Ellos son los líderes colombianos que hablarán con el Dalai Lama | ¡PACIFISTA!
Ellos son los líderes colombianos que hablarán con el Dalai Lama Ilustración por Juan Ruiz
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Ellos son los líderes colombianos que hablarán con el Dalai Lama

Daniela Arenas G. - octubre 23, 2019

¿Cómo puede la experiencia de este líder espiritual servir para la construcción de paz en nuestro país?

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Este 23 y 24 de octubre, 33 líderes sociales de todo el mundo tendrán la posibilidad de reunirse con el 14° Dalai Lama en Dharamsala, India. Este año el grupo lo conforman 12 países, entre ellos están Afganistán, Nigeria, Siria e Irán.

Por Colombia irán Lorena Gómez, Luisa Romero y Juan Sebastián Huertas, tres jóvenes que han dedicado sus cortas vidas a la construcción de paz. Mediante sus proyectos de emprendimiento alrededor del turismo y del desarrollo sostenible han logrado desarrollar ideas que defienden la capacidad de crear nuevos caminos e historias de manera positiva para transformar poco a poco la violencia y contribuir con la reconciliación de una historia que llevamos cargando por más de 60 años. “Es difícil trabajar en un pueblo que piensa todavía que las cosas van a estar siempre por mal camino. A nosotros siempre nos toca ser los del lado positivo: hacerle entender a la gente que puede que las cosas estén mal, pero lo importante es que se está generando un cambio y nosotros trabajamos para lograrlo”, comenta Luisa con gran efusividad. 

Precisamente, el objetivo del encuentro es compartir este tipo de experiencias y herramientas que alientan los esfuerzos por mantener la construcción de paz en los diferentes lugares de conflicto. Desde 2016, Tenzin Gyatso, actual Dalai Lama, en colaboración con el Instituto para la Paz de Estados Unidos (USIP- the United States Institute of Peace) ofrecen este espacio para entablar diálogos que fortalezcan la colaboración y la capacidad de resiliencia en contextos difíciles, desde lo colectivo y lo individual. Los participantes son jóvenes que provienen de países que han vivido, y continúan viviendo, fuertes conflictos al interior de sus territorios. Darine Abdulkarim de Sudán, una de las líderes que participó en el encuentro del 2017, aseguró que “lo que tenemos en común es que somos personas que no están satisfechas con sus entornos o no se han rendido a ellos. Somos personas que quieren tener un impacto”.

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El 14º Dalai Lama es el líder espiritual y político del gobierno del Tíbet en exilio. Luego de que el ejército chino entrara en la región en 1950, el Tibet perdió toda capacidad de autodeterminación. Actualmente el Dalai Lama continúa desempeñando su autoridad pero desde un plano más social y espiritual. Su figura ha sido clave en las disputas que han tenido que enfrentar más de 80 mil tibetanos (exiliados en 1959) con el gobierno chino. Las resistencias pacíficas ante las agresiones de China llevaron a Gyatso -hoy con 84 años- a ganar el Premio Nobel de Paz en 1989. De ahí en adelante ha venido intensificando su trabajo con las comunidades, una labor enfocada a ampliar el reconocimiento de una participación más activa y global para la paz. En una entrevista, el Dalai Lama aseguró que los lugares de encuentro son procesos de enseñanza e intercambio cultural, un lugar ideal para transmitir los conocimientos sobre cómo manejar conflictos de manera no violenta, especialmente haciendo uso de los recursos propios y, sobre todo, de valores humanos, de una actitud altruista basada en la compasión y el amor. Filosofías budistas. 

En Dharamsala, los líderes que participan en el encuentro tienen la oportunidad de meditar frente a los Himalayas: una experiencia que dice mucho sobre lo que se entiende como parte de la construcción de paz, es decir, un trabajo que no sólo trata de la colectividad, sino de una responsabilidad individual. En efecto, “de lo que estamos hablando es del entrenamiento de nuestra mente. De las leyes y el sistema personal del ámbito mental. Sanar tiene que ver con el cambio de conciencia”, defiende Gyatso, el más alto jefe espiritual del budismo tibetano. 

Como quien dice: construir paz es cuidar del yo para que haya un mejor nosotros. 

Foto original de la USIP (United States Institute of Peace). Encuentro 2017.

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Hablé con los tres colombianos que irán al encuentro. Estas son sus historias. 

