La difícil tarea de hablar de paz con el ELN. Cronología | ¡PACIFISTA!
La difícil tarea de hablar de paz con el ELN. Cronología
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La difícil tarea de hablar de paz con el ELN. Cronología

Staff ¡Pacifista! - agosto 20, 2015

Juan Manuel Santos es el sexto presidente que ha intentado negociar con el ELN en los últimos 33 años.

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Las negociaciones de paz entre el Gobierno y la guerrilla del ELN llegaron a una fase pública luego de dos años de acercamientos. Aunque desde hace tres meses, el primer comandante del ELN, Nicolás Rodríguez Bautista, alias “Gabino”, declaró que la agenda de conversaciones estaba acordada, lo que se conocía al respecto era muy limitado.

Pero a pesar de que la hoja de ruta estaba lista, se hablaba de dificultades logísticas, de discusiones internas en la guerrilla y de otros factores que habrían retrasado el inicio de las conversaciones formales. Sin embargo, los seis puntos con los cuales se pondrá en marcha esta nueva etapa de la negociación fueron anticipados el lunes pasado por ¡PACIFISTA!.

En enero de 2015 se conoció que la negociación de paz fue el punto principal que trató la militancia del ELN en su V Congreso, con el que celebró sus 50 años de existencia. Foto ELN Voces.

Y ahora se conoce que ya está confirmado un anuncio oficial, en Caracas, Venezuela, sobre la instalación de la mesa. Mientras tanto, presentamos una breve historia de los acercamientos, los preacuerdos, los desencuentros y todos los etcéteras de las negociaciones de paz con el ELN que han estado mucho más marcados por los fracasos que por los avances y los resultados concretos:

Belisario Betancur y la amnistía (1982)

En noviembre de 1982 el Congreso de la República aprobó una ley impulsada por el Gobierno que permitía al presidente, Belisario Betancur, conceder una amnistía a todos los integrantes de grupos guerrilleros que hubieran cometidos delitos políticos antes del 20 de noviembre de ese mismo año.

Recién posesionado en su cargo, Betancur criticó las medidas represivas del Estatuto de Seguridad implementado por su antecesor, Julio César Turbay. Además, reconoció el carácter político de la insurgencia y revitalizó la Comisión de Paz que surgió también durante el gobierno anterior pero fue desmontada sin que se alcanzaran resultados concretos.

Ese gobierno empezó a hablar de las denominadas causas objetivas del conflicto y fue así como creó el Plan Nacional de Rehabilitación que tenía como propósito hacer presencia estatal en zonas afectadas por condiciones de exclusión y pobreza.

Ese giro en el discurso estatal, que contrastaba con lo sucedido durante la presidencia de Turbay, creó un ambiente propicio para el diálogo. Betancur facultó a la Comisión de Paz para entablar acercamientos con las guerrillas y pese a numerosas dificultades y al surgimiento de la idea de “enemigos de la paz” para referirse a algunos sectores de la vida política y de las Fuerzas Militares, en 1984 se intensificaron los acercamientos y se lograron los Acuerdos de La Uribe.

En principio, ese pacto de cese al fuego e inclusión de la guerrilla en la vida política (que no consideró la dejación de armas) involucró solo a las Farc. De allí surgió la Unión Patriótica y más tarde, en 1985, se acogieron a esos acuerdos los destacamentos Simón Bolívar y Antonio Nariño del ELN. Ese es el primer antecedente de negociación con esa guerrilla.

César Gaviria y la Coordinadora Guerrillera (1992)

Lo acordado entre las guerrillas y el gobierno de Belisario Betancur se fue abajo en medio del exterminio a la opción política que representaba la UP. También de acciones como la toma del Palacio de Justicia por parte del M-19, que hicieron inviable avanzar más allá de los acuerdos iniciales en un verdadero proceso de diálogo para terminar con el conflicto armado.

Más tarde, con un programa denominado “Iniciativa para la Paz”, el presidente Virgilio Barco logró el desmonte del M-19 y de buena parte del EPL. Sin embargo, la posibilidad de negociar con las Farc y el ELN se aplazó hasta 1991 cuando, ya bajo el amparo de la nueva Constitución, César Gaviria inició acercamientos con esas dos agrupaciones, más un ala del EPL, reunidas en la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar.

El ELN participó del proceso desde un primer momento. Inicialmente las partes se reunieron en el municipio de Cravo Norte, departamento de Arauca, donde acordaron la instalación de una mesa de diálogo en Caracas, Venezuela, a partir de junio de 1991.

En esa primera fase, el ELN estuvo representado por Francisco Galán, quien asumió la vocería del grupo hasta el traslado de la mesa de conversaciones a México. A partir de ese momento la negociación pasó a ser conocida como los Diálogos de paz de Tlaxcala y la vocería del ELN quedó en cabeza de Antonio García. El proceso finalizó de manera forzada luego de que el EPL secuestrara al exministro Argelino Durán Quintero, quien sufrió un paro cardiaco y murió en cautiverio.

Ernesto Samper y la legitimidad del proceso (1994)

En 1994, ya durante el Gobierno de Ernesto Samper, se iniciaron acercamientos con líderes del ELN presos en la Cárcel de Máxima Seguridad de Itagüí. Se dice que, en principio, la negociación buscó puntos de acuerdo para lograr la humanización de la guerra.

