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Diez razones por las que el Cauca sigue en guerra
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Diez razones por las que el Cauca sigue en guerra

María Alejandra Vanegas - mayo 11, 2017

Las rutas de la coca, la disputa de tierras y la tensa relación entre las comunidades indígenas y el Estado son algunos de los motivos que dan continuidad a la violencia.

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Organizaciones indígenas del Cauca denuncian que, desde el inicio de la implementación del Acuerdo de Paz, las agresiones y violaciones de derechos humanos se han intensificado en ese departamento Foto por: Santiago Mesa.
Organizaciones indígenas del Cauca denuncian que, desde el inicio de la implementación del Acuerdo de Paz, las agresiones y violaciones de derechos humanos se han intensificado en ese departamento  Foto por:  Santiago Mesa.

Durante cinco décadas, el Cauca fue uno de los mayores escenarios del conflicto armado. En ese departamento, la guerra dejó más de 200 mil víctimas de diferentes flagelos como el secuestro, el desplazamiento forzado y el asesinato. Con la implementación del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc, los habitantes de esa región del país creyeron que la guerra tendría un pronto final. Pero hoy ese pensamiento sigue siendo una ilusión, con el agravante que, a juzgar por lo hechos de los últimos meses, los problemas parecen haberse intensificado.

Diversas organizaciones indígenas han denunciado una serie de incursiones armadas a sus territorios, además, han alertado sobre amenazas y asesinatos a líderes sociales de la región. Además, grupos como las Autodefensas Gaitanistas y las Águilas Negras distribuyen panfletos intimidantes en la región y la producción de coca con fines ilícitos está disparada en sus territorios.

Enrique Ramírez, vocero del Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric), una organización que ha recibido amenazas, asegura que, pese al llamado que han hecho a diversas entidades del Estado, no existen acciones concretas para conquistar la añorada paz en el Cauca.

A raíz de está realidad, ¡Pacifista! hizo un recuento de diez razones por las cuales esa región del país continúa en guerra y su pacificación aún luce lejana.

1. El negocio de la coca

Históricamente, el Cauca ha sido un corredor estratégico de coca para los grupos armados. Según el investigador, docente y analista Federico García Naranjo, el problema está en la disputa de esas rutas establecidas durante la guerra por parte de diferentes bandas y organizaciones criminales. “En Colombia existen varios corredores relacionados con el negocio del narcotráfico, pero en el Cauca confluyen la mayoría”, explica el experto.

Después de las negociaciones de La Habana, la puja por esas rutas ha terminado en enfrentamientos e incursiones armadas del ELN y diferentes bandas criminales en territorios indígenas. Estos enfrentamientos, de hecho, estarían detrás de la muerte de Oswaldo Antonio Lance, miembro de la Policía del Cauca, quien al parecer se vio atrapado en un fuego cruzado en la Hacienda la Emperatriz de Caloto el 1 de mayo.

2. Ineficacia de las autoridades

“Nosotros hemos hablado con la Fiscalía, con la Gobernación del Cauca. Hemos puesto en conocimiento de las autoridades todo lo que nos está pasando pero nadie nos da una respuesta ni una solución”, asegura Enrique Ramírez.

No obstante,  Alejandra Miller, secretaria de gobierno del Cauca, no está de acuerdo. En entrevista con ¡Pacifista!, la funcionaria aseguró que la Fiscalía y la Gobernación han adelantado procesos oportunos en la investigación y esclarecimiento de hechos como el asesinato de líderes sociales. “De cuatro homicidios a dirigentes que se han presentado este año, en conjunto con la guardia indígena, ya resolvimos dos”, asegura.

 3. Peleas por tierras

Federico García asegura que, mientras aún exista una disputa entre blancos e indígenas por el territorio caucano, no habrá paz en el departamento. “Esa ha sido una pelea histórica, entonces hay que darle una solución urgente”, afirma el experto. Existen tierras privadas que las comunidades reivindican como propias, lo que genera un choque constante entre indígenas que buscan retomarlas y los cuerpos de seguridad que las custodian. Por ejemplo, esta semana en Corinto hubo enfrentamientos entre pobladores y el Esmad, que dejaron un indígena muerto y varios heridos.

