El acuerdo reúne a sectores muy diversos. Pero, ¿los asistentes representan la unidad de sus partidos? y ¿qué dice el uribismo?
La foto no parecía probable, pero el martes el Gobierno logró reunir en el mismo escenario, y alrededor del presidente Juan Manuel Santos, a Clara López del Polo Democrático, Antonio Navarro de la Alianza Verde, Carlos Baena del Mira, Vivian Morales del Partido Liberal, Rodrigo Lara de Cambio Radical y hasta a Doris Vega de Opción Ciudadana.
La lista la completan representantes del Partido Conservador, de la U, de la Alianza Social Independiente y del Movimiento Alternativo Indígena y Social (Mais). En otras palabras, la foto se la tomaron integrantes de todos los partidos y movimientos políticos con representación en el Congreso, con excepción del Centro Democrático.
Según el presidente Santos, quien encabezó la reunión en la Casa de Nariño, más allá de los desacuerdos que puedan tener muchos de esos sectores con las políticas del Gobierno en diferentes temas, se trata de “un gran bloque político donde están la izquierda, el centro y la derecha, en sus diversos matices, comprometidos con trabajar por la terminación del conflicto armado y la construcción de la paz”.
Eso se traduce, dijo el Presidente, en que “todos los presentes” creen en una solución negociada al conflicto armado. También, en que participarán de las tareas de pedagogía encaminadas a difundir los acuerdos que salgan de la mesa de conversaciones de La Habana y que apoyarán las reformas legislativas que sean necesarias para conseguir la paz.
Sin embargo, ese “todos los presentes” dejó en el aire la idea de que, si bien muchos colores quedaron en la foto, dentro de los partidos y movimientos puede no haber una posición tan unificada sobre los significados de ese gran ‘pacto por la paz’, como fue bautizado por el presidente Santos.
La idea de que esos sectores actuarán como bancada en el Congreso, exclusivamente para los temas relacionados con la terminación del conflicto, es uno de los puntos más polémicos.
La creación de una nueva “unidad nacional”, así sea solo para la paz, no cae muy bien, por ejemplo, en sectores como el que lidera el senador Jorge Enrique Robledo en el Polo Democrático. Robledo, quien ha expresado sus diferencias por la cercanía con el Gobierno de la presidenta de su partido, Clara López, no participó de la reunión pero dejó claro que si bien el Polo está con la paz, debe permanecer en oposición al gobierno Santos.
“Es un buen mensaje porque, pese a la oposición política, la paz es un tema de todos. Clara es la presidenta del Polo y las relaciones políticas están dentro de sus funciones. Robledo, Alexander (López) y (Germán) Navas insisten en que se vota todo lo de la paz, siempre que no sean otros temas en nombre de la paz. Y a Robledo no le conviene salir en ninguna foto con Santos y no lo va a hacer, debe estar molesto. Vota temas de paz, pero callado, él sabe dónde hace política y dónde no”, dice un militante del Polo.
Pero la situación en otras colectividades es aún más compleja. El caso del Partido Conservador, por ejemplo, puso en evidencia que se mantiene una marcada diferencia entre los sectores que quieren arrimarse al Gobierno, y para ello aprovechan el tema de la paz, y los que por el contrario se oponen radicalmente a esa posibilidad.
Aunque no salió en la foto oficial del anuncio, como tampoco lo hicieron legisladores de otros partidos –entre ellos Iván Cepeda del Polo y Claudia López de la Alianza Verde–, la representación de los conservadores en la reunión estuvo en cabeza de David Barguil, presidente de ese partido.
Desde el año anterior Barguil ha insistido en la idea de que esa colectividad regrese a la Unidad Nacional, sin embargo, se ha encontrado con la oposición de sectores como el de la exministra Martha Lucía Ramírez, quien se ha mantenido en la postura de no apoyar la negociación actual con las Farc e, incluso, por sus publicaciones en Twitter, parecía desconocer hasta hace muy poco que Barguil estuvo en la reunión e integra el pacto convocado por Santos.
“Ese pacto siempre ha existido”
Federico Hoyos, representante a la Cámara por el Centro Democrático, dijo que la falta de control político en el Congreso sobre temas relacionados con la negociación entre el Gobierno y las Farc demuestra que ese pacto siempre ha existido.
“No están expresadas todas las voces. Pero además uno nota en este país un muy peligroso unanimismo frente al proceso de paz. La única voz disonante y crítica es la del Centro Democrático. Ningún otro partido hace control político sobre el proceso y este es un tema que desde el Congreso requiere control, crítica y discusión”, dijo Hoyos.
Agregó que en su partido hay desconfianza frente a los escenarios de discusión que ha planteado Santos pues, asegura, sus propuestas no son tenidas en cuenta. “El partido no está en esos espacios. No porque haya una oposición cerrera del Centro Democrático, sino porque a todas las ideas que llevamos les dicen que no con el discurso de que somos los enemigos de la paz y los amigos de la guerra”.
Finalmente, Hoyos advirtió sobre el riesgo de que el escenario del pacto facilite las prebendas y los favores entre el Gobierno y algunos sectores políticos: “Ojalá no vaya a tener componente de clientelismo por parte de algunos partidos. Que esa unión por la paz no se convierta en una transacción de ‘yo lo apoyo, pero si usted me da’”.
Que esa unión por la paz no se convierta en una transacción de ‘yo lo apoyo, pero si usted me da’
Propósito: el plebiscito
El propósito político de la reunión del miércoles, en el fondo, es unir fuerzas alrededor de lo que será la campaña por la refrendación de los acuerdos. El Presidente afirmó, al anunciar el pacto, que las divisiones no pueden poner en riesgo la paz como el mayor logro histórico de los últimos años en Colombia.
“Juntos vamos a trabajar para garantizar el éxito del plebiscito en el que los colombianos decidirán si aprueban o no el acuerdo final que se logre en La Habana”, dijo Santos.
Y es que, mientras las encuestas que ya se han puesto en marcha muestran al NO como ganador en una eventual refrendación de los acuerdos de La Habana, el Gobierno con acuerdos de este tipo trabaja para que sus maquinarias y los sectores afines a la negociación con las Farc inviertan su capital político en la refrendación.