#Divergentes | Preguntas incómodas, expulsiones por la fuerza. A pesar de las referencias a Blanca Nieves, la visita de Iván Duque a París no fue un cuento de hadas. Conversamos con Edilberto Muñoz.
Por: Ricardo Abdahllah
París
“Cuando vi que sacaron a la primera persona, sabía que luego vendrían por mí”, dice Edilberto Muñoz.
Residente en Europa desde hace veinte años, nacionalizado francés, empresario de transportes, músico y ‘activista pero nunca agitador’ como se define, Muñoz había llegado temprano para asistir a la conferencia que el presidente colombiano Iván Duque pronunciaría a las 6:00 p.m. de la tarde del 12 noviembre en la sede de la Unesco en París. Como varias decenas de admiradores y críticos del mandatario, estudiantes con un interés académico por Colombia o en ‘la economía naranja’ –que era el tema de la charla– o simples curiosos, se había inscrito llenando un formulario en la página de la organización internacional y recibido un correo diciendo que la inscripción había sido aceptada.
Ya estaba sentado en el salón, pero como lo esperaba, vinieron por él. Una persona que hablaba en español con acento mexicano, le pidió que saliera del lugar, porque “No estaba en la lista oficial del consulado”.
“Usted ni siquiera me ha preguntado el nombre. ¿Cómo lo sabe?” respondió Muñoz, mientras mostraba en su teléfono el correo con la confirmación de su invitación.
La segunda persona que vino, una mujer de uniforme negro, intentó retirarle sus documentos.
“Son ordenes de la delegación colombiana” dijo.
Muñoz no podía saber que en ese mismo momento se le daba la misma explicación a cerca de cien personas que, inscritas y como él con un correo de confirmación, veían cómo un grupo de guardias les cerraba en la cara una reja para impedirles entrar al edificio.
Minutos después, esas personas recibían desde adentro del recinto llamadas, mensajes de texto y videos que mostraban cómo Muñoz era detenido por cuatro guardias, arrastrado fuera del auditorio y puesto de cara contra el suelo. Ninguno de los numerosos diplomáticos colombianos presentes se levantó para pedir explicaciones por el trato a uno de los ciudadanos cuyos intereses deben –teóricamente– proteger.
Este es el momento en el que sacan a Edilberto Muñoz.
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Explicaciones contradictorias
Al día siguiente y después de que los videos de los expulsados del evento se hicieron virales, Muñoz fue recibido en el Consulado Colombiano en París. Él afirma que el encuentro fue cordial, incluyó un “esta es la casa de todos los colombianos” y se saldó con la afirmación de que la diplomacia colombiana nada tuvo que ver con la actuación del personal de seguridad de la sede de la Unesco.
Una funcionaria de la Embajada Colombiana en Francia explicó por su parte que, desde un principio, la conferencia se pensó como un evento cerrado y que hasta el último momento los organizadores colombianos ignoraban que, por su lado y sin consultarlos, la Unesco había lanzado en su página internet para el público general.
“Al final había tanta gente que varios de los invitados especiales se quedaron sin poder entrar” afirma la funcionaria.
La explicación coincide en parte con la dada por la Unesco. El organismo internacional insiste en la responsabilidad de garantizar la seguridad tanto de visitantes como del personal diplomático en el edificio y menciona un trabajo de coordinación con las delegaciones que organizan las conferencias para que éstas se desarrollen en un clima de tranquilidad. Invocando razones de seguridad –pues además de Iván Duque, decenas de jefes de estado que habían asistido a las ceremonias de conmemoración del Armisticio el día anterior seguían en la ciudad y varios de ellos habían visitado durante el día la Unesco– se habría decidido solicitar abandonar la sala a quienes a pesar de estar inscritos no hacían parte de una supuesta lista “oficial” del consulado.
Sin embargo, los testimonios recogidos por ¡Pacifista! coinciden en que varias personas que se habían inscrito de la misma manera que Muñoz y lograron ingresar y permanecer hasta el final de la conferencia.