Juan Sebastián Huertas: ‘le preguntaría por cómo superar el resentimiento’

Juan Sebastián nació en Bogotá y tiene 24 años. Es estudiante de Relaciones Internacionales de la Universidad Militar Nueva Granada y activista por la paz desde 2015, como miembro de AIESEC -la ONG de jóvenes más grande del mundo-. Actualmente, lidera Origen de Paz: un proyecto de emprendimiento social que promueve la construcción de paz desde las experiencias de cooperación internacional. Desde 2016, ha trabajado ofreciendo capacitaciones en diferentes territorios del país. Su propósito con esto es enseñarle a los jóvenes habilidades de liderazgo, economía naranja -es decir, cómo crear empresa a través de la propiedad intelectual de cada persona- y todo acerca de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que están enfocados en distintas áreas por el desarrollo humano, económico y la protección ambiental. La idea es que los jóvenes puedan abanderarse de cualquiera de los objetivos y trabajar por ello con el apoyo y la promoción de Origen de Paz. 

Foto tomada por Juan Sebastián Huertas.

Su activa participación social lo llevó a ser el segundo colombiano que se ha subido al Barco de la Paz (Peace Boat). Juan Manuel Santos, Rigoberta Menchú, José Mujica y varios sobrevivientes de las bombas de Hiroshima y Nagasaki son pocos de los personajes que han abordado este barco. 

—¿De dónde nació tu interés por la paz? — le pregunto después de que me enumere su currículo. 

—Yo creo que desde pequeño siempre tuve ese concepto de la paz. Algo que me marcó mucho fue haber visto a Jaime Garzón muerto. Cuando tenía cuatro años pasé al lado de la camioneta de Jaime Garzón. Yo vi todo. Vi la escena de Jaime Garzón así, baleado. Iba en el carro con mi tío y me acuerdo de sus palabras cuando decía: “jueputa mataron a Jaime, mataron a Jaime Garzón”. 

Luego, tras una pausa, sigue:

—Esas cosas me marcaron… cómo se daba el poder a través del uso de las armas y la fuerza. Estoy convencido de que uno tiene que construir la paz. 

—Hay que creer. Creer y hacer —comenté.

—¡Toca creer! ¡Toca tener esperanza! ¡Creer en algo! —respondía moviendo las manos con entusiasmo—. Es por eso que el Dalai Lama es una gran inspiración. Él se enfrenta a la espiritualidad de un pueblo; un pueblo resentido que tuvo una masacre y a pesar de eso no se enfrentó a su agresor.

—¿Hay algo en particular que quieras preguntarle?

—Sí. De hecho tengo varias preguntas. Pero algo que me interesa en especial es saber cómo él trabajó para no promover el resentimiento en su pueblo.

Lorena Gómez: ‘hay que crear dinámicas más saludables de intercambio cultural’

Lorena es de Bogotá y tiene 28 años. Hace unos años terminó sus estudios de antropología en la Universidad de los Andes. Durante su vida universitaria se dedicó a ser dar tours privados por la capital, un trabajo que hoy en día sigue siendo la base de todos sus proyectos. “Me di cuenta que tenía muchas cosas por contar, hacer que la gente se fijara en los detalles de la calle, como en otras narrativas del país. También empecé a sorprenderme a través de los ojos de la gente afuera”, dice con una gran sonrisa en la cara. 

En 2013, trabajó con la Organización de los Pueblos Indígenas en la Amazonía Colombiana (OPIAC) para apoyarlos en temas de educación: ver, por ejemplo, de qué manera la forma en la que estaba llegando la educación al Amazonas está aislando las formas tradicionales de aprender. Un tema que tiene que ver no sólo con su profesión, sino con un interés personal: “siempre me preguntaba cosas como ¿por qué el colegio tenía tantas paredes, tantas barreras con el entorno?”. Este trabajo le permitió conocer más acerca de las comunidades y también crear grandes lazos con ellas. Con el tiempo, formó parte de la Red de Médicos Tradicionales de Colombia. Y participó en el primer encuentro que hubo entre los médicos tradicionales y las autoridades espirituales más importantes de todo el mundo; un evento organizado por la Red de Médicos con el apoyo del Centro Internacional de Estudios Culturales (ICCS-International Center for Cultural Studies), una organización de la India que apoya la recuperación de las raíces ancestrales. 

Foto tomada por Lorena en uno de sus viajes al Macizo Colombiano. Indígena de la comunidad Yanacona.

Hoy en día, Lorena enfoca su trabajo en la relación del turismo con las comunidades. Dirige Curadores de Viaje, un nuevo proyecto que busca conectar el mercado extranjero con el mercado local a través del turismo comunitario. 

—¿Qué es el turismo comunitario?

—Es involucrar. Trabajar con las personas, saber cómo están interpretando y viviendo la llegada de gente de afuera y que haya un consenso sobre si lo quieren o no. Y a partir de ahí, capacitarnos mutuamente para crear unas dinámicas de intercambio económico y cultural mucho más saludable. 

—¿De qué se trata la construcción de paz a través de esta forma de turismo? 

