Los campesinos de la región que vio nacer a las Farc hace 60 años, dijeron NO a los acuerdos de paz, ¿por qué?
- Es difícil entender que la región que vio nacer a las Farc votó no a su tránsito a la política. Foto: Santiago Mesa
Por: Mauricio Builes
Especial para ¡Pacifista!
Una comisión del Partido de la U con más de 70 personas llegó hasta la vereda Marquetalia, del municipio de Planadas (Sur del Tolima), un día antes de las elecciones para el plebiscito. Eran políticos y simpatizantes del Representante a la Cámara, Carlos Edward Soto, que querían sembrar 52 árboles como acto simbólico a la terminación del conflicto armado. Eligieron esta vereda porque fue allí, entre Planadas y Gaitania, donde nacieron las Farc y donde han controlado la vida de sus habitantes por más de medio siglo.
Sin embargo, a pesar de las advertencias hechas por algunos campesinos sobre el difícil acceso y la posibilidad de no regresar a tiempo para votar el domingo, el grupo proveniente de Ibagué y Bogotá decidió emprender la marcha: “Marquetalia se lo merece”, dijo una simpatizante que vestía una camiseta larga con un SÍ estampado en el centro.
Para llegar desde Planadas hasta la vereda donde “Manuel Marulanda” –fundador de las Farc– tuvo finca, mujer e hijos, hay que hacer tres trayectos en jeep y en mula que, sumados, demoran siete horas. La comisión salió el sábado a las 11 de la mañana y llegó a las 6 de la tarde a Marquetalia. Allí los esperaba Miguel Largo, presidente de la Junta de Acción Comunal, y su mujer. Ni ellos ni ninguna de las 52 personas que viven allí están acostumbrados a las visitas numerosas y mucho menos oficiales. “Les va a tocar quedarse acá en algún rincón porque los cogió la noche para regresar”, les dijo Miguel previendo lo que sería una noche de insomnio y de frío (la casa más grande es una escuela para máximo veinte niños).
Mientras eso sucedía en la vereda, abajo, en Planadas, las voces a favor del No, se regaban como un eco por todas las montañas del sur. “Acá gana el No, seguro”, dijo José Villamil, con más de 70 años de edad y quien conoció a Manuel Marulanda cuando organizaba bailes para recoger fondos y ayudar a la supervivencia de las autodefensas campesinas. Como él, cafeteros y comerciantes daban por hecho el resultado ganador en el país.
Las únicas voces a favor del Sí eran las institucionales. Políticos y funcionarios de la Alcaldía y la Gobernación hicieron un puñado de eventos pedagógicos a última hora. Incluso, una semana antes de las votaciones, el rumor de que el presidente Juan Manuel Santos visitaría Planadas como parte de su correría a favor de la paz advertía los resultados del domingo.
Efectivamente, Santos nunca apareció y algunos en el pueblo pensaron que la comitiva del partido de la U que subió hasta Marquetalia era un reemplazo propio de lo que siempre ha ocurrido en Planadas: “así es como nos tratan… Con los sobrados”, dijo Efrén Sánchez, campesino de Gaitania.
Sin memoria
¿Cómo entender, entonces, que la región que vio nacer a las Farc y ha sufrido los embates de la guerra, vote en contra de la terminación del conflicto? La respuesta de Efrén y el viaje de las 70 personas a Marquetalia –y que no alcanzaron a bajar antes de que cerraran las urnas- dan algunas pistas para entender el triunfo del No.
Hace 52 años el gobierno de Guillermo León Valencia, después de la “Operación Marquetalia” (un conjunto de acciones militares para recuperar el control de la zona de las manos de “Tirofijo” y sus hombres) rebautizó esta vereda con el nombre de Villa Susana en homenaje póstumo a la primera dama, y juró acabar con lo que el senador Álvaro Gómez Hurtado llamó las “Repúblicas Independientes”. Pocos meses después, la vereda sería ocupada, una vez más, por guerrilleros y la presencia del Estado continuó siendo un espejismo… Hasta hoy.
