La sequía y el aumento de monocultivos en la zona han generado una crisis alimentaria.
- La casa de la señora Lorenza del Toro a la entrada de San Cristóbal. Foto: Amdanda Helbein.
- Por: Daniel Montoya
La comunidad de San Cristóbal, un corregimiento de San Juan Nepomuceno, en los Montes de María, todavía no se sobrepone de los efectos de décadas de guerra y ya se le vino encima otra tragedia. La sequía que trajo consigo el fenómeno de El Niño acabó con los cultivos que servían de sustento a la mayoría de sus habitantes.
Como no hay agua, ni plata, ni cosecha, no hay cómo conseguir alimentos. Por esta razón, estudiantes de la Universidad Nacional de Bogotá, están camellando para ayudarle a la comunidad de San Cristóbal. Desde el 23 de abril andan recogiendo alimentos por diferentes colegios y universidades: su colecta ya suma 60 kilos de comida, pero necesitan más. Este jueves estarán en el Liceo Juan Ramón Jiménez de Bogotá y pasarán por la Universidad Pedagógica. Los habitantes de San Cristóbal aseguran que se trata de una crisis alimentaria.
Esta comunidad, además, es sobreviviente de la escalada de violencia que se ensañó con los Montes de María en la década del 90. En la región confluyeron todos los actores del conflicto armado y empezó la disputa de un territorio estratégico para los grupos armados: es el corredor que une la costa Atlántica con el occidente y centro del país. Según defensores de derechos humanos de la zona, se perpetraron 104 masacres y hubo cerca de 200.000 víctimas.
San Cristóbal, junto a corregimientos como Mampuján o Las Brisas en María la Baja, padeció el terror que sembró el bloque paramilitar ‘Héroes de Montes de María’, cuya avanzada, sumada a la ofensiva del Ejército, obligó a la guerrilla a retirarse de la zona. Después de la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia, el territorio recuperó la tranquilidad. Ahora no hay tránsito permanente de grupos armados por su territorio. El problema es que tampoco pasa la lluvia.
La sequía afectó los cultivos de aguacate de la comunidad y la situación terminó de empeorar con una plaga que los atacó. A pesar de que el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) realizó varios estudios para saber qué pasó, aún no hay un diagnóstico. En la comunidad aseguran que se debe a la contaminación ambiental de los monocultivos de palma de aceite que llegaron a la región y que usan agroquímicos en exceso.
Así, la comunidad perdió la cosecha de aguacate y los cultivos de pancoger, el sustento de alimentación diaria. Ni plata ni comida. Los pocos campesinos que pudieron rescatar sus aguacates deben venderlos a precios bastante bajos. Como la carretera que comunica a San Cristóbal con la cabecera municipal está en muy mal estado se necesitan intermediarios que suben en jeeps a recoger la cosecha y pagan 7.000 pesos por bulto.
Contraatacar el fenómeno del niño
- Mural en una de la sede del Consejo Comunitario Eladio Ariza en San Cristóbal. Foto: Amanda Helbein.
El próximo 26 de mayo, los estudiantes que están recogiendo alimentos para San Cristóbal volverán a la Nacional a participar en el festival “Parcho en la Nacho”, que tendrá diferentes bandas invitadas como gancho para motivar a los asistentes. El 28 de mayo habrá eventos en “La Aldea”, un bar ubicado en La Candelaria, centro de Bogotá, que contará con una “jornada cultural” en solidaridad con “los pueblos de Montes de María”. Después, los universitarios llegarán hasta San Cristóbal a entregar todo lo que alcancen a recoger durante este mes.
Sin embargo, la solución alimentaria es solo temporal. El grupo de estudiantes de la Nacional desarrollará un sistema de captura de agua en San Cristóbal para establecer pequeños sistemas de riego a las cosechas. Se trata de unos enormes canastos de bambú forrados en malla de polisombra, que suele ser utilizada para los cultivos, ubicados a una gran altura. La idea es poder condensar la humedad en el ambiente en el centro de la canasta y así almacenar el agua.
“Queremos montar al menos 10 canastos en la comunidad para poder llegar a los 100 litros en un día”, asegura Amanda Helbein, una de las personas involucradas en el proyecto. Según ella, la creación de cada uno de los canastos es de 500.000 pesos, pero están buscando la manera de construirlos con otros materiales para ahorrar costos.
Por ahora, estas son las soluciones momentáneas que se van construyendo con la comunidad de San Cristóbal. Sin embargo, hacen falta más que buenas intenciones para resolver a largo plazo la crisis que padece el corregimiento. La ayuda alimentaria, por lo menos, le dará un respiro a sus habitantes.