La Fundación Batuta promueve el primer Seminario Internacional de Música y Transformación Social, que propone a la música como elemento de poder para la construcción de paz.
La música como herramienta de construcción de paz, como oportunidad, como camino de reconciliación. Esa es la idea que se tomará Bogotá del 4 al 7 de octubre, a través de 50 experiencias de distintos rincones del planeta donde la música y su poder transformador han sido eje para superar situaciones adversas. Las podremos ver en diferentes escenarios del centro histórico de Bogotá, durante el Seminario Internacional de Música y Transformación Social –promovido por la Fundación Batuta–, al que asistirán más de 400 agentes culturales de todo el mundo.
Habrá conferencias, paneles y mesas que abordarán la relación de la música con el territorio, la ciudadanía, la identidad en entornos comunitarios y la guerra, entre otros temas. También, talleres de práctica vocal, percusión corporal, práctica orquestal y composición musical contemporánea, dirigidos a músicos profesionales, estudiantes de música y otros perfiles profesionales. Además, cada noche, al finalizar la jornada, habrá conciertos gratuitos al aire libre.
Streetwise Opera, del Reino Unido; Ecos, de México; Ingoma Nshya, de Ruanda; Guri Santa Marcelina, de Brasil; Afghanistan Institute of Music, de Afganistán; El Sistema de Orquestas de Venezuela, la Orquesta Cateura de Paraguay, y muchos otros, vendrán a contar cómo transformaron sus sociedades a través de la música.
Por Colombia, participan Crew Peligrosos, las Cantaoras del Pacífico Sur, la Escuela de Música Desepaz de Cali, la Escuela de Música Lucho Bermúdez de Carmen de Bolívar y la Fundación Nacional Batuta, entre otros.
De todas las historias, tal vez la más potente de las que veremos en el festival, es la de Ingoma Nshya, el primer grupo de mujeres tamborileras de Ruanda. El grupo es una forma de terapia colectiva que ha ayudado a la sanación de las mujeres a través del arte y la creación.
Ruanda vivió una de las peores masacres de la historia de la humanidad. El capítulo de horror comenzó el 6 de abril de 1994, cuando el avión que transportaba al presidente del país y miembro de la mayoría hutu fue derribando. Todos los que estaban abordo murieron y, pocas horas después, extremistas hutu se tomaron el poder y desataron una ola de asesinatos contra la minoría tutsi. Casi el 11% de la población fue asesinada. En solo 100 días murieron entre 800.000 y un millón de personas, en su mayoría tutsis. El objetivo era exterminarlos. Pero además de los asesinatos hubo otras prácticas despiadadas como violaciones masivas, amputaciones a punta de machete, ejecuciones de niños y personas quemadas vivas. El genocidio fue tal, que terminó por alterar el orden y las jerarquías sociales del país.
Los tambores, que antes solo podían ser tocados por algunos hombres selectos, empezaron a tocarlos las mujeres y las miembros del grupo Ingoma Nshya fueron las primeras en hacerlo. Esa fue su forma de terapia, de enfrentarse al genocidio y seguir.
Otra destacada, aunque no tan horrorosa y sanguinaria como la de Ruanda, es El Sistema, de Venezuela. También conocido por muchos como “el milagro musical venezolano”, un programa nacional de orquestas y coros juveniles dirigido principalmente a niños, niñas y jóvenes de escasos recursos. Actualmente cuenta con 787.000 participantes distribuidos en 1.681 orquestas juveniles, infantiles y pre-infantiles, 166 agrupaciones del Programa Alma Llanera, 1.389 coros infantiles y juveniles, 1.983 agrupaciones de iniciación musical y más de 10.000 profesores en los 24 estados de Venezuela.
El Sistema es una obra social y cultural del Estado venezolano, creado en 1975 por José Antonio Abreu, quien empezó dando clases él mismo. El programa busca crear oportunidades y nuevos caminos para los jóvenes venezolanos, sobre todo los más vulnerables, aquellos que viven en la pobreza y contextos violentos. Del total de alumnos, el 75% de las niñas, niños y adolescentes que atiende El Sistema viven por debajo del índice de pobreza. Gustavo Dudamel, quien es hoy el director de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, Estados Unidos, se ha convertido en la muestra de lo exitosos que puede ser el programa, pues se formó ahí.
Por Paraguay estará la Orquesta de Instrumentos Reciclados Cateura. Una iniciativa nacida en 2012 de la mano de Fabio Chávez, su director, que pretende formar a través de la música a niños, niñas y jóvenes que viven en la condiciones de vulnerabilidad y exclusión social y están ubicados alrededor de Cateura, el principal y más grande basurero de Asunción, la capital de Paraguay. Es justamente del vertedero de donde sacan los materiales para construir sus instrumentos.
La orquesta, que entre su repertorio tiene música clásica, música folklórica, música paraguaya y latinoamericana y versiones de bandas y artistas destacados como The Beatles y Frank Sinatra, logra interpretarlos a partir de instrumentos construidos por ellos mismos con material reciclado, principalmente residuos sólidos domiciliarios que terminan imitando violines, violas, contrabajos, guitarras, flautas, saxofones, trompetas, trombones e instrumentos de percusión.
Pensando en el posconflicto y en el reto de construcción de paz que tendrá la sociedad colombiana de ganar el sí en el plebiscito, este evento servirá de ejemplo para emprender camino. Según la Ministra de Cultura, Mariana Garcés, “esperamos ser capaces de reconciliarnos y de vivir en un nuevo país en el cual las prácticas artísticas, tal y como lo han demostrado muchas comunidades de Colombia con quienes venimos trabajando para resarcir heridas de la guerra, tengan un papel central. En este momento de Colombia, en el que nos preparamos para el posconflicto, una reflexión como la que convoca el Seminario es más que bienvenida”.
El Seminario Internacional Música y Transformación Social es organizado por la Fundación Nacional Batuta y el British Council, con el apoyo del Ministerio de Cultura, el Banco de la República, la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá, el Instituto Distrital de las Artes –Idartes y la Orquesta Filarmónica de Bogotá -OFB.