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¿Qué es la Semana Psicoactiva y por qué vale la pena ir?
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¿Qué es la Semana Psicoactiva y por qué vale la pena ir?

Andrés Bermúdez Liévano - abril 18, 2018

Este jueves y viernes no se pierda la Semana Psicoactiva en Bogotá, que girará en torno a soluciones de la sociedad civil para el problema de las drogas. Por Andrés Bermúdez Liévano

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Julian Quintero, director y cofundador de Acción Técnica Social.

Este artículo forma parte de nuestro Proyecto Coca II – Misión Rural. Para ver todos los contenidos haga clic acá.

Los colombianos estamos muy acostumbrados a ser uno de los países que más produce drogas en el mundo. Por eso nos cuesta trabajo ver que, al mismo tiempo y sin que una cosa se excluya con la otra, también hemos venido aportando soluciones para el problema a nivel mundial.

Los dos proyectos bandera de Acción Técnica Social (ATS) –una ONG que trabaja en temas de salud pública para el consumo de drogas– son considerados modelos exitosos de cómo reducir los riesgos y los posibles daños que tienen las drogas para quienes las consumen.

El primero de ellos, Échele cabeza cuando se dé en la cabeza, lleva siete años haciendo análisis gratuitos de sustancias en espacios de fiesta como Rock al Parque o Estereo Picnic. Y Cambie, un piloto que funcionó durante años en cuatro ciudades del país y se encargó de entregarle jeringas nuevas a los consumidores de heroína. Con ello, buscaba reducir las posibilidades de contagio –por agujas usadas– de enfermedades graves como el VIH/Sida o la hepatitis C.

Desde hace dos años, ATS viene organizando una Semana Psicoactiva en Bogotá en donde conversan sobre soluciones para el problema de las drogas. Y este año pinta aún mejor: este jueves y viernes se reunirán en la Biblioteca Virgilio Barco de Bogotá 14 invitados internacionales, incluidos expertos muy reconocidos como Carl Hart, el neurocientífico de la Universidad de Columbia que probó que la penalización selectiva y sin evidencia científica del crack –y no de la cocaína– llevó a que miles de afro-americanos terminaran en las cárceles gringas, mientras muy pocos blancos sufrieron la misma suerte.

¡Pacifista! habló con Julián Quintero, director y cofundador de ATS, sobre qué esperar de la Semana Psicoactiva.

¿Qué es la Semana Psicoactiva?

Es un espacio donde nosotros, como sociedad civil, queremos poner en lo más alto de la agenda pública las nuevas propuestas y respuestas al problema de siempre, pensando en la innovación y en construir redes.

¿Cuál es ese problema? Pues las drogas y el prohibicionismo, y todos los efectos que nos ha dejado. ¿Por qué son diferentes? Porque intentamos traer otras maneras de resolver el problema, que sí estén dando resultados y que congreguen a más actores.

¿Y por qué construir redes? Nos vamos a reunir dos días previos a las conferencias magistrales para hacer talleres sobre temas específicos, que no solo cualifiquen y formen a la gente en soluciones puntuales como el análisis de sustancias psicoactivas en espacios de fiesta, sino que además permitan establecer redes internacionales de trabajo en esos temas. Luego vienen los dos días de conferencias abiertos al público, para que charlemos sobre esas mismas soluciones.

¿Qué tipo de cosas podemos compartir los colombianos con el resto del mundo?

Comparados con el continente, Colombia es el país que está más avanzado en el análisis de sustancias en espacios de fiesta, con Échele cabeza. Vienen ocho países a que conversemos del tema porque, por ejemplo, los argentinos acaban de crear un grupo en vista de que se estaban muriendo de 5 a 7 personas cada año en festivales. Los ecuatorianos igual, porque están empezando a tener problemas con las drogas de síntesis.

Estos talleres permiten que la gente se actualice, que comparta mejores prácticas y que terminemos con algún capullo de trabajo en una red. Venimos a preguntarnos cuál es el problema que tenemos y cómo cada uno lo está solucionando.

¿Por qué es importante poner esas miradas sobre la mesa?

Estamos convencidos de que necesitamos interpretaciones contemporáneas a los problemas de la política de drogas.

Queremos poner temas de avanzada: muchas veces la gente dice ‘No, esto nunca va a llegar aquí’, pero –por ejemplo- en 2012 que hicimos la conferencia latinoamericana de reducción de daños estábamos hablando de drogas de inyección y tres años después vimos que estalló en Colombia el fenómeno por los estudios de VIH y epidemiología. Luego, en la primera Semana Psicoactiva, trajimos a los de Uruguay y Colorado [en Estados Unidos] para hablar de regulación de mercado de marihuana medicinal y, cuatro años después, vimos que se reguló en Colombia.

