se dio en alianza entre el Estado y criminales”. Vale la pena recordar que el año pasado, en enero de 2017, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado colombiano por lo sucedido en la Orión.
En el fondo todo siguió igual
El supuesto objetivo de la operación Orión fue expulsar a los grupos criminales que ocupaban la Comuna 13. La razón de su presencia, inicialmente, fue la desatención del Estado hacia esta zona que fue ocupada sin planeación por, en su mayoría, desplazados de la violencia del resto del país desde los años 60. Ante la situación de marginalidad, células de guerrilla aprovecharon para asentarse entre sus habitantes y dirigir sus operaciones urbanas desde este lugar.
Luego de que estos grupos fueran expulsados de la Comuna 13 por la operación Orión, el Estado tampoco hizo presencia efectiva en este territorio, y diferentes organizaciones no gubernamentales, nacionales e internacionales, registraron testimonios de habitantes que aseguraron que con esto se asentó la presencia y el dominio paramilitar en la zona. Incluso, un informe de Amnistía Internacional expresa que esta operación fue “una preparación del camino a los paramilitares”. Se cambió un mal por otro.
El desplazamiento
La operación Orión, y los cambios que trajo para la Comuna 13, tuvo como consecuencia un desplazamiento masivo de personas que tuvieron huir para buscar mejores condiciones de vida y seguridad. Cifras del Centro Nacional de Memoria Histórica estiman que alrededor de 1.259 personas fueron salieron de manera forzosa de los barrios de la Comuna 13 en 2002.
“Esta operación fue un ejemplo de cómo el Estado puede ser el peor enemigo de la sociedad”, opina Carlos Guevara, del programa Somos Defensores. “Fue una flagrante violación a los Derechos Humanos de toda una población urbana, la connivencia de las malas operaciones y prácticas del Ejército junto con actores ilegales. Fue la forma de hacer una limpieza social justificada, planeada y ejecutada por el Estado que, creemos, debe ser el garante de los derechos y no el agresor”.
No hubo “pacificación”
Luis Pérez, hoy gobernador de Antioquia, dio a entender que con la operación Orión se buscó una pacificación de la zona y para su habitantes. Los desplazamientos, vacunas, reclutamiento forzoso por parte de paramilitares y el narcotráfico, sin embargo, continuaron en la zona y siguieron azotando a la población. El número de homicidios bajó, aunque no significativamente.
De igual manera, y como se mencionó antes, grupos armados al margen de la Ley continuaron en la zona -en especial el bloque Cacique Nutibara de las Autodefensas- después de la operación Orión. Así lo relata un informe del Centro Nacional de Memoria Histórica:”Orión no implicó el fin del conflicto armado ni del poder ejercido por actores ilegales en la Comuna 13. Los espacios dejados por la guerrilla fueron copados por el Bloque Cacique Nutibara, que continuó incurriendo en acciones violatorias de los Derechos Humanos hasta el momento de su desmovilización en diciembre de 2003”.
Algunos relatos de la época, incluso, hablan de que los miembros del bloque Cacique Nutibara salieron en buses de la Comuna 13 a desmovilizarse, y que luego de que entregaran oficialmente las armas y que se terminaran los actos protocolarios, volvieron en los mismos buses a San Javier. Que estos grupos nunca hayan abandonado en definitiva la zona explica la conformación de los combos y bandas criminales que son protagonistas de la violencia actual.
La población civil en el medio
El hecho más preocupante de la manera en la que se ejecutó la operación Orión fue que se hizo pasando por encima de los ciudadanos que habitaban la Comuna 13. Incluso, las mismas víctimas han expresado que sintieron que esta operación fue dirigida hacia y contra la población sin discriminación alguna, y algunos de ellos han dicho que en medio del fuego cruzado tuvieron que esconderse hasta debajo de sus camas para evitar que las balas los alcanzaran.
Sebastián Higuera, quien habitaba en San Javier en la época de esta operación, cuenta que “entraban matando a todo el mundo. No respetaron, y al que fuera, así sea por estar mal parado en donde no era, chao. Los boina verde que mandan cuando la cosa está muy caliente son hasta más malos que los mismos malos, y se supone que son los buenos. Dicen que ‘el que esté en la calle a tal hora, sea abuelita o niño, el que sea, no nos importa y nos lo llevamos por delante’.
El coronel (r) John Marulanda opina que en las circunstancias actuales, aunque difíciles, no justifican una operación como la se que llevó a cabo en 2002: “personalmente no recomiendo el empleo de tropas del Ejército como se usaron en la Operación Orión. Este es un asunto delincuencial, por lo tanto debe ser utilizada solo la policía”.
El rapero y líder social de la Comuna 13, Jeihhco -quien hace parte de un colectivo que ofrece el Graffitour, recorrido por La 13 para mostrar al arte y la cultura como respuesta a la violencia- dice que Orión no se debe repetir “por las cifras que dejó, la violación a los derechos humanos y los desaparecidos. Orión cambió cosas, pero no acabó con la violencia en el barrio. Nosotros hemos descubierto y demostrado que hay otras formas mucho más inteligentes y humanas de intervenir”.