El año que termina podría ser el de mayores avances en la historia de una negociación con las Farc. Le explicamos por qué. Suspensión de bombardeos Los primeros meses de 2015 fueron de calma. El cese al fuego unilateral declarado por las Farc desde el 20 de diciembre del año
El año que termina podría ser el de mayores avances en la historia de una negociación con las Farc. Le explicamos por qué.
Suspensión de bombardeos
Los primeros meses de 2015 fueron de calma. El cese al fuego unilateral declarado por las Farc desde el 20 de diciembre del año anterior representó para muchas regiones del país uno de los periodos de menor confrontación en la historia reciente de Colombia.
El cumplimiento por parte de la guerrilla de los compromisos asumidos llevó a que, a mediados de marzo, el Gobierno ordenara a la Fuerza Pública suspender los bombardeos contra los campamentos de esa guerrilla.
Esa decisión implicaba renunciar a la principal ventaja estratégica de las fuerzas del Estado contra la guerrilla y, por tanto, fue duramente criticada. Sin embargo, fue también una de las primeras acciones, por parte del Gobierno, encaminadas a desescalar el conflicto: nada diferente a bajar la intensidad de los enfrentamientos armados.
Representaba, también, una expresión de la confianza que venía construyéndose en la mesa de La Habana. Mucho más cuando el Gobierno explicaba que la medida se justificaba en tanto la guerrilla estaba cumpliendo con su cese al fuego.
“Es cierto que tomamos la difícil decisión de dialogar en medio del conflicto, pero eso no significa que no podamos comenzar a desescalarlo, evitando, por ejemplo, que afecte a civiles y a niños. Es lo lógico por el progreso que se ha logrado. Y es lo conveniente”, dijo el presidente Santos al explicar su decisión.
Acuerdo de desminado
Con el mes de marzo llegó otra noticia que expresaba avances sólidos en el proceso. En un comunicado conjunto de las delegaciones negociadoras se anunció que el Gobierno y las Farc habían logrado un acuerdo para iniciar un proyecto de desminado humanitario.
Los negociadores explicaron que se trataba de un acuerdo “para avanzar en la construcción de confianza y con el fin de contribuir a generar condiciones de seguridad para los habitantes que se encuentran en zonas de riesgo por la presencia de minas, artefactos explosivos improvisados, municiones sin explotar y restos explosivos de guerra”.
Aunque en ese momento no se definieron los lugares en que se adelantaría el desminado, pocas semanas después se anunció que el comienzo del plan piloto sería en la vereda El Orejón del municipio de Briceño, Antioquia.
Hasta ese lugar se desplazaron representantes del Gobierno, de las Farc y de la organización humanitaria Ayuda Popular Noruega, que fue delegada por las partes para desarrollar el proceso junto con el Batallón de Desminado Humanitario del Ejército.
El proyecto se inició a finales de mayo en medio de dificultades por las características del terreno, el número de minas y los riesgos de una actividad que, incluso, cobraron la vida de un soldado.
Aunque existen críticas de la comunidad de El Orejón por el incumplimiento de algunos compromisos sociales que asumieron las partes cuando se inició el proyecto, el acuerdo sigue representando el primer paso en la descontaminación de explosivos, que puede durar más de una década.
Los soldados del Cauca
Pese al clima de tranquilidad que se percibía con el cese al fuego de las Farc y la suspensión de los bombardeos, una acción de la guerrilla el 14 de abril hizo retroceder todo lo avanzado durante la primera parte del año.
En un ataque cuyos detalles aún no han sido plenamente aclarados, una comisión de la Columna Móvil Miller Perdomo disparó contra un grupo de militares de la Fuerza de Tarea Apolo que, de acuerdo con la versión del Ejército, descansaba en un coliseo del corregimiento de Timba, en Buenos Aires, Cauca. El ataque dejó 10 militares muertos.