Fuimos los primeros que hicimos conferencias de estos temas en Colombia y trajimos a esta gente. Lo que nos demuestran esas conferencias anteriores es que sí hemos podido poner respuestas alternativas al problema de siempre y que éstas después sirven. Es decir, sí hemos podido tener la prospectiva para identificar las soluciones que se volverán relevantes.

Cuéntenos un poco más de las soluciones que vamos a ver.

Le pongo un buen ejemplo: viene Rainer Schmid, que fue el primero que hace 30 años hizo análisis de drogas de síntesis para uso recreativo en fiestas en Viena, a través de un proyecto completamente informal que se llamaba Check it con la idea de que había sustancias más problemáticas que otras y que había que entender qué estaba consumiendo la gente.

Y mire hoy: este tipo de programa existe en más de 30 países, incluida Colombia. Nosotros [con Échele cabeza] pasamos de 4 mil análisis este año, somos el que más hace evaluaciones en América y somos visto como un actor idóneo para compartir información con las agencias del Estado en consumo problemático de drogas.

El análisis de sustancias psicoactivas es una de las soluciones que más han ayudado a reducir riesgos para consumidores en Colombia. Foto: ATS.

¿Qué otra solución tendrá un lugar protagónico?

También viene Jakob Huber, que abrió la primera sala de inyección de drogas en el mundo en Suiza en los años ochenta. Era un trabajador social que trabajaba en el famoso Parque de las Jeringas de Berna –en una época en que había muchísima heroína- y que abrió un pequeño espacio para darles café y ropa en invierno. Un día habilitó una mesa en el café y les dio jeringas nuevas y –unos dos años después- Suiza la reconoció oficialmente como una solución al problema.

Hoy hay más de un centenar de salas de consumo supervisado en el mundo, reguladas por el Estado, como manera de reducir el riesgo y el daño entre personas que presentan un consumo problemático.

¿Qué tienen en común estas soluciones?

Están demostrando mayor eficacia las acciones de salud pública y de educación, que las de prohibicionismo. Y tienen un elemento adicional: involucran a toda la sociedad en la búsqueda de la respuesta, en vez de esperar que ésta venga de la avioneta [de fumigación], del soldado o de la policía.

Una respuesta en reducción de daño es una comunidad entera –los consumidores incluidos- buscando una respuesta a un problema, en vez de esperando que las autoridades se la resuelvan. Es una solución social.

Están demostrando mayor eficacia las acciones de salud pública y de educación frente a las drogas, que las de prohibicionismo

¿Qué rol cumple entonces la sociedad civil en estas soluciones?

¿Por qué la sociedad civil va muchas veces un paso más adelante que el Estado en términos de conocimiento? Porque los Gobiernos suelen compartimentar la información y –encima de eso- muchas veces no están trabajando en la lógica de la salud pública, sino de la persecución.

Mientras tanto, el programa nuestro Échele cabeza inspiró programas similares de análisis de sustancias en Argentina, Ecuador y Chile y nosotros hemos venido trabajando con ellos en que comiencen a andar. Hay espacios más horizontales para compartir información y trabajar juntos.

El pionero de los análisis de sustancias psicoactivas, en Austria hace 30 años, es uno de los invitados a la Semana Psicoactiva. Foto: ATS.
¿Cómo estamos comparativamente en Colombia?

Si se para en América Latina, estamos de la mitad para arriba en términos de que hemos logrado sensibilizar a la sociedad y hemos logrado elementos en la política pública que nos han permitido intentar cosas novedosas. Pero tenemos una clase política que no le ha querido apuntar a eso, porque se ha formado y alimentado a partir del prohibicionismo.

¿Y a nivel de sociedad civil?

A nivel de sociedad civil, Colombia tiene un trabajo muy interesante: nos vienen a mirar y nos invitan a contarlo por fuera.

¿De dónde más -si no un contexto como el colombiano donde nos ha dado tan duro el prohibicionismo y donde todo el mundo ha salido tan golpeado- salen propuestas tan pragmáticas como la regulación del cannabis para medicina o darle jeringas a las personas con consumo problemática? Por ejemplo, salvo una excepción en el norte de México, en América Latina nadie más reparte jeringas y –bien o mal- se hace desde el Estado.

¿Por qué es importante que pensemos en soluciones para reducir el riesgo y el daño?

El porcentaje de personas que consumen sustancias siempre ha aumentado de una manera sostenida pero bastante pequeña. El problema real no es que más personas consuman, sino que quienes consumen de manera recreativa o habitual se conviertan en un problema para la sociedad.

Cuando usted tiene acciones de reducción del riesgo o del daño, no está intentando convencer a una persona que deje el consumo de sustancias. En esa medida, está permitiendo que haya un diálogo con esa persona. En cambio, cuando le llega a esa persona con la lora de los 12 pasos para dejar la droga o de encerrarlo, la persona se bloquea y usted pierde la conexión con ella.

