Diez años fotografiando a las Farc: el libro de Federico Ríos que captura la esencia humana de la guerra y la paz | ¡PACIFISTA!
Diez años fotografiando a las Farc: el libro de Federico Ríos que captura la esencia humana de la guerra y la paz Federico Ríos
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Diez años fotografiando a las Farc: el libro de Federico Ríos que captura la esencia humana de la guerra y la paz

Laurasofía Polanco - marzo 25, 2021

A propósito de su nuevo libro ‘VERDE: Diez años fotografiando a las FARC desde la selva’, hablamos con Federico Ríos sobre el reto de su publicación, sus experiencias como fotógrafo y su opinión sobre los que aún no creen en la paz.

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Cuando ni siquiera existía la idea de un proceso de paz como el que finalmente desmovilizó formalmente a la guerrilla de las Farc, Federico Ríos ya se había adentrado en las selvas de Colombia para llevar las imágenes del grupo armado a las grandes portadas de diarios internacionales.

La fotografía lo ha acompañado toda la vida, desde su natal Manizales. Pero su interés por retratar el país que se escondía entre montañas, ríos y manglares se afianzó mientras trabajó en El Espectador, El Tiempo y Agencia EFE, además de todos los grandes medios nacionales e internacionales con los que ha colaborado. En todo caso, su trabajo no se ha limitado a los medios de comunicación: exposiciones, conversatorios, publicaciones y libros hacen parte de su lista de logros.

Desde hace casi cuatro años, editoriales nacionales e internacionales cerraban la puerta cuando Ríos les presentaba la propuesta de hacer un libro con su archivo de 40.000 fotografías de las Farc, una documentación en calidad, volumen e inmersión que no tiene precedentes sobre esa guerrilla.

El libro se llama ‘VERDE: Diez años fotografiando a las Farc desde la selva’, y promete ser la biblia gráfica para hablar de las Farc en Colombia. La publicación cuenta con 350 imágenes, lomo expuesto, con lomo pegado y una chaqueta que se pliega manualmente sobre el libro. El rector de la Universidad de los Andes, Alejandro Gaviria fue el encargado del prólogo y la edición estuvo en las manos de Santiago Escobar-Jaramillo, otro nombre reconocido en el campo de la fotografía en Colombia. “Son un montón de detalles que sé que si los hago de afán, va a bajar la calidad del producto y yo tengo que estar pendiente de cada hoja del libro de los mil libros que voy a imprimir”, asegura Ríos.

El crowdfunding (un mecenazgo digital) sobrepasó sus expectativas: en apenas cuatro días, a través de la plataforma Vaki se vendieron 600 de los 1.000 ejemplares que componen la primera edición de VERDE, y a petición de los compradores, se reabrió el pasado viernes 5 de marzo otra etapa de preventa con 200 libros más. Los ejemplares empezarán a llegar a los compradores de esta fase en abril, y, aunque restarían algunos después de estas preventas, aún no se sabe si llegarán a librerías por la demanda que ha tenido.

PACIFISTA! le ha seguido la pista a su trabajo desde hace años, pues hacerlo es tanto como retratar el micromundo necesario para contar la paz pero al que solo pocos como él tienen acceso. Esta revista ha publicado varias de sus fotos y el año pasado, cuando se cocinaba Verde, lo invitó a contar su experiencia de encierro y aislamiento durante la pandemia. Esta vez, conversamos con Federico sobre la aventura de su libro, la experiencia de publicarlo desde la independencia y de lo que sus ojos y sus lentes vieron durante esos 10 años de retratar a la guerrilla más antigua del mundo.

 

Federico Ríos

 

Federico, lo primero que me llama la atención es el formato que escogió. Un libro bellísimo y enorme. Mientras todo el mundo está pensando en contenido transmedia o interactivo, usted decidió hacer un libro ¿Por qué?

Me gustan los formatos un poco más clásicos. Yo creo que lo transmedia y las narrativas interactivas son súper interesantes. Creo que hay mucho que aprender allí, entregan una información a la audiencia muy amplia, como una información enriquecida, pero yo siento que no tiene que ser lo uno o lo otro. Tal vez en otro momento de mi vida sienta que vale la pena hacer un transmedia con esto. Pero sé que en este momento la mejor forma de comunicar lo que yo había visto y lo que quería contar era un libro.