Sin embargo, el reconocimiento de las guerrillas como actores políticos que hizo el propio Samper y la creación del cargo de Alto Comisionado para la Paz abrieron el camino para acercamientos más ambiciosos. Los voceros autorizados por esa guerrilla fueron Felipe Torres y Antonio Galán.

La consolidación de un proceso de paz parecía estar en marcha. Incluso, varios jefes guerrilleros hicieron parte de una gira por Europa autorizados de forma especial por el Gobierno gracias a la mediación que ejerció Alemania.

Pero pese a los acuerdos, preacuerdos y pactos que incluso anticipaban un cese al fuego a partir del primero de enero de 1997, los acercamientos, que fueron impulsados en buena medida por organizaciones de la sociedad civil, nunca condujeron a una ruta precisa para terminar la confrontación.

El proceso, aun con reuniones de alto nivel y documentos firmados, se vio entorpecido por filtraciones y, sobre todo, por el difícil ambiente político que enfrentaba Samper por cuenta del proceso 8.000, luego de que se denunciara la supuesta entrada de dineros del narcotráfico a su campaña presidencial. Esa situación le restó a su gabinete la legitimidad necesaria para avanzar en una negociación.

La muerte en febrero de 1998 de Manuel “el cura” Pérez, máximo comandante del ELN, fue una de las trabas que sufrió el proceso. Foto ELN Voces.

Andrés Pastrana y los acuerdo fallidos (1998)

Al asumir la presidencia en 1998, Andrés Pastrana heredó el contacto que mantenía el Gobierno Nacional con la guerrilla del ELN desde el mandato de su antecesor.  La discusión sobre los términos de una convención nacional fue el primer paso de un proceso que se extendió durante los cuatro años siguientes.

Era claro que Pastrana se había elegido con la idea de encontrar una salida negociada al conflicto y mientras se acordó una agenda concreta de diálogos con las Farc, su gobierno avanzó en los acercamientos con el ELN hasta el punto de que tan solo dos meses después de su posesión se llevó  cabo la llamada Reunión de Río Verde.

En ese encuentro participaron delegados guerrilleros, del Gobierno y de la sociedad civil y, desde entonces, empezó a hablarse de la posibilidad de acordar la desmilitarización de una zona del Sur de Bolívar y el Magdalena Medio antioqueño -al estilo de San Vicente del Caguán en el caso de las Farc- para instalar allí los diálogos formales.

Todo ocurría mientras la guerrilla ponía a andar una fuerte ofensiva, principalmente contra la infraestructura petrolera y energética,  para presionar concesiones del Gobierno. Uno de esos ataques, contra el Oleoducto Central de Colombia en Machuca, corregimiento de Segovia, Antioquia, desató un incendio que causó la muerte de casi 100 personas. ´

Ese episodio generó el congelamiento temporal de los acercamientos que, sin embargo, se retomaron poco tiempo después. La posibilidad del despeje se concretó luego de varias reuniones en el exterior con la participación de voceros del ELN.

Sin embargo, una fuerte movilización en contra de la desmilitarización por parte de las comunidades de municipios como Cantagallo y San Pablo quienes, según reconoció más tarde la Fiscalía, actuaron presionadas por fuerzas paramilitares, hicieron inviable la creación de una zona de concentración para las negociaciones.

La imposibilidad del despeje fue calificada como un incumplimiento por parte de la guerrilla y voceros de esa organización como Pablo Beltrán aseguraron que el proceso se encontraba en un punto muerto.

Pese a los intentos por revitalizar las conversaciones y a que luego del levantamiento de la mesa del Caguán todos los esfuerzos se enfocaron en el ELN, el periodo presidencial de Pastrana terminó sin acuerdos concretos con esa guerrilla.

Después de la muerte de “el cura” Pérez, la posibilidad de avanzar en un dipalogo de paz con el Gobierno quedó en cabeza de alias Gabino y del Comando Central del ELN. Foto ELN Voces.

Álvaro Uribe y el debate entre “mano dura y corazón grande” (2002)

Álvaro Uribe Vélez asumió la Presidencia en 2002 en lo que fue un claro mensaje del electorado ante el agotamiento de los procesos de diálogo fallidos durante el gobierno Pastrana.

Desde el inicio de su mandato, Uribe aseguró que cualquier negociación para terminar el conflicto estaba supeditada a la previa suspensión de las hostilidades por parte de los grupos armados ilegales.

Sin embargo, los contactos exploratorios con el ELN fueron anunciados por la misma guerrilla pocos meses después de la posesión del nuevo mandatario y se ratificaron en noviembre de 2002 con una visita del entonces Alto Comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, a los guerrilleros Antonio Galán y Felipe Torres, recluidos en la cárcel de Itagüí y viejos conocidos de los intentos de diálogo con esa organización.

En medio de altibajos, y faltando pocos meses para finalizar el primer periodo presidencial de Uribe, el ELN aseguró estar dispuesto a iniciar un diálogo formal. A partir de ese momento se instaló en Medellín la denominada Casa de Paz como epicentro de los acercamientos.

Más tarde se iniciaron varias rondas negociadoras en Cuba que, sin embargo, no lograron superar aspectos logísticos y de procedimiento. Como ocurrió con sus antecesores, los acercamientos con los delegados de Uribe también fracasaron.