Diez jóvenes que huyeron de conflictos en Asia y África participarán como un equipo en Río 2016.
- Yusra Mardini salió de Siria por la guerra que libra su país contra el Estado Islámico. Hace parte del Equipo Olímpico de Refugiados
- Por: Daniel Montoya
El 5 de agosto, en la inauguración de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro (Brasil), un grupo de 10 atletas desfiló sin una bandera. No representan a ninguna nación porque les tocó escapar de las propias. Por primera vez, el evento deportivo más importante del planeta cuenta con el Equipo Olímpico de Refugiados (ROA, por sus siglas en inglés).
“Su participación en las Olimpiadas es un tributo al valor y la perseverancia de todos los refugiados al superar la adversidad y construir un futuro mejor para ellos y sus familias”, aseguró en un comunicado Filippo Grandi, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Y no es para menos: según cifras de este organismo, 59,5 millones de personas “se han visto obligadas a huir de sus hogares a causa de los conflictos y la persecución”. Por eso, insistió Acnur, el equipo de refugiados le mostrará al mundo “su capacidad de resiliencia y sus talentos sin explotar”.
Dos nadadores sirios, dos yudocas de la República Democrática del Congo, un maratonista de Etiopía y cinco corredores de Sudán del Sur conforman el grupo de refugiados. Esta selección salió de una convocatoria previa en la que el Comité Olímpico Internacional (COI) escogió a 43 atletas de alto nivel que estaban en capacidad de competir y habían salido de sus países huyendo de la violencia.
Yolande Mabika, una de los yudokas que viene del Congo, le explicó a Acnur que cuando se vio separada de su familia por los combates en su país lloró muchísimo y empezó “con el yudo para tener una vida mejor. Espero que mi historia sea un ejemplo para todo el mundo. Quizás mi familia me verá y podamos volver a reunirnos”.
Por su parte, Paulo Amotun Lokoro, maratonista de Sudán del Sur, le aseguró al mismo organismo que corre “en nombre de todos los refugiados. Fui uno de los que estaban allí, en el campamento, y ahora estoy en una situación que apenas me podía imaginar”.
En ese punto coincide la nadadora siria Yusra Mardini: “Quiero representar a todos los refugiados porque quiero demostrar que, tras el dolor, tras la tormenta, llega la calma. Quiero servirles de inspiración”. Lo mismo cree Yiech Pur Biel, de Sudán del Sur. “Puedo demostrarles a mis compañeros refugiados que hay oportunidades y esperanza en la vida. A través de la educación, pero también del atletismo, puedes cambiar el mundo”.
- Yusra Maridini en uno de los entrenamientos para participar de los juegos de Rio 2016. Foto tomada del COI.
La delegación de deportistas refugiados será tratada como una de las 206 naciones que competirán en los Juegos Olímpicos. Pero actuarán bajo la bandera de los seis anillos que representan las Olimpiadas porque “estos atletas no tienen ningún equipo nacional, no tienen una bandera detrás de la cual marchar, ni un himno por el cual cantar”, como lo explicó Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional, en la comunicación donde se anunció la participación de este equipo.
Desde hace más de 20 años, el COI ha venido trabajando con Acnur “usando el deporte para sanar las heridas del exilio y desarrollar habilidades en jóvenes”. Al ser la primera vez que unos jóvenes refugiados participan en las Olimpiadas la idea es que, con el apoyo de diferentes comités olímpicos nacionales, el grupo siga creciendo y se termine de consolidar para la siguiente edición de los Juegos Olímpicos en Tokyo 2020.