El excomandante guerrillero sostiene que este proceso será más corto que el de las Farc.
El 26 de julio del año pasado, el presidente Juan Manuel Santos mató dos pájaros de un tiro: sacó de la cárcel a Carlos Arturo Velandia —capturado días atrás cuando llegaba al país de España por el secuestro de 70 personas en septiembre del 2000— y lo nombró gestor de paz para dinamizar el proceso de diálogo entre el Gobierno y ELN.
En ese momento, las delegaciones ya habían pactado una agenda de seis puntos que incluía participación de la sociedad civil, transformaciones y democracia para la paz, el tema de las víctimas, el fin del conflicto y la implementación de los acuerdos. Sin embargo, no se veía cómo empezar una fase pública de negociación. Ahí llegó Velandia.
Con su ayuda, las delegaciones acordaron iniciar el 27 de octubre los diálogos, pero una serie de inconvenientes retrasaron este evento en varias oportunidades. Finalmente, luego de la liberación de Odín Sánchez, la anhelada mesa de conversaciones entre el ELN y el Gobierno Nacional se instalará este martes. Hablamos con Velandia sobre las dificultades de negociar el fin de la guerra con ese grupo armado, sobre los personajes que marcarán la hoja de ruta de los diálogos y la manera en la que debería comportarse la sociedad civil en este nuevo escenario. Entrevista.
¿Qué será lo más difícil de esta negociación con el ELN?
Habrá muchos obstáculos de gran complejidad. El principal será el esfuerzo de las partes para construir confianza el uno en el otro, eso tiene que ver con que las delegaciones pacten hechos y los cumplan. Hay un elemento que es muy importante y tiene que ver con la participación de la sociedad: ese es un gran problema a dilucidar por parte del Gobierno y el ELN. Hay que diseñar momentos, contenidos, temas y escenarios en los cuales se va a vincular la sociedad civil al proceso.
¿Qué papel va a jugar la sociedad civil en ese escenario de negociación?
La sociedad debe, tan pronto se instale la mesa, rodearla y ofrecerle todo el apoyo y la solidaridad. Al mismo tiempo, debe exigirle resultados a la vista y a la mayor brevedad posible. Este intercambio: yo te quiero, yo te cuido y yo te apoyo, pero tú me das alivio con desescalamiento y con acuerdos de aplicación inmediata. Son unas por otras.
La sociedad no puede tener una actitud pasiva, de aplaudir que los actores hagan lo que quieran y en el tiempo que quieran. Hoy por hoy, la paz es una urgencia tremenda, este gobierno se está acabando y las posibilidades van siendo más limitadas.
¿El ELN podría, como lo hicieron las Farc negociar en La Habana, decretar un cese al fuego unilateral por algunos meses?
Sí, yo lo he pedido de manera abierta desde hace muchos años. Le he propuesto al ELN que cuando llegue a una mesa de negociación lo haga lo más liviano posible. Se necesita que el ELN le envíe un mensaje muy positivo a la sociedad colombiana: un mensaje de reconciliación y de buena voluntad. Y, al mismo tiempo, eso se convierte en un acto que refuerza la mesa, le da confianza a la contraparte y genera confianza de la sociedad hacia los diálogos.
Cuando uno se mete a un proceso de diálogo, aunque esté en medio de la guerra, debe hacer un esfuerzo descomunal para mantener el perfil de paz de esos diálogos. Si no lo hace, la guerra se consume todo y no se dan espacios a la paz. Esos gestos de buena voluntad son una necesidad.
Muy seguramente ese es el primer tema que se va a tratar una vez instalada la mesa cuando empiecen a funcionar las dos subcomisiones: la del punto 1 y la del punto 5f. Ahí, el Gobierno tendrá el interés de que se trate el del desescalamiento y el tema de la práctica del secuestro por parte del ELN.
El ELN siempre ha planteado bilateralidades: si el Gobierno pone en la mesa el tema del secuestro en la discusión, esa guerrilla hablará de desaparición forzada y presos. Ahí tratarán de buscar una salida en conjunto para esos tres temas.
Este Gobierno está de salida. ¿Cómo hacer esta negociación sostenible más allá de la era Juan Manuel Santos?
Con este Gobierno es posible avanzar mucho. Se va a lograr toda la parte pertinente a la participación, más o menos en un año o 14 meses es posible solventar el involucramiento de la sociedad civil y ahí las partes tomarán las recomendaciones de la gente para trabajar sobre ellas. Con este gobierno se llevará el proceso a un punto de no retorno y a un cese al fuego bilateral y definitivo.