A pesar de que el año pasado una delegación del Alto Comisionado para la paz visitó la vereda y prometió dotar con computadores y una planta solar a la escuela, Marquetalia es un monumento al desamparo: no hay carretera, no hay luz eléctrica, no hay profesores, el puesto de salud más cercano está a siete horas y la planta apenas alcanza para encender uno de los computadores. El acto simbólico del sábado quedó a medias. De los 52 árboles solo sembraron 20, “el resto los dejamos para que ellos mismos lo sembraran. No pensamos que estuviera tan lejos”, dijo Henry Acosta, una de las personas que llegó con la comisión. Constatar la realidad del sur del Tolima también es reconocer que los reclamos de cincuenta guerrilleros hace tanto tiempo aún están vigentes.
“¿por qué creer en el Gobierno si nunca ha cumplido sus promesas?”
Y tal vez eso explique la apatía y la desconfianza de los campesinos frente al plebiscito. Alfonso Rojas, de la vereda el Jordán, una de las escogidas por los negociadores para la concentración de las Farc (de haberse refrendado los acuerdos), lo resume en una pregunta, “¿por qué creer en el Gobierno si nunca ha cumplido sus promesas?”. Aunque él bajó hasta Gaitania para votar, la mayoría de las campesinos de Planadas se quedó en casa. De las 19662 personas habilitadas para hacerlo, menos de 4600 marcaron su voto.
La abstención también se debe a la desinformación o a la falta de ella. “Para serle sincero, no sé qué fue lo que acordaron. A mí me dijeron que si votaba por el Sí iban arreglar la carretera desde Gaitania hasta Neiva”, dijo Heliberto Rojas, caficultor de Gaitania y uno de los pocos que marcaron Sí. Su testimonio no es excepcional. Un corto recorrido por la plaza principal de Planadas y de Gaitania da cuenta de que la gente no sabe con certeza en qué consisten los acuerdos logrados en La Habana. El domingo, las discusiones giraban alrededor de Santos versus Uribe y no de la posibilidad real de ponerle punto final a las Farc como organización armada.
Así mismo, en esas discusiones hubo una cuota de reclamo para la guerrilla. “Yo no entiendo cómo es posible que mañana esos señores que casi acaban con este pueblo puedan ser alcaldes o congresistas”, dijo Azeneth Delgado, expresidente de Junta de Acción Comunal del Jordán. Pero, paradójicamente, ella misma reconoció las ventajas en materia de seguridad cuando el Frente 21 de las Farc mandaba en la zona antes de comenzar las negociaciones (control a los drogadictos, control a los ladrones, control a las peleas intrafamiliares).
Según el profesor de Derechos Humanos de la Univeridad Javeriana, Álvaro Amaya, el caso del Tolima es un mensaje claro y directo para el gobierno “la gente aún no sabe cuál es el plan estratégico en materia de seguridad ciudadana en los territorios donde históricamente la Farc ha ocupado un rol importante en esa materia”.
Otra de las lecciones no aprendidas tiene que ver con el acuerdo de paz logrado hace 20 años por la comunidad indígena del Tolima, Nasa Wes’X y las Farc, y que aún se encuentra vigente. Aunque la mayoría de los colombianos no sabe lo que ocurrió, los líderes de esta comunidad han tratado por diferentes medios de darlo a conocer (invitaron al Centro Nacional de Memoria Histórica y a otras instituciones de carácter nacional a la conmemoración de su aniversario número 19 y ¡Pacifista! contó su historia dentro de la serie documental). Pero ha sido un esfuerzo en vano; incluso dentro de la comunidad.
Ovidio Paya, exgobernador del resguardo, se reunió con otros dos líderes el mismo domingo de las elecciones para hacer un balance sobre la poca participación indígena en las urnas (no votó ni el diez por ciento de los 2700 aptos para hacerlo): “yo creo que nos faltó organizar una comitiva para venir hasta Gaitania, pedir recursos para los pasajes, movernos más… nosotros, mejor que nadie, sabemos lo importante que es llegar a un acuerdo con la guerrilla”, dijo. Aunque era optimista frente al resultado nacional a favor del Sí, reconoció que en Planadas la gente es partidaria del No.
Posiblemente, en una semana, poco o nada se hablará en Planadas sobre el plebiscito; los campesinos volverán a la cotidianidad de sus cultivos de café. Marquetalia seguirá siendo un poblado lejano que ha logrado súpervivir de promesas incumplidas. Tal vez los libros de historia no sólo deban hablar de él como el pueblo donde nació las Farc y ganó el No, sino donde nada ha cambiado desde 1952.