El indeseable
“Es muy simple. Me sacaron a mí y a las personas que vieron hablando conmigo” dice Muñoz. “Antes del incidente, yo estaba tranquilo sentado y me di cuenta de que no tenía un lapicero para tomar notas. Entonces salí de la sala para buscar uno y crucé varios funcionarios del consulado colombiano en París que conozco y se sorprendieron de verme allí”.
Minutos después comenzaron las expulsiones. Muñoz y el doctor en economía Freddy Antonio Preciado, fueron sacados por la fuerza y al menos tres personas más engañadas con el argumento de que debían mostrar de nuevo sus documentos a la entrada.
Las especulaciones sobre las razones por las que a ciertas personas se les negó la entrada y otras fueron expulsadas comenzaron de inmediato. “Se decía que a las personas que al llenar el formulario escribieron que eran estudiantes o que estaban vinculados a alguna organización, les negaban la entrada” dice la doctora en psicología Carolina Martínez, una de las personas que pudo estar dentro de la sala. Martínez confirma que los criterios de ingreso eran extremadamente confusos y que a varios de sus conocidos les negaron la entrada sin mayores explicaciones.
Un funcionario diplomático colombiano afirma que “Tenemos tanto trabajo en estos eventos que jamás nos quedaría tiempo para elaborar esas listas negras de las que se ha hablado” y un ex-militar conocedor del tema asegura que es sabido que en cada consulado o embajada de las grandes capitales hay uno o varios funcionarios que, mientras ejercen cargos técnicos de bajo perfil, están pendientes de las actividades políticas de los colombianos en el exterior.
“Yo no creo que la delegación viniera desde Bogotá con nuestros nombres debajo del brazo. Eso sólo he visto en películas como Matrix” dice Muñoz, insistiendo que las expulsiones fueron puntuales, específicas y ordenadas por personal del Consulado Colombiano en París, que quería asegurarse que ninguna persona con opiniones divergentes estuviera siquiera presente en la sala.
Conocido entre la comunidad por su papel como músico y gestor cultural, Muñoz ha tenido relaciones cordiales con la representación diplomática colombiana en Francia e incluso participado en la organización de actividades culturales en coordinación con ellas. Muñoz también participó en la campaña presidencial de Gustavo Petro en el extranjero según él “Porque a pesar de que por periodos muy largos no ha participado en la política, siempre ha tenido una sensibilidad de izquierda”.
“En la embajada y el consulado, también conocen mis opiniones políticas, que siempre he expresado con respeto. Yo asistí con interés de colombiano y de empresario. Si hubiera tenido la oportunidad de hacerle una pregunta al presidente Duque lo habría hecho con argumentos y no con insultos. Me pareció muy mal, por ejemplo, que en la conferencia que dio ese mediodía le hubieran gritado ‘Asesino’”
El episodio que comenta Muñoz, ocurrió en la Escuela de Ciencias Políticas de París y puede ser la explicación para los altercados de la tarde, tanto al interior como en los alrededores de la sede de la Unesco. En ese primer evento del día, un grupo de colombianos que se manifestaban contra la venida de Duque frente al recinto académico fueron desalojados por la policía. Además, hubo varias preguntas incómodas del auditorio que evocaron temas incómodos como la crisis de la educación publica y los cincuenta líderes sociales asesinados durante los menos de cuatro meses que lleva el mandato presidencial.
“Temas que con seguridad Duque no hubiera querido ver evocados frente a los inversionistas y diplomáticos extranjeros presentes en la Unesco”, afirma unas de las personas que logró escuchar la breve intervención del presidente, donde como se sabe sin que todavía se comprenda, mencionó en ingles a los siete enanitos. Como el de otras personas al interior, el testimonio de esta fuente menciona numerosas fotografías tomadas a los asistentes y guardias caminando todo el tiempo entre el público, listos a saltar ante cualquier intervención.
Esta vez, Duque no aceptó preguntas y abandonó la sede de la Unesco por una puerta paralela mientras cien gendarmes antimotines dispersaban, sin violencia pero con firmeza, a las decenas de colombianos que seguían esperando de parte de las autoridades diplomáticas una explicación de por qué los habían dejado por fuera.