Duque o Petro: más que hablar de agua, tendrán que hacer algo por ella | ¡PACIFISTA!
Duque o Petro: más que hablar de agua, tendrán que hacer algo por ella
Leer

Duque o Petro: más que hablar de agua, tendrán que hacer algo por ella

Colaborador ¡Pacifista! - junio 7, 2018

Iván Duque y Gustavo Petro abordan el tema hídrico en sus programas, pero carecen de propuestas aterrizadas para un país cuyos ríos agonizan. Por Mariana Escobar Roldán

Compartir
Foto: Cortesía Fundación Guanacas

www.candidater.co ya esta listo para determinar su compatibilidad con los candidatos en la segunda vuelta. En la página también puede conocer las posturas de Iván Duque y Gustavo Petro sobre este y otros temas.

Se dice de Colombia que es una despensa de agua, que nuestra oferta hídrica supera en seis veces a la del resto del mundo y que nuestras reservas subterráneas se distribuyen por el 74 % del territorio.

Agua en dos mares, agua en 30 ríos principales, agua en 755.000 microcuencas. Y sin embargo, no es suficiente para calmar la sed de un país.

El último Estudio Nacional de Agua (ENA de 2014) revela que la deforestación, la polución y los sedimentos han llevado a que el 80 % de nuestra población sufra por el deterioro de sus fuentes hídricas.

Solo en la cuenca baja del río Sinú, en Córdoba, entre ganaderos y agricultores han provocado daños en 23.000 hectáreas de humedales. Lo que queda (16.000 hectáreas) no alcanza a absorber las inundaciones, que antes ocurrían cada década y ahora son más frecuentes, denuncia la Asociación de Pescadores, Campesinos, Indígenas y Afrodescendientes de la Ciénaga Grande del Bajo Sinú (Asprocig).

Iván Francisco Correa, coordinador general de esa organización, cuenta que, además del deterioro de los humedales, el río Sinú, la arteria principal de Córdoba, se convirtió en la cloaca del departamento: “Aquí vienen a parar los agroquímicos de los grandes cultivos, los residuos de las mineras ilegales en la parte media y alta, los desechos de la gente. Toda la basura llega”.

Estos factores hacen que la disponibilidad de agua potable sea cada vez menor para las comunidades rurales. De hecho, el 80 % de los habitantes del Bajo Sinú no tiene acceso a este servicio básico, mientras el 20 % restante depende de sistemas de acueducto que funcionan con energía eléctrica, la instalación le cuesta cerca de $8 millones mensuales a las veredas que los implementaron en Lorica y San Bernardo del Viento y deja de funcionar en época de riadas.

El mismo Iván Francisco recibe agua potable solo martes y jueves. En San Sebastián, corregimiento de Lorica, esos dos días se ve a los pobladores almacenando agua en galones de 20 litros para el resto de la semana. En un pueblo de tradición anfibia, donde los porros y cumbias le cantan a aguaceros y caudales, el agua se volvió un bien escaso.

¿A quién le importa el agua?

Su realidad es la misma de unos 12 millones de colombianos que no cuentan con acceso a agua potable en zonas rurales, y que de no ser por los acueductos comunitarios que han construido (cerca de 12.000 en todo el país) seguirían en la eterna espera de redes municipales.

La calidad del agua es el otro gran interrogante. El ENA reveló que la materia orgánica biodegradable vertida a los sistemas hídricos del país fue en 2012 de 756.945 toneladas, mientras 918.670 toneladas de materia orgánica no biodegradable terminaron en los ríos.

Del total de cargas vertidas a las fuentes hídricas, la industria aportó el 28 %; el sector doméstico, el 69 %, y el sector cafetero, el 3 %.

Pese a esas presiones, nuestra demanda de agua es altísima. Colombia gastó 35.987 millones de metros cúbicos de agua en 2012 (el último dato disponible). De éstos, el 46,6 % lo utiliza el sector agrícola, al que le siguen la generación de energía (21,5 %), la ganadería (8,5 %) y el consumo doméstico (8,3 %). Solo el 20 % de esa agua utilizada vuelve a las fuentes hídricas.

El país ya cuenta con una Política de Gestión Integral de Recurso Hídrico (2010-2022), con los Planes Estratégicos de las cinco macrocuencas y con 17 Planes de Ordenamiento y Manejo de Cuencas (POMCAS) aprobados. Sin embargo, con un escenario como el que acabamos de describir, es inminente que el agua esté entre las prioridades del próximo presidente.

Para Diana Rodríguez, directora de la línea de Justicia Ambiental de Dejusticia, aunque por fin el tema ambiental está presente en las propuestas y discursos de los candidatos a la Presidencia de la República (de hecho, en febrero pasado hubo un debate ambiental con los aspirantes al cargo en la Universidad de Los Andes), el tema del agua, indepediente de otros asuntos ambientales genéricos, no se ha desarrollado lo suficiente.

Una coalición de 16 organizaciones medioambientales (nacionales e internacionales), unidas bajo el rótulo de Colombia Vota Sostenible*, elaboraron un semáforo en el que evaluaron las propuestas programáticas de los candidatos sobre diversos asuntos.