—Del tipo de conversaciones que podemos generar en estos lugares. Buscar en ellos cuál va a ser el equilibrio que le vamos a dar a esto. La conversación es un potencial que se tiene. Cuando se trabaja con comunidades, se trabaja con lo que tienen por dentro: hay un montón de traumas del pasado, de capas. Y capas en las cosas más sencillas. 

—¿Cuál es el rol de los guías turísticos?

—Uno está ahí para ayudar a tejer los vacíos que pueden ser complejos. La idea es que también la gente tenga la oportunidad de descubrir por sí misma qué es lo que hay ahí en los territorios.

Sobre su viaje a Dharamsala dice:

—Voy con expectativa sobre la conversación que se va a generar, escuchar a los compañeros de los otros países, de todas las experiencias que van a tener que contar, de todos estos contrastes que van a haber. 

—¿Le llevas algo al Dalai Lama?

—Sí, llevo una carta escrita por los abuelos. De autoridad espiritual a autoridad espiritual. 

Luisa Romero: ‘es una oportunidad para fortalecer nuestro entendimiento espiritual’

Luisa es ingeniera electrónica de la Universidad del Cauca. Tiene 25 años y nació en Popayán. Desde joven ha estado vinculada con AIESEC y con la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA- Young Men’s Christian Association). Parte de su trabajo como voluntaria fue proponer una serie de tours turísticos gratuitos en Popayán, caminatas que lo promuevan y, a partir de ahí, al igual que Lorena, poder crear nuevas y mejores narrativas sobre lo que Colombia es. 

Get Up and Go Colombia es una organización sin ánimo de lucro que busca promover el turismo en zonas afectadas por el conflicto armado, mediante diferentes proyectos y actividades que permitan convertir esos territorios de guerra en destinos culturales y gastronómicos. Luisa dirige esta ONG junto a Miguel Carvajal y Samuel Martínez. En total son 39 personas trabajando ahí: la mayoría de los voluntarios son estudiantes de Lenguas Modernas de la Universidad del Cauca, pues también es una oportunidad para ellos de poner en práctica sus conocimientos. “Nosotros vemos el turismo para aportar a la construcción de paz, al cambio social”, cuenta la tierna voz de esta líder. 

Los tres cofundadores de Get Up and Go Colombia.

Luego de trabajar con una de las coordinadoras de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN) —organización gubernamental que se encarga de todo el proceso de reintegración de ex-combatientes, presentes en cada departamento—, Luisa emprendió un nuevo camino con el turismo. Cuenta que al principio “pensar en ex-combatientes era como ‘uy, no sé…’ Uno siempre tiene la concepción de gente mala, gente que no merece nada. Entonces yo me acuerdo que ahí hice un proceso. Porque tuve que empezar a educarme a mí misma, leer sobre la ARN y demás. Con el tiempo entendí que no era un proceso de la noche a la mañana, ellos atraviesan mucho procesos. Y me di cuenta que siempre es importante escuchar los dos lados de la historia, que es importante generar segundas oportunidades, ver cómo empezamos a construir y a dejar de lado esos odios”.

—Cuéntame un poco sobre alguno de los proyectos que están trabajando ahora. 

—Bueno, tenemos dos. Con Guías de Paz llevamos un año ofreciendo clases de inglés y a la par les enseñamos cómo ser guías turísticos a personas que no han terminado la educación básica. De hecho, ya se está organizando el primer tour que se va a lanzar con ellos, un tour de murales enfocados a la paz. Y el segundo se llama Café de Paz, en el que promovemos el café que se está produciendo en Cauca, en las diferentes zonas ZOMAC (Zonas Más Afectadas por el Conflicto Armado). La idea es apoyar a los caficultores que han reemplazado cultivos ilícitos por café. La Alcaldía de Popayán a través de la Oficina de Emprendimiento nos ayudó en parte del proyecto y pensamos abrir en enero o febrero del próximo año.  

—Es difícil, ¿no? Trabajar con ex-combatientes y víctimas. 

—Es un proceso de crear confianza, de hablar. Yo creo que lo importante del diálogo no es hacer cambiar de posición al otro, sino simplemente escuchar por qué el otro piensa lo que piensa. Y creo que en Colombia faltan ese tipo de espacios. Por eso el Café— termina de hablar entre risas. 

—¿Qué esperas de tu experiencia con el Dalai Lamai?

—Creo que es una experiencia increíble para fortalecer esa paz interior, nuestro entendimiento espiritual; para entender también que Colombia no es el único país que atravesó y sigue atravesando problemas del conflicto. Efectivamente, hay muchos jóvenes del mundo que están liderando iniciativas, liderando el cambio. 

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Juan Sebastián, Lorena y Luisa, en India, al frente de los Himalayas.