Las mujeres excombatientes están asumiendo nuevos roles luego de la firma del Acuerdo de paz, entre esos el de ser cuidadoras en sus comunidades. Fueron ellas quienes pusieron sobre la mesa la necesidad de redistribuir este trabajo y ahora están transformando sus territorios. PACIFISTA! habló con ellas a propósito del #8M, Día de la Mujer Trabajadora.
Mirella es una mujer de 38 años y durante más de 20 estuvo en las filas de las Farc. Allí, dijo, se forjó su carácter. “Fui radista, ecónoma y cartógrafa y alcancé a llegar a ser comandante de compañía; (…) allá aprendí a leer, escribir, a tomar decisiones”. Su vida cambió cuando el Gobierno de Colombia y esta antigua guerrilla firmaron el Acuerdo de paz.
Se radicó en el Antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (AETCR) Antonio Nariño, en la vereda La Fila, en Icononzo, Tolima. Como otras mujeres en procesos de reincorporación, está asumiendo responsabilidades distintas a las que tenía en la vida guerrillera, como ella la llama. Ahora son lideresas, integrantes de familia y constructoras de paz.
También son cuidadoras, una tarea poco reconocida y sin remuneración en nuestra sociedad, que además reduce el tiempo que pueden usar para participar en otras actividades. Según el DANE, en las zonas rurales de Colombia las mujeres destinan cerca de ocho horas al día a esta labor, en contraste con las tres horas que dedican los hombres.
Por eso, junto a otras mujeres excombatientes, Mirella hace parte del equipo de cuidado territorial Antonio Nariño, uno de los resultados de un largo proceso que adelantan distintas organizaciones y entidades en estos espacios. Se trata del proyecto ‘Construyendo paz: procesos de reincorporación desde los sistemas de cuidado con perspectiva de género en los AETCR’, cuyo propósito es posicionar junto a las comunidades de estas zonas al cuidado como un derecho y una condición indispensable en la consolidación de paz en Colombia.
El cuidado como una tarea colectiva
“Durante más de dos años hemos trabajado alrededor de la economía del cuidado en el proceso de reincorporación. Generamos reflexiones sobre lo que significa ésta y cómo podemos pensarla, no solo en la forma en la que se cuidan a los niños y a las niñas, sino cómo se hace un cuidado de la vida, del entorno, de la naturaleza y la comunidad”, le explicó a PACIFISTA! Diana Salcedo, directora de LIMPAL Colombia, una de las organizaciones que junto a la Kolectiva Feminista de Pensamiento y Acción Política están adelantando esta línea temática del proyecto.
Este tiene un componente productivo y uno social. El último está a cargo de UNICEF y ONU Mujeres, que implementa la línea temática de Economía del Cuidado con LIMPAL Colombia y la Kolectiva Feminista de Pensamiento y Acción Política. Todo el proyecto se desarrolló, además, de manera articulada por la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), la Consejería Presidencial para el Posconflicto, el Consejo Nacional de Reincorporación (CNR) en su componente FARC y el PNUD.
La iniciativa se está implementando en 15 ETCR y en una Nueva Área de Reincorporación (NAR) en los departamentos de Tolima, Guaviare, Caquetá, Putumayo, La Guajira, Antioquia, Arauca, Cauca y Meta. En este último, en el municipio de Mesetas, se encuentra el AETCR Mariana Páez, donde vive Helena, otra mujer en proceso de reincorporación y quien fue auxiliar de enfermería en las Farc.
Para ella, los talleres a los que ha asistido en el marco del proyecto le han enseñado que es importante y valioso cuidar a las personas, pero en especial a sí misma. “A uno le dijeron que debe cuidar a los niños, pero no que debe aprender a cuidarse a uno como mujer tanto en lo personal como en lo físico, para asimismo tener la capacidad de cuidar a los demás”, le contó a PACIFISTA! a través de una llamada telefónica. Mientras tanto, al otro lado de la línea, uno de sus hijos pequeños le pedía permiso para ir a la cancha de fútbol. “Perdone que estoy acá con uno de mis bebés”, dijo antes de seguir hablando de cómo su visión sobre el cuidado ha cambiado los últimos años.