Hay voluntad, hay alientos y tiempo para eso. Sin embargo, no creo que alcance el tiempo para finiquitar la totalidad del proceso, por lo que tendría que tener continuidad con un nuevo presidente. Tengo serias dudas de la continuidad de esta negociación si gana un candidato del ala radical de partido Conservador, del Centro Democrático o Germán Vargas Lleras. Eso me genera una gran preocupación.
¿Este proceso será más corto o más largo que el que hicieron el Gobierno y las Farc?
El proceso no tiene por qué ser más largo que el de las Farc, porque si bien hay temas diferentes, la agenda tiene temas comunes a esa mesa. Por ejemplo, las Farc y el Gobierno se demoraron 20 meses delineando el tema víctimas —que está en la agenda del ELN— hasta configurar la Jurisdicción Especial para la Paz. Eso ya está pactado.
El proceso con el ELN va a ser lo que los expertos llaman un proceso síntesis, lo que no quiere decir una paz exprés.
Con este gobierno se llevará el proceso a un punto de no retorno.
Usted conoce bien las comisiones negociadoras del ELN y del Gobierno, ¿qué personas serán claves para sacar este proceso de paz adelante?
Por el ELN serán claves “Pablo Beltrán”, es una ficha clave porque él es un dialogante, es una persona que va a cuidar la mesa y representa dignamente al ELN. Da confiabilidad en la comandancia y en la militancia de esa guerrilla.
También será clave “Aureliano Carbonell”, que vino del movimiento Unión Patria Libre, pero se quedó en el ELN. Es una persona con mucha legitimidad, en la guerrilla se le quiere y se le escucha mucho. Además, es un académico extraordinario, fundador de la Facultad de Sociología de la Universidad de Antioquia.
Y otra persona clave será el profesor Víctor Cubides (conocido como “Pablo Tejada”), quien militaba en el marxismo y ahora mira las cosas con mucho realismo. Una figura que todavía no está, pero que será clave, es la que represente al frente de Guerra Oriental, especialmente al frente Domingo Laín.
Por el Gobierno, será muy importante Juan Camilo Restrepo, una persona que el país reconoce como un negociador de temas agrícolas, desde los gremios. Es un hombre decente, dialogante y el equivalente a Humberto de la Calle en el proceso con las Farc.
Juan Sebastián Betancur, representante de los empresarios, es muy importante porque conoce los temas del agro, los problemas del conflicto, ha estado al frente del empresariado antioqueño y tiene una hoja de vida importantísima. Su participación será determinante.
Finalmente, será clave la participación y el papel de José Noé Ríos. Es el negociador más antiguo y con más experiencia que existe en el país, sabe solucionar conflictos laborales, regionales, sectoriales, conflictos armados. Tiene mucho acumulado y es una persona que siempre buscará el acuerdo.
El Gobierno y las Farc hicieron la paz, el país se encamina hacia la implementación y la guerra parece cosa del pasado. En este contexto, ¿cree que es la última oportunidad de diálogo para el ELN?
Sí, no veo otra la verdad. Si esta mesa llega a acabarse, sería un fracaso para el país. Otras oportunidades de solución política del conflicto ya no habrá, o serán con condiciones “a la baja”. El país está en una percepción de no guerra, no hay combates y eso es lo que desea la sociedad.
Quien inicie una nueva guerra va a ser condenado, no apoyado. La misma izquierda democrática asumirá una actitud muy crítica y adversa a quien quiera mantenerse en una guerra.
- Siempre circulan versiones sobre la falta de cohesión en esa guerrilla…
El ELN tiene todo el convencimiento y la decisión de entrar en el proceso, esa fue la posición que ganó en el Quinto Congreso y esa guerrilla es una organización democrática, mucho más que algunos partidos legales.
Ellos va con toda con esa decisión, pero hay dificultades, como que los cuatro frentes y las dos compañías que operan en Chocó (una de ellas tenía secuestrado a Odín Sánchez) están en la posición minoritaria de no apoyar los diálogos. Eso genera presiones e incomodidades en el Comando Central, pero ellos han dicho que van a apoyar, de manera disciplinada, el proceso.
No me cabe duda de que el ELN está cohesionado, lo que no significa que no haya disensos y minorías. Ahora, casi todas las estructuras de esa guerrilla están representadas en Quito, por lo que los procesos de consulta serán más ágiles.
El ELN es consciente de los cambios políticos tanto en la región como en el país, es consciente del momento histórico de Colombia y de la perspectiva de futuro. Lo peor que puede pasar es creer que se puede iniciar una nueva guerra, cuando nadie la quiere ni cree que se puede llegar a la toma del poder por esa manera.