#Memeteca | El Estado no debería poner en riesgo mínimo la salud de nadie, pero al fiscal general eso no le parece grave.
Por: @DanielRuge
Hace algún tiempo el entonces académico Daniel Mejía demostró que asperjar con glifosato causaba enfermedades, aumentaba la posibilidad de abortos y salía carísimo. De hecho en 2013 renunció a la comisión Asesora de Política sobre Drogas aduciendo que el gobierno Santos los estaba tergiversando sus investigaciones. Hoy Mejía es director de Políticas y Estrategia de la Fiscalía y permite que su jefe, el fiscal Néstor Humberto Martínez, diga en la Corte que el glifosato representa tan poco riesgo como las carnes rojas… es probable que así se vea el Ten Years Challenge del doctor Mejía:
El glifosato es un riesgo para la salud, de eso no debería existir duda. Sin embargo, de manera sorprendente, el debate que ha resucitado alrededor del químico es sobre si representa un riesgo grande o pequeño para los campesinos de Colombia que cultivan hoja de coca porque no les queda de otra. Discusión absurda porque el Estado no debería poner en riesgo mínimo la salud de nadie, pero al fiscal general eso no le parece grave. Es probable que en búnker tenga instalado un dispensador como estos:
La guerra contra las drogas reciente se la inventó el presidente estadounidense Richard Nixon, buscaba estigmatizar y encarcelar a los hippies que se oponían a la guerra en Vietnam. Y luego Reagan la repotenció para azuzar los valores conservadores que le permitieron la reelección. Aunque hace mucho se sabe que la legalización es la salida, mantener esa vieja lucha es un negocio redondo para oscuros poderosos y es el viejo truco con el que los gobernantes flojos buscan mantener su popularidad. Así que tal vez una piscina de glifosato podría ser el escenario ideal para la portada del disco de ‘rocksito’ que algún día lanzará nuestro presidente bacán.
Aunque nuestro presidente bacán podría lanzar también un reguetón que diga:
Si tu novio
Te termina
Mezcla glifosato
Con tequila…
La audiencia pública sobre glifosato que convocó la Corte Constitucional tenía el objetivo de revisar las políticas públicas de erradicación de la hoja de coca, luego de la histórica sentencia que emitió en 2017 para restringir la aspersión del químico. A pesar de eso, la audiencia terminó cumpliendo una misión adicional: demostró que la tecnocracia también puede estar al servicio de la retórica politiquera, como sucedió con los ministros que acompañaron a Duque para pedirle a la corte que modulara su sentencia. Un ministro técnico como el de Salud, Juan Pablo Uribe, fue corchado por las preguntas finales de los magistrados. También pasó algo similar con Ricardo Lozano, el ministro de Ambiente. Al que no le importó rajarse fue a Botero, el de Defensa, él no se amarga por nada y seguramente es feliz cantando bajo la lluvia de glifosato:
Ojalá que la Corte Constitucional no module su sentencia porque el glifosato mata; no solo afectando la salud de quienes entran en contacto con él, sino haciendo mucho más compleja la guerra del narcotráfico. La guerra contra las drogas es inútil e insistir en ella es un error infantil, lo cual me hace pensar que al presidente Duque le instalaron en la Casa de Nariño un espejo que le distorsiona la realidad:
La guerra contra el narcotráfico está perdida, quienes insisten en ella están montados en un mal viaje y muy llevados por su adicción a los votos.
Posdata: Qué bueno que Juan Manuel Santos vuelva a defender de manera radical alternativas distintas al glifosato. No debemos olvidar que al final de su gobierno él fue quien decidió cangrejear con el glifosato.