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¿Se puede construir memoria con los toures de Pablo Escobar?
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¿Se puede construir memoria con los toures de Pablo Escobar?

Sara Kapkin - diciembre 7, 2016

La oferta turística de Medellín no deja de incluir a Pablo Escobar ¿cómo se debe contar la historia?

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“Cuando veas a un hombre bueno trata de imitarlo; cuando veas a un hombre malo examínate a ti mismo”. Tumba de Pablo Escobar. Foto tomada de Youtube.

En Medellín es difícil pensar en una persona a la que le sea indiferente Pablo Escobar. La historia tocó a todos, ya sea como víctimas, como parte del narcotráfico o como espectadores de una época donde el terror y la muerte fueron protagonistas. A pesar de los años, Escobar sigue vivo en la memoria, no sólo de Medellín sino del país y del mundo. Cada tanto aparece un libro, una serie de televisión o un documental sobre su vida. La historia se cuenta y se recuenta y las opiniones son siempre divididas, pues mencionar al llamado capo siempre genera polémica.

La última de estas surgió hace apenas unas semanas, a finales de noviembre, cuando la empresa AirPanama promocionó entre sus clientes el Narcos Tour en Medellín. El paquete, ofrecido por $499 dólares, incluía una visita a la Hacienda Nápoles, donde Escobar tuvo su propio zoológico. Rápidamente, la Alcaldía de Medellín se pronunció rechazando la oferta turística. El alcalde de la ciudad Federico Gutiérrez se manifestó a través de su cuenta de Twitter diciendo, entre otras cosas: “Mientras yo sea Alcalde no permitiré que nos sigan irrespetando e ignoren el dolor de miles de víctimas del narcotráfico”.

Luego vino un comunicado de la Alcaldía donde se argumentaba el mismo rechazo. “No es admisible que se haga promoción apelando a una época de violencia y olvidando el dolor de quienes padecieron por ella. A su vez, el alcalde envió una carta a AirPanama, ahondando en los mismo y expresando que “cada vez que se promociona a Medellín a través de un personaje como Pablo Escobar, que tanto daño nos hizo, retrocedemos. Y les aseguro que recorrer este camino no ha sido nada fácil”.

Sin embargo, este tipo de ofertas no es nuevo. El Pablo Escobar Tour, que es apenas una de las muchas en el mercado, fue creado por Óscar Cantor, un publicista bogotano, hace ocho años. Es el mismo tour que estuvo envuelto en una polémica anterior, precisamente el año pasado, cuando empezó a ofrecerse a través de la plataforma Despegar.com.

El tour ofrece cinco opciones, una de ellas, de cinco días, arranca en Bogotá, pasa por la hacienda Nápoles, luego por Guatapé —un municipio del oriente antioqueño donde está la finca La Manuela—, y termina con dos días en Medellín recorriendo los lugares más emblemáticos de Pablo Escobar. Edificios suyos, lugares donde puso y le pusieron bombas y, para finalizar, su tumba en el cementerio Montesacro.

Aunque este no es el único tour, pues cada vez aparecen más ofertas turísticas a nombre de Escobar, casi todos consisten en lo mismo: recorrer aquellos lugares que reflejan el auge del narcotráfico que vivió la ciudad. Cada tour tiene su historia, cada uno se documenta a su manera, pero el hilo conductor del recorrido es siempre Escobar.

Autoridades posando al lado del cadáver de Pablo Escobar el día de su muerte. Foto vía Wikimedia Commons.

“A mi siempre me ha atraído la historia de Pablo Escobar y todo lo que pasó en Colombia. Me he documentado mucho, por años. Desde los nueve años estoy leyendo e investigando sobre las cosas de Escobar, del narcotráfico y del paramilitarismo”, dice Cantor.

Paquetes turísticos como el suyo son una respuesta a la curiosidad de los extranjeros —los principales clientes—, que vienen alimentados con ideas, imágenes y anécdotas que han visto en series o películas que por años han contado la historia de Escobar. Aprovechan su visita a la ciudad para acercarse a esa historia lo más que puedan, buscan, si es posible, oírla de primera mano.

Pero la idea, según Cantor, es “contarles que Escobar no es un Dios, que hizo mucho daño. Es un llamado a que tomen conciencia de eso y cuestionarlos ¿y qué si Escobar hubiera matado a uno de sus hijos? Bajarlos de la nube”.

El recorrido termina en el cementerio donde está enterrado Escobar. Allí, Cantor aprovecha para que los turistas reflexionen sobre cómo terminan los narcos, muertos, pues en Montesacro, además de Escobar están enterrados su primo Gustavo Gaviria, Griselda Blanco y otros, no tan conocidos, pero también implicados en el narcotráfico como los Moncada y los Galeano.

Cantor insiste que los turistas “se van con una buena imagen de lo que son Colombia y Medellín hoy en día. Yo calculo que el 95% se van con una buenísima imagen”. Según él, el tour sirve como una especie de metáfora, pues a medida que el recorrido avanza y él les cuenta el pasado de la ciudad que se ve reflejado en aquellos edificios destruidos, también ven la ciudad como está hoy. “Les fascina, se van felices con eso”, dice Cantor.