Los resultados de sus análisis, contrastados con un diagnóstico de la situación del agua en Colombia, revelaron que solo un candidato (justo antes de la primera vuelta) tenía propuestas concretas que se alineaban con las recomendaciones de estas organizaciones sobre el tema hídrico.

Sergio Fajardo Valderrama, reveló el semáforo de Colombia Vota Sostenible, “incluye medidas de incremento de los instrumentos económicos existentes, protección de las fuentes de agua, articulación de los sectores productivos, calidad del recurso hídrico y medidas puntuales para la protección y recuperación de la navegabilidad del río Magdalena”.

Ahora, en un escenario de segunda vuelta en el que la presidencia se la disputan Gustavo Petro e Iván Duque, el tema del agua queda más reducido en los programas de gobierno.

Según detallaron las 16 organizaciones, el líder de Colombia Humana, aunque tiene algunas propuestas relacionadas con el tema, éstas “son ambiguas o contradicen otras”. Petro propone categorizar el agua como Derecho Fundamental y priorizar su uso para el consumo humano y la producción de alimentos, pero “le falta abordar otros aspectos fundamentales para la conservación y el uso sostenible del recurso hídrico”.

El candidato del Centro Democrático, si bien tiene propuestas al respecto, “van en contravía del diagnóstico y recomendaciones” que hace el grupo de organizaciones ambientales. A Duque, reflexiona Colombia Vota Sostenible, “le falta una propuesta concreta para garantizar una seguridad hídrica”. Propone, sin especificar cómo, “que todos los sectores deben tener responsabilidad en la conservación del recurso hídrico y que el agua es el eje central de su política”.

El Instituto Humboldt tiene otros reparos. Su análisis de las propuestas ambientales de los candidatos, publicado antes de los resultados de primera vuelta y basado en la Política Nacional para Gestión Integral de la Biodiversidad y sus Servicios Ecosistémicos, deja ver que aunque Duque y Petro coinciden en la defensa del agua como principio fundamental, “no son claros en sus planteamientos en cuanto a la relación del recurso hídrico con la biodiversidad”.

Adicional, el Humboldt encontró que en las propuestas de los aspirantes hay vacíos en cuanto a nuevos modelos de protección de ecosistemas estratégicos, como ríos y humedales.

Al indagar en los sitios oficiales de las campañas de ambos políticos, se encuentran elementos adicionales.

Duque, con una brevísima explicación de sus propuestas ambientales, en efecto apenas hace referencia al agua cuando menciona, sin profundizar, que “todas las actividades productivas deberán comprometerse, según les corresponda, con la protección del agua, la conservación de páramos” y que la actividad minera se desarrollará protegiendo los acuíferos.

Petro, mucho más amplio en la argumentación de sus propuestas, sugiere, de ser presidente, “un desarrollo a partir de una mirada territorial, que privilegia el agua como eje articulador en torno al cual se ordene el territorio”, y reconoce que “alrededor del agua es posible reconstruir tejidos culturales y políticos rotos durante el conflicto armado”.

Adicional, Petro pretende ejecutar una Política Nacional de Restauración de los ecosistemas acuáticos y terrestres, reforzar la defensa de los ecosistemas marinos y áreas insulares, recuperar las costas y playas como espacios públicos y descontaminar y renaturalizar las cuencas hidrográficas (mediante la protección de los nacimientos y la promoción del ahorro y el uso eficiente del agua).

La recta final de las presidenciales reta a los candidatos frente a la urgencia de resolver los problemas alrededor del agua. ¿Qué deberá entonces preocupar al nuevo presidente de Colombia?

Pacífico: mucho agua, poco ordenamiento

El 78 % de esta zona tiene bajas presiones sobre el agua, documentó el ENA. La baja densidad poblacional y una menor cantidad de industrias (si se compara con la región Andina) favorecen las buenas condiciones. Sin embargo, el deterioro de la calidad de los ríos va a paso vertiginoso por cuenta de la extracción masiva de oro en las cuencas de los ríos Atrato, Dagua y San Juan.

A Saulo Usma, coordinador del Programa de Agua Dulce de WWF, le preocupa que en medio de la extracción ilegal del metal, sobre todo en zonas lejanas y de menor control por parte del Estado, se contamina, no solo con mercurio, sino con la remoción de lodos y sedimentos. Incluso, cuenta, los mineros deforestan a punta de agua a presión, dejando zonas estratégicas completamente maltratadas.

Usma se refiere sobre todo al delta del río Baudó y al complejo de humedales del Bajo Atrato, ambos reconocidos como sitios Ramsar, es decir, ecosistemas de importancia ecológica internacional y patrimonio de la humanidad.

Lo anterior, continúa, se combina con una situación de orden público muy delicada, en la que la entrada y salida de artículos de tráfico ilegal se favorece.

Algo más le preocupa a Alberto Galán, director de la ONG ambiental Patrimonio Natural. “El Pacífico es el gran privilegiado en agua, ¡tiene mucha! El problema es lo que se quiere hacer allí: explotación maderera, carreteras, puertos, minería, lo que está llevando a conflictos en territorios colectivos que podrían conducir a problemas de ordenamiento”.

