En una carta dirigida a esa guerrilla, la campaña "Por una paz completa" respaldó la propuesta de frenar la confrontación militar.
- A finales de 2015, varias organizaciones sociales y de víctimas caminaron por las calles de Tame (Arauca) para pedirles al Gobierno y al ELN que iniciaran la fase pública de conversaciones. Foto: Santiago Mesa
En una carta dirigida a “Antonio García” y “Pablo Beltrán”, integrantes de la delegación de paz del ELN, la campaña “Por una paz completa” respaldó la propuesta de frenar la confrontación militar entre el Gobierno y esa guerrilla, que se libra en más de 13 departamentos del país.
La medida serviría, según la campaña, para “avanzar en las confianzas mutuas necesarias para que las partes puedan volver a sentarse atendiendo el compromiso que hicieron con el país” el pasado 30 de marzo, cuando anunciaron en Caracas (Venezuela) la instalación de la fase pública de conversaciones.
Desde entonces, la negociación entre el Gobierno y el ELN se encuentra congelada. El presidente Juan Manuel Santos decidió que no retomaría los diálogos hasta que la guerrilla no liberara a los secuestrados, mientras el ELN declaró que el tema debía abordarse durante el desarrollo de la agenda.
Ante ese panorama, las organizaciones que integran la campaña propusieron que “el tema humanitario sea uno de los primeros a abordar en la mesa de conversaciones”, tal como lo han sugerido otras plataformas y académicos que respaldan la negociación.
La carta de “Por una paz completa” está firmada por la Casa de la Mujer, la Asociación Minga, el Congreso de los Pueblos, la RedProdepaz y las comisiones ciudadanas de reconciliación y paz de Arauca, Arauquita, Cravo Norte, Fortul, Puerto Rondón, Saravena y Tame (Arauca), entre otras organizaciones, investigadores, analistas políticos y congresistas.
En ella, además de impulsar la declaratoria de un cese bilateral al fuego, los firmantes le aseguraron al ELN que “no perdemos la esperanza que se potenció el 30 de marzo (…), puesta en ver que el camino para la paz es el diálogo transformador, la concertación y la búsqueda de salidas civilistas”.
Asimismo, le dijeron a la delegación de paz de esa guerrilla que “confiamos en la voluntad y entereza tanto del Gobierno, como de ustedes, en lograr superar los momentos de fragilidad y tensión por los que atraviesa el proceso”. Y opinaron que “Colombia necesita un gran acuerdo nacional de superación de la violencia para comenzar a resolver los conflictos generados por la exclusión, la inequidad y la injusticia”.
La comunicación hace parte de un intercambio por escrito que mantienen los integrantes de la campaña con el ELN desde el pasado 16 de julio. Ese día distintas organizaciones sociales le remitieron una carta a las delegaciones del Gobierno y de la guerrilla para pedirles la reanudación de las conversaciones. En ella, declararon que “urge superar las tensiones que todo proceso de negociación implica” y que “confiamos en la madurez y la voluntad de las partes y les animamos a que sigan con el corazón y los ojos puestos en el horizonte de un valor supremo: un país sin conflicto social y armado”.
En esa oportunidad, manifestaron que es necesario negociar con todas las organizaciones insurgentes y que el país requiere “modelos de participación más democráticos, creativos, constructivos y despolarizados” para que la sociedad civil pueda tramitar sus demandas de cambio.
Once días después, el ELN respondió a la misiva en el editorial del número 535 de su revista Insurrección, titulada “Firmar y congelar, una táctica”. En ese documento, opinó que la demora en la instalación de la mesa era responsabilidad del Gobierno, que buscaba “aislar y presionar al ELN con lo que se va pactando (con las Farc) en La Habana”. Además, insistió en que el tema del secuestro debía abordarse durante las conversaciones, para lo cual propuso buscar soluciones a los asuntos humanitarios “en la medida que vamos desarrollando la agenda”; es decir, de manera paralela a la negociación de los demás puntos.
Respecto a la confrontación militar, la guerrilla dijo que “si ya se firmó un acuerdo de cese bilateral del fuego del Gobierno con las Farc-Ep, lo más sensato sería que se extendiera también con el ELN”, porque “aliviaríamos así con más prontitud los distintos dolores, crearíamos un clima más favorable y un ambiente de mayor simpatía”. También declaró que para destrabar el diálogo, cuya primera sesión se realizaría en Quito (Ecuador), “se necesita más presión de la sociedad en su conjunto, más objetividad y más fuerza de quienes están por la solución política”.
Pero la decisión de cesar la confrontación militar parece estar lejos de la voluntad real de las partes. A comienzos de julio, durante la conmemoración de su aniversario número 52, el ELN incrementó sus acciones en distintos departamentos y el Ejército continuó la ofensiva contra las finanzas y los comandantes de esa organización. El inamovible del Presidente frente a los secuestrados y la aspiración de la guerrilla de pactar grandes reformas no auguran prontas soluciones.
Pese a ello, y en su última carta al ELN, las organizaciones y personalidades que integran “Por una paz completa” declararon que “por nuestra parte seguiremos trabajando incansablemente en acciones de incidencia que permitan a toda Colombia participar activamente en estos diálogos de paz, absolutamente necesarios para lograr un gran diálogo nacional por la reconciliación”.