Romper la coraza: el hip hop bogotano propone | ¡PACIFISTA!
Romper la coraza: el hip hop bogotano propone
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Romper la coraza: el hip hop bogotano propone

Staff ¡Pacifista! - abril 7, 2016

OPINIÓN Seguimos el debate este sábado 9 de abril a las 10am por Radiónica.

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Foto Archivo

Por Silvie Ojeda*

Hace algunas semanas, unas amenazas al teléfono de Felix Báez, exfuncionario de Idartes y coordinador del Festival Hip Hop al Parque, pusieron sobre la mesa un extraño debate sobre el movimiento Hip Hop en Bogotá. Y digo extraño porque mientras muchos encuentran allí una manera eficaz para estigmatizar aún más aquello que por años ha sido estigmatizado, otros se preguntan qué está pasando con las amenazas y el festival, y por primera vez reflexionan sobre un grupo humano que lleva treinta años gestándose en Bogotá y el mundo. Mientras tanto ellos, los hoppers, desde su sentir, han respondido con la alegría de quien por primera vez tiene el megáfono para ser escuchado sobre el murmullo incesante de una ciudad que no se detiene.

Los hoppers no han entrado al debate de las amenazas, han respondido con propuestas, con intenciones, con razones, con historias.  Esa es la perla que se encuentra cuando se logra abrir la ostra, cuando alguna situación, muchas veces inesperada, permite transgredir ese límite invisible, esa coraza que nos ha sido impuesta a los que están dentro del movimiento y a los que no, porque las realidades sociales que vivimos nos alejan, nos desarticulan y nos llenan de miedo, a todos.

 

Barrio Las Cruces en Bogotá. Foto: Silvie Ojeda

 

No es una novedad  que ante una situación de miedo, el individuo responda con violencia. Y así actuamos, todos, porque la violencia no se restringe a las armas y los golpes, la violencia más desgarradora es la indiferencia ante el dolor del otro,  la subvaloración de su entorno, de sus ideales, de sus sueños y sus escenarios. Esa es la violencia que la Bogotá que no se detiene y que hoy se pregunta el porqué de las amenazas no ve, de la cual no es consciente.

Treinta años llamándolos “ñeros” peyorativamente, treinta años cerrando puertas y ventanas para no conocerlos, señalándolos por sus gorras o sus pantalones anchos, treinta años de no enterarnos de sus luchas más profundas, de sus reflexiones de barrio, de sus logros como colectivo, de su arte maravilloso. Y mientras la Bogotá que no se detiene ni se enteraba, en sus calles y en sus parques se gestaban espontáneas escuelas de breakdance, de rap, de graffiti, de scratch, que inspiraban a miles de jóvenes, que les ofrecían un horizonte y un futuro con el cual soñar.

 

Todocopas01
Presentación del grupo Todo Copas en Hip Hop al Parque 2015.

 

Y aún así, desprovistos de todo apoyo, estigmatizados e ignorados, lucharon sus espacios de encuentro. A fuerza de cantar en el parque de Las Cruces o en Ciudad Bolívar, fueron abriendo trocha y ganando espacios. Primero fue el teatro, al final de la década del 90 viajaron por el mundo haciendo una ópera rap que desafortunadamente aún no conocemos y que debería seguirse montando cada año en los colegios, pues cuenta una historia real y humana de los jóvenes en Bogotá. Vinieron también discotecas, discos, almacenes de ropa, emisoras, conciertos en la Plaza de Bolívar, en la Media Torta, en el parque El Tunal, fiestas multitudinarias, Hip Hop al Parque.

 

Barrio Las Cruces en Bogotá. Foto: Silvie Ojeda

 

Todo ganado a pulso, a punta de rap y break, a punta de creer en sí mismos y en su arte, sin mirar para afuera sino buscando adentro, en lo que se tiene para dar, como bien dice una canción emblemática de Gotas de Rap: “esto no es una protesta, es nuestra propuesta”. Y aún así la Bogotá que no se detiene sigue dormida, no se entera de la fuerza y la gran oportunidad que es para el país este movimiento, un grupo humano que se congrega, que se cuestiona, que piensa en cómo cambiar las realidades sociales que los condenan al ostracismo, a la falta de oportunidades y, muchas veces, a  la muerte.
Es pertinente y urgente abandonar la violencia que la Bogotá que no se detiene lleva años ejerciendo sobre los excluidos, abandonar el estigma, la indiferencia y la subvaloración para poder romper la coraza y dejarse sorprender por un movimiento activo, dinámico y poderoso que exige una mirada más justa, más cercana y más real, que nos permita entender que el Hip Hop es calle, barrio, vida, y como la vida, tiene días tristes.