4. Hostilidades entre el ELN y las Fuerzas Militares

La Cric y las diferentes organizaciones han pedido un cese de fuego urgente. No obstante, las acciones del Estado se han enfocado en enfrentamientos y aprehenciones de miembros de ese grupo armado, pero no en una presencia constante y preventiva en el territorio.  El pasado 6 de mayo, la Policía del Cauca anunció la captura de Rodrigo Nene Chepe alias ‘El Zorro’, miembro del frente Manuel Vásquez de esa guerrilla, sin embargo, su aprensión no ha significado una reducción de la violencia.

5. El fantasma del paramilitarismo

En Enero de este año, el Gobierno desvirtuó las denuncias de amenazas a algunos dirigentes indígenas por parte de grupos alzados en armas.  Según Juan Carlos Restrepo, director de seguridad de la Presidencia, los panfletos intimatorios que la población ha denunciado, “son en su mayoría falsas amenazas e instrumentos de miedo entre la población.  Por eso los hemos podido descartar como fuente o indicio de grupos organizados”.

Vea también: ‘¿Vamos a seguir diciendo que en Colombia no hay paramilitares?’

Sin embargo, las organizaciones indígenas no piensan lo mismo, que continúan señalando a las Autodefensas Gaitanistas, el Clan Úsuga y las Águilas Negras. Para voceros como Ramírez, “es evidente que hay paramilitares que nunca se desmovilizaron”.

6. No hay protección eficaz para los líderes

Para la Cric, un paso importante en la lucha en contra del asesinato a líderes es que la Unidad Nacional de Protección actúe y les brinde seguridad. No obstante, según Ramírez, “Aquí vienen miembros de la UNP , pero son funcionarios sin voz ni voto, que se van pronto y nosotros quedamos en las mismas”.

Vea también: ‘Acompañamos a una comunidad al entierro de su líder asesinado’

García considera que la UNP no es la solución  “No se trata de ponerle un guardaespaldas a cada líder, ese es un problema estructural, necesitamos mejorar y reformar los diversos entes del Estado si se quiere garantizar una verdadera protección a esos dirigentes”, advierte.

7. El dilema de la protección

Las comunidades han solicitado en diversas ocasiones protección estatal y de organismos internacionales para la guardia indígena, pues no cuentan con los recursos para defenderse de grupos armados que operan en esa región del país. Sin embargo, la situación es compleja porque las comunidades son muy celosas en la defensa de su jurisdicción especial y ancestral. Esta mezcla de intereses mantiene, cotidianamente, una tensa interacción entre el Estado y los pobladores.

“Existe una desconfianza histórica de los indígenas hacia el Estado, esa es la primera barrera que debemos superar, aunque no es fácil. Justamente, la próxima semana tendremos una reunión con la guardia indígena en Caldono, con el fin de articularnos un poco más y establecer esos roles de colaboración”, aseguró la Secretaria de Gobierno del Cauca.

 8. Fallas en la implementación

La directora de Amnistía Internacional para las América, Érika Guevara Rosas, aseguró en un comunicado emitido el pasado 1 de mayo que las comunidades indígenas están siendo víctimas de varios crímenes. Según la funcionaria, “uno de los principales desafíos del Acuerdo es proteger a las comunidades (…) además garantizar que estos hechos lamentables no queden impunes”. No obstante, las comunidades indígenas aseguran haberse sentido relegadas de lo pactado en La Habana. La implementación de los acuerdos es una realidad que, dicen, aún no conocen.

 9. Desconfianza en la política

Para Federico García, el descontento generalizado con los dirigentes colombianos es uno de los factores que impiden el fin del conflicto en esa región. “Según las últimas encuestas, el país tiene una mala percepción de casi todo el Estado (…) la gente espera que el Gobierno resuelva todos los problemas, sin embargo desconfía de él y de las medidas que pueda tomar. En regiones como el Cauca, no va a haber paz hasta que la misma población luche por ella”, asegura el analista.

10. El diálogo es limitado

Entre las denuncias de los entes estatales y los pueblos indígenas cada quien parece tirar hacia su lado. Durante los últimos meses, varios funcionarios del Gobierno y de esas comunidades se han reunido, pero esos encuentros no resultan en acciones concretas. Para García, lo más importante es abrir un diálogo sincero de parte y parte, con una intención sincera de paz.

Miller aseguró que, pese a esas limitaciones, el momento de reconciliación que vive el país es propicio para gestar una comunicación más articulada entre ambas partes. “No será de la noche a la mañana, pero si empezamos a trabajar desde ya, podemos integrarnos y superar esas barreras”, concluyó la funcionaria.