Ahora Helena es madre cabeza de hogar, vive con sus hijos en el ETCR y según relató, le gusta hacer manualidades mientras está en su casa. También dedica su tiempo a enseñarles a otras mujeres todo lo que ha aprendido. “¿Qué es eso exactamente?”, es la pregunta. “Cómo defender nuestros derechos, los de los niños y cómo mantener siempre mi autoestima a un nivel alto. Pero principalmente el respeto que merecemos todas las mujeres, así seamos madres solteras, porque tenemos libertad de opinar y decidir por nosotras mismas, sin tener dependencia de un hombre”, respondió.
“El hombre y la mujer son un equipo y deben trabajar juntos”, agregó Helena. El cuidado, explicó, no puede seguir estando únicamente a cargo de las mujeres, porque ellas necesitan tiempo para sí mismas y para otros trabajos, como por ejemplo los proyectos productivos de sus territorios.
Las mujeres como pieza fundamental de la economía
Ese fue uno de los puntos que se abordaron en este proceso: cómo lograr que las mujeres sí puedan participar activamente en los proyectos que están impulsando las y los excombatientes de las Farc. Gracias a estos diálogos fue posible vincular la economía de cuidado al componente socioeconómico del programa de reincorporación que se estaba adelantando en estas ETCR. En estos espacios se planteó que reconocer, redistribuir y reducir las labores domésticas y de cuidado, que suelen estar a cargo de las mujeres, es una tarea indispensable para que ellas puedan trabajar en otros espacios.
“A partir del diálogo con la comunidad surgieron muchas reflexiones que condujeron a la construcción de un plan comunitario de cuidado, en el que se priorizaron ciertas tareas. Y también, esto permitió involucrar algunas acciones afirmativas en el marco de la implementación de los proyectos productivos. Por ejemplo, para garantizar que las mujeres puedan estar en un proyecto de piscicultura, es necesario hablar de las personas que requieren de cuidado, como los niños, niñas, personas adultas mayores, con discapacidad”, explicó Diana de LIMPAL.
En la mayoría de los ETCR, relató Diana, se priorizó la creación de ‘Espacios de cuidado’ para generar prácticas de cuidado comunitarias. Esta es una de las peticiones de Carolina, como prefiere que la nombren, otra excombatiente. Junto a ella, otras mujeres que hacen parte de los comités de cuidado insisten en que son necesarios estos lugares no solo porque les garantizará mejor calidad de vida, en tanto se redistribuirá esta carga, sino porque los menores merecen un lugar adecuado para aprender y dedicarse a otras actividades. Carolina espera que este sueño, como ella lo llama, sea una realidad el próximo año.
“A pesar de que nosotras tuvimos una formación distinta a otras personas de la sociedad, el machismo sigue ahí. Hay hombres que saben que los niños, que no son un problema, sí implican tiempo y esfuerzo. Por eso trabajan y colaboran en eso. Pero hay otros que no quieren. La mayoría ha apoyado este proyecto y ha asumido la responsabilidad del cuidado y educación de los hijos”, le dijo Carolina a PACIFISTA!, frente a cómo ha sido este proceso con sus compañeros.
Para el Equipo de Cuidado del partido político Comunes -antiguo partido FARC-, “este proyecto ha permitido avanzar en el reconocimiento del trabajo de las mujeres, el rol que juegan en la organización social, económica y política de los territorios”. Consideran que lo más valioso de estos dos años de trabajo ha sido materializar en los proyectos productivos las discusiones que tenía el movimiento alrededor de la economía de cuidado.
“Hay diferentes de estos proyectos que son liderados solo por mujeres, que están haciendo tareas que generalmente estaban a cargo de los hombres. Ellas han asumido este trabajo y están sacando adelante proyectos que tienen potencial en sus territorios”, agregaron. El Equipo se encarga de reconocer las necesidades, acciones e intereses que hay en estos espacios y de esta forma, apoyarlos de forma autogestionada o frente a las instituciones.
Más de 500 personas han participado en los planes comunitarios de cuidado. Y 287 mujeres en proceso de reincorporación han podido vincularse a procesos formativos sobre la economía de cuidado. Es una apuesta novedosa porque no solo le ha brindado nuevas herramientas a las mujeres para reconocer lo valiosa que es su labor, sino porque plantea un debate urgente en nuestro país: el trabajo de cuidado es fundamental para la reproducción de la vida y el desempeño de otras tareas. Y por eso, es hora de reconocer y redistribuir su carga. Las mujeres excombatientes lo saben y lideran esta transformación en los espacios de paz.
A Laura pueden leerla acá.
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