 

Caribe: donde el agua se agota

El 44% de esta región (44.662 kilómetros cuadrados) tiene categorías altas y muy altas de presiones en las zonas hidrográficas. Alejandro Calvache, coordinador de la estrategia Agua de The Nature Conservancy, explica que los sistemas hídricos de esta región están muy amenazados por cuenta de la agricultura y ganadería extensivas, superando la capacidad de la naturaleza para recuperarse.

Recuerda cuando hace dos años la capital del departamento de Magdalena se quedó sin agua. Los acuíferos de Santa Marta, que dependen de cinco cuencas provenientes de la Sierra Nevada, bajaron de nivel a tal punto que el acueducto se quedó sin con qué abastecerse.

Lo que sucedió es que los cuerpos de agua fueron reduciendo su caudal por las intervenciones de las industrias agropecuarias (como de palma de cera y banano) en la parte alta, y el líquido sencillamente dejó de correr a los niveles en que lo requiere el acueducto de una gran urbe. A esto se añade la sobredemanda de agua que exige el turismo.

Diana Rodríguez, de Dejusticia, resalta también lo que ocurre en la Ciénaga Grande de Santa Marta. En la laguna costera más grande y productiva del Caribe colombiano (5.000 kilómetros cuadrados de humedales) ha habido más de 10 mortandades de peces desde 2015.

“La ciénaga está muy contaminada. El río Aracataca, que hace 30 años era una de las fuentes de agua dulce más prósperas de allí, está represado en los cultivos de palma de cera un poco más arriba. El uso desmesurado de monocultivos está acabando con todo”, cuenta, preocupada también por Bocas de Aracataca, una localidad a orillas de la ciénaga. Allí, el río está tan represado, que siendo un pueblo palafito las casas ya no están sobre el agua.

 

Región Andina: no hay agua pa’ tanta gente

Aquí, donde confluyen los ríos Cauca y Magdalena, el 66 % del territorio (178.149 kilómetros cuadrados), tienen presiones en categorías alta y muy alta sobre el agua. Y no es para menos: el 70 % de la población colombiana habita entre los valles interandinos que forman esos dos ríos principales.

“Cada uno de nosotros está vertiendo aguas de uso doméstico de manera directa a esas aguas. Las ciudades más grandes hablan de plantas de tratamiento, pero en ningún caso procesan el 100 %, y esto es solo para hablar de aguas que llevan excrementos y orinas humanas, sin contar lo que las industrias arrojan”, anota Saulo Usma, de WWF.

El desbalance en el uso de la tierra es otro gran problema. El abastecimiento de agua, y por lo tanto de alimentos, se ve afectado cada vez que hay grandes latifundistas que acaparan los terrenos y ríos y que realizan prácticas inadecuadas para desarrollar sus actividades.

La deforestación y el exceso de pastoreo pueden incrementar los escurrimientos, impedir la reposición de las fuentes de las montañas y generar torrentes estacionales que destruyen las parcelas de las tierras bajas. Las cuencas hidrográficas mal administradas pueden carecer de capacidad para soportar las lluvias torrenciales y generar deslizamientos que pueden afectar tanto a los habitantes de las laderas como a las actividades productivas que allí se realizan.

Los páramos, añade Calvache, se están volviendo cultivos de papa, maíz o cebolla, aun cuando de estos ecosistemas dependen el consumo de agua en los hogares, la agricultura y la generación de energía hidroeléctrica.

Orinoquia y Amazonia: dueñas de la riqueza hídrica

Un volumen anual de 2084 kilómetros cúbicos de agua escurren por las cinco regiones hidrológicas de Colombia: el 11% en la región Magdalena – Cauca; 5% en la región del Caribe, y 18% para la región del Pacífico. La alta densidad poblacional contrasta con estos porcentajes.

Mientras tanto, en el sur del país, donde se encuentra apenas el 2,5 % de la población colombiana, el 34% de las aguas corren por la Amazonia y un 32% más riegan la Orinoquia.

Pero en medio de semejante riqueza hídrica, las presiones abundan. Según explica Alberto Galán, la Orinoquia ha sido impulsada como la última frontera agropecuaria del país, aunque ya hay proyectos agroforestales de gran y una expansión agresiva de cultivos de arroz, lo que implica que se desecan humedales y disminuyan las pesquerías.

La Amazonia, añade, presenta situaciones similares a las del río Atrato, en el Pacífico. “La minería ilegal está avanzando a pasos agigantados y no hay cómo enfrentarla. La zona de mayor diversidad biológica del país comienza a tener problemas, como el descenso de las pesquerías en las cuencas de los ríos Putumayo, Caquetá y Amazonas, y problemas asociados por minería, como contaminación por mercurio”, denuncia el director de Patrimonio Natural
*A Colombia Vota Sostenible lo conforman 16 organizaciones: WWF, The Nature Conservancy, Fondo Acción, Transforma, WCS, Dejusticia, Fundación Natura, Greenpeace, Opepa, Avaaz, Gaia Amazonas, Asociación Ambiente y Sociedad y Conservación Internacional.