'Con la música se tejen afectos': así fue el concierto del Pacífico en Bogotá | ¡PACIFISTA!
‘Con la música se tejen afectos’: así fue el concierto del Pacífico en Bogotá Concierto en el Teatro Mayor Julio Mario Santodomingo.
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‘Con la música se tejen afectos’: así fue el concierto del Pacífico en Bogotá

Staff ¡Pacifista! - julio 16, 2019

El evento, organizado por la Fundación Nacional Batuta, mostró otro rostro de Chocó: el de los alabaos, la contradanza y el son chocoano.

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Sucedió en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, en el norte de Bogotá. Eran las 5 de la tarde del domingo 14 de julio. Con la luz de una tarde soleada, 156 niños y jóvenes caminaron hacia el teatro. De ellos, 24 veían con curiosidad el paisaje. Ellos venían desde Quibdó, Chocó, con marimbas, bombardinos, redoblantes y otros instrumentos esenciales para interpretar los ritmos del Pacífico que sonarían en el escenario.

Las coristas se acomodaron al fondo. Los violinistas en la primera fila. En frente: un auditorio con una capacidad para 1.320 espectadores. Este concierto prometía algo distinto: “paisajes sonoros de la selva del Darién y las cuencas de los ríos Atrato y San Juan”. Recorrer estos parajes significa escuchar ritmos de la jota, porro chocoano, alabaos, contradanza, son chocoano, rumba y bambazú. En el escenario, entonces, se veía reflejada una diversidad musical con intérpretes de diferentes lugares de origen. Los músicos jóvenes  que estaban en la tarima representaban a la Orquesta Sinfónica Libre de Quibdó, la Orquesta Batuta Bogotá y el Coro Juvenil Batuta San Rafael. Instrumentos como el clarinete, el bombardino, el bombo y los platillos tomaron protagonismo en esta presentación.

Las voces de las jóvenes mujeres del Pacífico hicieron eco en un auditorio que cambiaba de ánimos  y colores. Las canciones transmitían no solo unos ritmos tradicionales del departamento chocoano, también hablaban sobre la realidad y la religiosidad de la población afro. Los coros tenían una fuerza adicional que venía de la raíz de los maestros Indalecio Sánchez y Carlos Lagares, cuyas voces se fundieron en varios momentos con las voces de las jóvenes chocoanas. El concierto estuvo dirigido por Carlos Eduardo Escalante, coordinador musical del Centro Musical San Rafael.

En el teatro había pocas sillas vacías. Y fue, como lo anticipó María Claudia Parias, directora de la Fundación Nacional Batuta, “una ocasión para poner en escena la importancia que tiene conformar redes de conocimiento y de afecto: eso es lo que logra Batuta cuando se propone romper las barreras geográficas, culturales y sociales en favor del poder transformador de la música”. Se podría agregar que fue un concierto no solo para escuchar un paisaje sonoro para muchos desconocido, sino para entender que la riqueza cultural de Chocó ha sobrevivido a la guerra. Hoy, vale la pena recordarlo, Chocó es uno de los departamentos más afectados por el conflicto armado: en el primer semestre de 2019, según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, 12.837 personas han resultado afectadas directamente por el conflicto armado en la región.

El sentido de unir lazos culturales

Que los jóvenes de Chocó tengan la oportunidad de tocar en frente de las personas que habitan en Bogotá puede fortalecer lazos culturales, muchos de ellos fragmentados por la guerra. Sobre este tema, Batuta señala que desde 2001 está trabajando en el Pacífico colombiano. Ese año, por ejemplo, implementó el programa “Déjate tocar por la música”, hoy conocido como “Música para la reconciliación”.  Hoy, la Fundación cuenta con tres orquestas y tiene 16 centros musicales ubicados en Istmina, Quibdó, Riosucio, Unguía – estos municipios de Chocó –  y otros en Tumaco (Nariño) y Buenaventura (Valle del Cauca). En total son 2.248 niños, niñas y adolescentes que hacen parte de estos programas que, en territorio, pueden mostrar otro camino de vida distinto al de la guerra.

Justamente, la idea con estos conciertos es trascender ciertas barreras incluso imaginarias. En el municipio de Itsmina, por ejemplo, donde hoy las Autodefensas Gaitanistas dominan el territorio, Batuta tiene un centro de formación en donde 140 niños y niñas asisten regularmente para aprender a expresar sus sentimientos desde la música. De acuerdo con la fundación, “la articulación de las músicas populares propias de la región con el repertorio académico internacional teje una red sólida que permite disminuir una brecha que aún hoy sugiere aislamiento y la negación a la comunión entre repertorios específicos universales y ciertos instrumentos de la región”.

Aquí les dejamos el video que hicimos en ¡Pacifista!:

https://www.facebook.com/PACIFISTACOL/videos/2300568336851147/?epa=SEARCH_BOX