Piscina edificio Monaco donde atentaron con explosivos contra Escobar y su familia. Foto cortesía: Pablo Escobar Tour.

Independiente de la historia que se cuente, la polémica sobre la vida de Escobar como parte de la oferta turística de la ciudad reaparece cada tanto. Es una discusión que se da sobre todo en redes sociales, donde ciudadanos indignados manifiestan su rechazo. Pero Cantor, por su parte, asegura: “a mí absolutamente nadie me ha escrito a decirme que no haga el tour, nadie, ni siquiera víctimas”.

Cuando apareció la oferta del Pablo Escobar Tour en la plataforma Despegar.com, además del rechazo de la gente, algunas de las víctimas de Escobar, congregadas alrededor de la Fundación Colombia con Memoria, se reunieron con Óscar Cantor para debatir sobre el tema. De la reunión salieron reflexiones. Cantor aceptó que sería válido que las víctimas hicieran parte del tour para que contaran su versión de lo que pasó.

Las víctimas, por su parte, consideraron que “cada persona es libre de ejercer su actividad comercial como quiera, pero estas actividades deberían ser reguladas y además ser muy responsables, porque pueden terminar tergiversando la historia de lo que sucedió”, según un miembro de la fundación, quien pidió la reserva de su nombre. Ellos además consideran que los toures deberían existir como actividades coordinadas entre las víctimas y el Estado para contar la historia con ellos como protagonistas, pues mientras sea una actividad comercial con lucro de por medio, se buscará contar la historia de una forma taquillera.

Roberto Escobar “osito”, recibe a quienes hacen el tour en la Casa Museo de Pablo Escobar. Foto cortesía: Pablo Escobar Tour.

Según Martha Villa, directora de la Corporación Región —una organización civil que procura construir una sociedad más justa—, el tema de Pablo Escobar desde lo cultural y lo social tiene que ver con que “no se hayan podido reemplazar esas imágenes con otras. No hemos podido, como sociedad, configurar otras imágenes. Todas las sociedades requieren de esa simbología de personajes, colectivos e individuales que logren atar el sentimiento y el imaginario de pertenencia a una región, y no hemos logrado, en todo este tiempo, construir otros referentes”.

Por eso, sea como sea que se vea o se califique a Pablo Escobar, este sigue vigente. Él sigue siendo el protagonista. Se reconoce más su cara que su actos violentos, se recuerdan más sus anécdotas que los esfuerzos de la sociedad civil por salir de la oscuridad con la que cubrió a Medellín.

Pero Villa no cree que la solución sea eliminar al personaje y no contar su historia. “Debemos incorporarlo a la historia de una manera reflexiva para poder comprender por qué el narcotráfico tomó la fuerza que tomó en esta sociedad, por qué permeó a todos los sectores de la sociedad de la manera en que lo hizo, por qué se conectó con prácticas culturales que estaban antes. Hay que construir otras maneras de contar esta historia e incorporarlas, hay que encontrar maneras que ayuden a comprender cómo el fenómeno ha estado inserto en dinámicas culturales, económicas y políticas”.

Entre finales de los 80 y principios de los 90, cuando Pablo Escobar demostró su poderío y junto a otros miembros del Cartel de Medellín le declaró la guerra al Estado y a la sociedad colombiana, Medellín llegó a ser considerada la ciudad más peligrosa del mundo. Y aunque la ciudad ya no tiene ese título, es claro que el narcotráfico no empezó ni terminó con Pablo Escobar y es un tema aún presente.

Pero también hay que reconocer que la sociedad no se quedó impávida ante el terror. Resistió. ¿Cómo contar el dolor de una ciudad en guerra sin caer en apologías?

Ante la diversidad de actores y de versiones, es imposible decidir quién puede o no contar, ni validar o negar versiones. Para Jorge Posada, profesor de la Universidad Javeriana y miembro del Centro Nacional de Memoria Histórica, lo que hay que evitar es centrar el relato solo en el personaje.

“El propósito de la memoria histórica es recordar para no olvidar, pero en ese recordar para no olvidar es donde llega la voz de la víctima y toma una posición protagónica en medio de la voz del victimario, de las instituciones y del poder”, dice Posada, pues no es lo mismo reflexionar a través del victimario que de la víctima, o de la sociedad que resistió, denunció y buscó salidas.

“Yo creo que lo que debería pasar es que la reflexión sea totalmente equilibrada, porque solo el título de un narco tour estereotipa a la ciudad y marca a las víctimas y eso es precisamente lo que no quiere la sociedad colombiana y menos la ciudad”, dice Posada.

Pero ante la insaciable curiosidad de los extranjeros que van a seguir llegando a Medellín a preguntar por Escobar y el auge narcotráfico, la pregunta sigue siendo ¿cómo contar la historia?

“La vía de decir no, por favor no dañen más la imagen de la ciudad no es la correcta. Yo creo que es más ¿cómo construimos otros relatos sobre eso? La sociedad está llena de diversos relatos. No se trata de crear un relato oficial de Pablo Escobar, se trata de poder mirar cuales son esos múltiples relatos. Corresponde a la sociedad construir otros relatos que también circulen y que puedan tener lugar en esta sociedad”, concluye Villa.