¿Este libro siempre estuvo pensado? ¿O primero fueron los 10 años de trabajo y luego la idea?

Es un poco al revés. Primero empecé a trabajar, a hacer reportajes y, en medio de esos reportajes comencé a hablar con Santiago Escobar-Jaramillo y pensamos que esto podría terminar siendo un libro, pero era una idea vaga. Era la idea de que esto, tal vez, en algún momento podría ser un libro. Solo hasta ahí. Y con los años se me fue volviendo una obsesión, y con la obsesión comencé a buscar con quién.

Usted retrató a las FARC cuando estaban en armas, cuando estaban en diálogos, cuando estaban negociando y cuando firmaron…¿Qué papel juega el proceso de paz en la aventura de este libro?

Realmente el libro aparece como idea cuando empieza en firme todo el acuerdo. Dije “ok, aquí hay un material de varios años y ahora se está firmando este acuerdo que va a pasar para delante, pues hagamos el libro”. Después aparecen unos capítulos muy específicos en el libro que son las disidencias del proceso de paz, posteriores a la firma, y pues todo eso va como sumando. Van siendo ingredientes que van a ese plato, a esa olla y que resultan en el libro como está al final.

¿Cómo fue la experiencia de empezar a buscar editoriales para que le publicaran?

Ha sido un proceso doloroso, porque han sido muchas puertas cerradas de editoriales, porque han sido muchos “no”. En ocasiones tuvo que ver con el contenido político del libro. En Colombia las editoriales no quieren comprometerse con el tema de la paz. Aquí eso da miedo y alergia, la gente se asusta mucho con este asunto y entonces en ese susto, una editorial piensa que si publica algo sobre el Acuerdo, pues fácilmente el Gobierno le va a retirar la pauta, las compras o la va a bloquear en ese tipo de escenarios. Colombia sigue siendo un país muy pequeño y en el que los compromisos políticos pesan en las billeteras de todo el mundo.

Yo siento que para varias editoriales fue complicado ver la magnitud del proyecto, porque estos son 10 años realmente esto no es un proyecto fácil de digerir. Cuando uno lo ve en bruto es más difícil todavía, cuando uno lo ve de atrás para adelante. Ahora que tengo el libro hecho maqueta, pues es más perceptible para cualquier persona. Pero cuando una editorial recibe a un fotógrafo que tiene 40.000 archivos de 10 años de trabajo eso es difícil de pasar por un colador.Al final lo que sucedió, después de darle muchas vueltas, es que decidimos lanzarnos desde la independencia.

Y cómo decidió que la autogestión era la mejor opción…

Yo me tiré a la autogestión muerto de miedo. Tenía miedo todo el tiempo y estaba a punto de hacerlo hace muchos años. Hace un año empezamos a hacer el proceso y yo empecé a arrimarme con mucha cautela y a decirle a mi esposa y a mis amigos “sí, voy a hacer el crowdfunding, lo voy a hacer algún día”, pero le sacaba cuerpo. Yo tenía la proyección de que en 66 días tal vez conseguiría un porcentaje significativo de los recursos que necesitaba para imprimir el libro.

¿Entonces qué respuesta esperaba de la gente cuando lanzó la Vaki?

Yo no pensé que fuera a ir mal, pero nunca pensé que fuera a ir tan bien y ahora estoy muy conmovido con la respuesta de la gente.

Abrí la Vaki, lo puse en mis redes sociales y el primer día hizo el 50%. Fue absurdo, ya en ese momento que yo empecé a ver todo ese crecimiento acelerado de la Vaki, estaba muy sorprendido. Cerramos el crowdfunding en 4 días porque en ese momento alcanzamos ya 600 libros, entonces nos parecía que era más de nuestra expectativa. Alcanzamos el 128% de recaudo.

Federico Ríos

 

Ya es seguro que su libro tendrá público, hablemos de su contenido ¿Por qué le pidió a Alejandro Gaviria que hiciera el prólogo?

Primero, Alejandro fue ministro de Salud durante las negociaciones de la Habana, por lo tanto pertenece al equipo que dirigía el país en el momento de firmar el Acuerdo. Segundo, porque me parece, leo en él, en sus palabras, en sus textos, en sus libros y en sus apariciones públicas algo con lo que me identifico plenamente: el cambio del país y del mundo desde una perspectiva muy utópica, sucede únicamente a partir de la educación.