“Emboscada, contraemboscada, asalto, lo que haya sido, aquí lo que tenemos que mirar es que hay unos colombianos muertos y eso es lo que hay que parar porque no se explica que en medio de este proceso de paz, en el que la guerrilla decreta una tregua, se desarrollen operativos contra esa guerrilla”, dijo el negociador de las Farc, “Pastor Alape”, al sumarse a la discusión que se generó por las condiciones en que habría ocurrido la muerte de los uniformados.
Los cierto es que ese ataque, considerado por el Gobierno como un claro incumplimiento de los compromisos del cese al fuego, llevó a que se levantara la suspensión de los bombardeos que había sido decretada por Santos en marzo. La contrafensiva del Estado dejó en pocos días cerca de 40 guerrilleros muertos en diferentes partes del país.
Pocas semanas después, las Farc suspendieron su cese al fuego unilateral y se inició un periodo de cerca de dos meses con los mayores niveles de confrontación del último año. Incluso, el jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, reconoció que el proceso se encontraba en uno de sus peores momentos desde que se instaló la mesa de conversaciones.
El cese al fuego y el fin de la guerra
Después de dos meses de saboteo contra la infraestructura energética y petrolera, de emboscadas, asesinatos y bombardeos, las Farc anunciaron a principios de julio que desde el 20 de ese mismo mes entrarían en un nuevo cese al fuego unilateral.
Pese a la desconfianza que esa declaración generaba por la forma como había terminado la más reciente tregua guerrillera, ese fue el punto de partida de la etapa de menor confrontación armada de la historia reciente de Colombia.
Tanto ha sido así que organizaciones como el Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac) aseguró en uno de sus informes, en septiembre, que el conflicto armado entre el Gobierno y las Farc se detuvo. En otro informe, de noviembre, la misma organización indicó que el desescalamiento se ha cumplido de forma casi perfecta.
Y se habla de desescalamiento, lo que involucra a las dos partes, porque poco tiempo después de que se puso en marcha el cese al fuego de las Farc, el presidente Juan Manuel Santos ordenó, de nuevo, suspender los bombardeos contra esa guerrilla.
Ese fue el clima durante todo el segundo semestre del año, el mismo que ambientó el acuerdo de víctimas, tal vez el mayor avance en la historia de una negociación de paz con las Farc.
Acuerdo de justicia y de víctimas
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Fueron dos momentos: primero, en septiembre, un histórico apretón de manos entre el presidente Santos y “Timochenko” fue el símbolo más contundente del acuerdo de un modelo de justicia entre el Estado y las Farc, un pacto que se enmarca en el punto de víctimas de la agenda de negociaciones.
El segundo, en diciembre, cuando Gobierno y guerrilla firmaron el acuerdo completo sobre el tema de víctimas, en el que se garantizó que con el fin del conflicto los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición serían respetados.
Aunque visto de ese modo parece que fue fácil, las partes necesitaron cerca de un año y medio para evacuar ese punto que ha sido considerado el más complejo del proceso de paz. Además de los foros en Colombia y del viaje de los representantes de las víctimas a La Habana, tuvieron que superarse escollos tan complejos como las penas que se impondrán a los responsables de crímenes de lesa humanidad.
Quizá un buen ejemplo de las dificultades para lograr un acuerdo sobre la materia está en que, luego de la firma del borrador sobre el tema de justicia, fue necesario que las delegaciones y los expertos que las asesoraron retomaran las discusiones por varios asuntos que quedaron pendientes y que tuvieron que precisarse antes de dar a conocer el texto definitivo del acuerdo.
Finalmente el acuerdo global sobre el quinto punto de la agenda, quedó ratificado el 15 de diciembre. Esa fue la última gran noticia de este 2015 para el proceso de paz y allana el camino para que en los primeros días de 2016 se logre un acuerdo para el cese al fuego bilateral y definitivo que dejaría muy cerca la terminación del conflicto con las Farc.