Por eso, entonces, estamos hablando de hacer dos cosas importantes: primero, evitar que los consumos que ya existan se vuelvan un problema y, segundo, tener diálogos con personas con quien nadie dialoga.

El programa de entrega de kits, con jeringas nuevas, funcionó por cinco años en cuatro ciudades. Foto: ATS.

Es decir, ¿partimos de reconocer que hay distintas maneras de consumir y que unas son peores que otras?

Sí. Y que permitir que esas personas accedan a servicios de salud (como jeringas nuevas) puede derivar en cambios de comportamientos para sus vidas y a una auto regulación de su consumo que les ayude a ser más funcionales.

Es reconocer que es importante estar en diálogo con un gente que no quiere abandonar su consumo, así esté muy mal. Y que, cuando solo les da la opción de no consumir, se termina negándoles la posibilidad de acceder a servicios muy importantes y el consumo se vuelve más problemático. Es ahí cuando se dispara el VIH o la hepatitis C.

¿Cómo afecta eso a los demás que no consumen?

De una manera fundamental: tiene un costo enorme para el sistema de salud. Un paciente de hepatitis C le puede costar al Estado de 3 a 5 millones de pesos al trimestre, mientras que repartir jeringas puede valer 200 mil pesos al mes.

Al final, se trata de entender que el consumo abusivo de una persona puede volverse problemático para su salud, muy costoso para el sistema de salud y puede tener un impacto social muy alto.

¿Qué otros casos van a presentar este año?

Se van a presentar dos estudios muy relevantes este año: uno del Transnational Institute (TNI) holandés sobre cómo se está dando el cultivo de amapola y el procesamiento de heroína en Colombia y en México. Y el otro, una propuesta de regulación del mercado de cocaína para 2034 que hicimos nosotros y que ya presentamos en Viena en los espacios de sociedad civil de la Comisión de Estupefacientes de Naciones Unidas.

Estos dos estudios son rutas de trabajo para el cambio de paradigmas en el abordaje de estos temas, que nos pueden ayudar a pensar en soluciones a mediano y a largo plazo, no solo ahora.

¿Usted siente que en Colombia estamos hablando suficiente sobre los problemas derivados de la política de drogas?

Lo que hablamos de drogas en Colombia, a nivel de toda la sociedad, está ligado solo a las noticias y nunca al conocimiento: nuestra única referencia del tema es la imagen de un par de manes capturados, con dos bolsas grises en frente y la policía parada detrás.

Ahora mismo estamos volviendo a ver la mediocridad del inmediatismo falso, de pedir fumigación y cárcel para consumidores, cuando hay evidencia clara de que eso no ha funcionado ni a corto ni a largo plazo. Si la sociedad en su conjunto sigue pidiendo medidas coercitivas y policivas para resolver este problema, va a terminar siendo víctima también de esa maldita guerra.

Nosotros no venimos a hablar de nada de eso: no vamos a mostrar una mano podrida por el Krokodil [la droga sintética que nació en Rusia y que se ha vuelto famosa porque carcome toda la piel], ni tampoco vamos a mostrar un testimonio de una niña que salió de un tratamiento después de estar en el Bronx. Venimos a pensar en las soluciones a problemas concretos como cómo ayudar a que los consumos problemáticos dejen de serlo.

Además, es otro tipo de conferencia: hemos pensado una serie de cosas muy rompedoras para que venir sea toda una experiencia y no sea solamente unas personas hablando en unos paneles.

Lo que hablamos de drogas en Colombia está ligado solo a las noticias y nunca al conocimiento.

¿Invitaría a los candidatos presidenciales a la Semana Psicoactiva?

Qué bueno que todos los candidatos presidenciales y los parlamentarios mandaran a sus asesores a esta conferencia para que decidan si quieren volver a perder el tiempo durante cuatro años volviéndonos a meter en la misma mierda o si quieren intentar caminos diferentes para abordar este tema.

Por último, es la primera vez que cobran la entrada a la Semana Psicoactiva. ¿Cómo fue esa reflexión?

Esta es una causa de la sociedad civil. Hicimos un esfuerzo por traer gente muy buena de todo el mundo, sin apoyo del Estado ni de la empresa privada. Si la gente valora el trabajo que hemos hecho estos diez años, ojalá nos apoye yendo al evento, circulando la información sobre estas soluciones y pagando.

Cobrar por este evento es todo un reto para nosotros. Hemos hecho esta conferencia dos veces ya apoyados por un tercero, hemos hecho una conferencia latinoamericana de drogas y otras tres conferencias internacionales sobre reducción de daños. Es decir, esta puede ser tranquilamente nuestra séptima conferencia, pero es la primera donde le estamos pidiendo a la gente que aporte algo. Traemos el mejor cartel hasta la fecha y ha sido muy bonito porque ha sido totalmente auto-gestionado.