Además, coincidimos en ver la educación no sólo concebida como la perspectiva occidental. O sea se puede construir el conocimiento de una forma diversa, se puede valorar el conocimiento de las comunidades indígenas, de las comunidades Afro, de las comunidades campesinas, se puede valorar el conocimiento empírico de las personas.

Y por último, porque es Alejandro hasta hoy un académico y político, cosa muy extraña de encontrar (alguien que sea académico y político es bien raro) que está a favor de la paz. Entonces en eso encuentro muchos puntos en común con Alejandro, sin compararme con él, que me parece un tipo increíble y admirable. Por eso decido que sea él quien escriba el prólogo.

¿Por qué se decide a definir a esa Colombia en una sola palabra: VERDE?

Alejandro y yo coincidimos también en eso: coincidimos en que pensamos el país como un tesoro y el tesoro es la biodiversidad, la riqueza, las selvas, la reserva de producción de oxígeno y agua, la riqueza de fauna, de flora. “El Dorado” colombiano es el verde.

¿Qué vamos a ver en el libro que no hemos visto en sus trabajos anteriores?

Hay fotos que han sido portada del New York Times, fotos que han sido publicadas en Der Spiegel, fotos que han sido publicadas en varios medios y esas imágenes están en el libro, pero aparecen en diálogo con otras imágenes. En el libro cada foto es un concepto, es una idea. Entonces cuando empiezas a pasar las páginas del libro vas a ver la foto anterior y la foto siguiente y cómo se va hilando entre esos dos conceptos una articulación, un puente que te va generando una narrativa en la cabeza.

Federico Ríos


¿Qué aprendió durante este trabajo de las Farc que mucha gente todavía no descubre?

Yo siento que el libro también reafirma muchas ideas que la gente tiene, como que vivían en carpas, en caletas improvisadas en la selva. Pero una cosa es tener la idea y otra cosa es verlas, ver todo: las interacciones, el baño, la cocina, los momentos de ocio, el cansancio…. Yo creo que el libro es un mensajero para que la gente entienda que las Farc, no la institución sino los seres humanos detrás de los fusiles son tan humanos como nosotros. Creo que a veces al país y al mundo se les ha olvidado eso, que ellos son gente con sueños, con esperanzas y con ideas que quedaron envueltos en una guerra.

¿Cuál fue la escena más feliz que presenció su lente en estos 10 años siguiendo a las Farc?

Fue muy esperanzador cuando vi a las Farc rescatando un bote que estaba a punto de naufragar, que llevaba los ladrillos para la construcción de una escuela en un pueblo que se llama Vegáez. Es un lugar completamente olvidado, abandonado, perdido en la geografía nacional y la guerrilla estaba rescatando la escuela.
Para mí se trata de eso, yo no quiero tampoco decir que las Farc eran las hermanitas de la caridad, no me interesa eso. Me interesa situarlos en un plano de realidad: las Farc fueron el Estado colombiano en todos los lugares a donde el Estado no llegó.

¿Qué les diría a las personas que creen que usted quiere idealizar a las Farc con el libro?

Para mí no es un asunto de limpiarle a nadie la conciencia ni de justificar a nadie, ni de crucificar o de satanizar. Para mí se trata de la urgencia de vernos entre nosotros como seres humanos. Creo que eso es una gran falencia que tenemos: ver al otro como el enemigo, un asunto completamente deshumanizador. Al enemigo, la muerte y nada más.

¿A qué político le gustaría ponerle el libro en las manos?

Yo esperaría poner el libro en las manos de todos los políticos, y pedirles: “piensen esto en términos humanos”. Es que para un político que está en el Congreso de la República es muy fácil decir “hay que acabarlos”, dar un golpe en la mesa y mandar a un avión a bombardear un campamento de guerrilleros en el que hay menores de edad, mujeres, ancianos, de todo, es muy fácil porque esa es la frialdad de la guerra a distancia. Yo no sé qué pasaría si a los congresistas de la república a cada uno lo dotas con un revólver y le pones al frente a un guerrillero, no sé cuántos serían capaces de disparar. Es más fácil dar la orden que halar el gatillo.

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