Ángeles de Dios: el colegio de Cali que forma a los próximos líderes de paz | ¡PACIFISTA!
Ángeles de Dios: el colegio de Cali que forma a los próximos líderes de paz Imagen: Juan Ruiz
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Ángeles de Dios: el colegio de Cali que forma a los próximos líderes de paz

Daniel Bello - noviembre 13, 2020

Este instituto ayuda a sanar las heridas que deja la violencia urbana y el conflicto armado en las vidas de al menos 1.200 niños y jóvenes del oriente de Cali.

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Diana* tenía 10 años cuando guerrilleros de las antiguas Farc atacaron con una bomba la estación de Policía de Timbiquí, en el Pacífico caucano. Su casa quedaba justo al lado de donde ocurrió la explosión. Ella, con tristeza, cuenta que en ese ataque murieron sus abuelos y su hogar quedó destruido. Tras vivir de frente el conflicto armado, Diana y su padres dejaron Timbiquí y viajaron hacia Cali en busca de una mejor vida. 

“Mi corazón estaba lleno de rabia y sentía un gran odio”, comenta Diana sobre ese episodio de su vida. Ya en Cali, ella entró al Instituto Ángeles de Dios. Sus papás escucharon que los niños y jóvenes que ingresaban allí habían vivido el conflicto armado en carne propia. En ese instituto Diana se hizo más fuerte y reconoció su condición de víctima de la guerra, lo que le ayudó a dejar el odio que sentía.

Hay muchas historias como la de Diana en Ángeles de Dios. Queda en la comuna 14 de Cali, cerca del barrio Llano Verde, lastimosamente recordado por la masacre de cinco adolescentes el pasado 11 de agosto. Luis Fernando Montaño, una de las víctimas, era estudiante del instituto. Llegó a esa ciudad junto con su madre desde Magüí Payán, en el Pacífico nariñense. El conflicto armado los hizo buscar una mejor vida.

 

Una trama criminal rodea la masacre de Llano Verde

 

En ese sector de Cali hay una extensa población de desplazados por la violencia, la mayoría proviene de la costa Pacífica. En el instituto estudian al menos 1.200 niños y jóvenes que además de formarse académicamente se están convirtiendo, de a poco, en líderes de paz. Muchos de los chicos que viven en Llano Verde asisten a ese colegio.

“También tenemos chicos con familiares victimarios, responsables de desplazamiento o de otros hechos violentos. Su aporte es buenísimo para la verdad que construimos en el colegio”, señala Jimmy Castillo, profesor de Ciencias Sociales del instituto. El objetivo, explica Castillo, es evitar que la culpa, el resentimiento y los señalamientos recaigan sobre los muchachos y así puedan crear espacios de paz y convivencia.

Las actividades del instituto procuran ser espacios de diálogo para que los niños y jóvenes puedan compartir sus experiencias o la de sus familias. De esta manera logran sentir que no tienen que cargar solos con el dolor y los malos recuerdos que les dejó la guerra. Precisamente cada año se llevan a cabo los Encuentros de Memoria y Reconciliación. El de este 2020 tuvo lugar la semana pasada y trató sobre las identidades del conflicto armado desde la escuela.

Los encuentros tienen el apoyo de la oficina del Valle del Cauca de la Comisión de la Verdad y del Programa Nacional de Educación para la Paz — Educapaz. Ambas entidades reconocen que estos espacios son importantes para el esclarecimiento de la verdad, la promoción de la convivencia y la garantía de no repetición del conflicto armado.

Elkin Ramírez es profesor de Biología en el instituto y destaca que Ángeles de Dios brinda herramientas para que los estudiantes “puedan identificarse como afectados por la violencia y así empezar un proceso de reconciliación y verdad”. Todavía hay mucho trabajo por hacer, pero Ramírez considera que lo hecho por el instituto es un gran paso.

Una de las actividades que hacen en Ángeles de Dios para que los chicos empiecen a apropiarse de la verdad es la escritura de crónicas. Por medio de estos textos, ellos reconstruyen la memoria y la cuentan a su manera. “Se les da lápiz y papel para que escriban con dolor y nostalgia. Ahí se dan cuenta de lo necesario que es conocer la historia de sus familias para empezar a conocer su propia historia”, explica el profesor Castillo.

Ya en otras etapas de la formación como líderes de paz, los estudiantes comparten sus testimonios abiertamente. El instituto fomenta espacios para que hablen de sus emociones y facilita plataformas para que se expresen, como las artes plásticas. 

“El colegio me acogió desde muy pequeña. Aprendí que debo hacer algo para cambiar la historia de mi país, un país que ha estado marcado por la violencia. Me dio herramientas para poner un granito de arena y luchar por la paz”, dijo Valentina*, una estudiante que perdió a su tío por culpa del conflicto armado y tuvo que salir desplazada desde Tumaco, en Nariño.

Valentina y Diana son parte de un grupo de jóvenes que se atrevieron a compartir su verdad. Estos procesos no son cortos ni fáciles, pero permiten a las víctimas creer que cuentan con personas dispuestas a escucharlas, entenderlas y no juzgarlas.

 

*Los nombres de Diana y Valentina fueron cambiados para proteger sus identidades.