OPINIÓN | Ministro: tal vez el hecho de nadar en plata, por cuenta de los bonos de agua, sea tan solo uno de sus sueños húmedos.
Por: @DanielRuge
Estamos en 2038 y se acabó el agua. Al que solía ser el balneario Fondo Azul, unos inversionistas panameños le cambiaron el nombre a Acuaparque Carrasquilla… aunque llegaron a pensar en ponerle Fondo Premium. La idea fue posible porque el senador Uribe dio su visto bueno. Durante el gobierno Duque, el líder del Centro Democrático inauguró varios establecimientos del mismo tipo, para lo cual le fueron prestados los flotadores presidenciales:
Eso sí, mucho antes del Acuaparque Carrasquilla, hubo un problemita con el exministro de Defensa, Guillermo Botero, quien a los pocos años de dejar su cargo les ofreció un negocio a varios municipios para solucionar los estragos de la terrible sequía que se venía encima: por qué no reemplazar el agua con unos bonos de glifosato…
A nadie le fue bien nadando en ese herbicida. Quienes no se enfermaron gravemente, se envejecieron de inmediato. Hasta la opositores cayeron. Para la muestra:
Ah, y al cantante vallenato Nelson Velázquez le tumbó la barba:
En este nuevo país el agua no se acabó por el fracking, que ni siquiera alcanzó a ser aprobado. La verdad es que nos tuvimos que gastar toda el agua lavando la imagen que nos dejaron en el exterior los embajadores Alejandro Ordóñez, Viviane Morales y Francisco Santos. Bueno no toda, la poquita que quedó se la bebieron los 300 escoltas de Uribe en una de sus visitas a Barrancabermeja, municipio donde la ciencia ha comprobado que por cada una de las letras de su nombre la temperatura sube 10 grados.
Por eso hoy es un servicio de lujo la experiencia de lanzarse a una piscina así no tenga agua. En este balneario futurista, Carrasquilla y sus amigos se zambullen en sus propias ganancias:
Para prender la rumba en el Acuaparque Carrasquilla, se ofrecen a los visitantes los populares bonos de aguardiente, con los que se puede adquirir media de guaro por el equivalente al precio de tres botellas de whisky en un supermercado o solo una cerveza en Andrés Carne de Res.
Ahora Colombia se parece mucho al universo de La Dama del Pantano, la telenovela noventera que imaginó un futuro donde la guerra era por el agua y que además le dio la primera oportunidad de contacto con los medios a uno de los abogados más prestigiosos del país:
La única diferencia entre esta Colombia del 2038 y la de la telenovela, es que Pregunta Yamid sigue al aire. En este punto supongo lo que se están preguntando y la respuesta es no: Amparo Grisales no logró llegar hasta aquí. La diva sobrevivió a la Guerra de los Mil Días y al Bogotazo pero no pudo con la reforma tributaria de Carrasquilla en 2018. Les dejo aquí una sofisticada infografía que explica cómo fue esa reforma:
Hoy, aquí en el futuro, para entrar al Acuaparque Carrasquilla basta comprometerse a no colgase con los intereses que genera el pago del cover y cumplir la única norma que hay al salir de la piscina: usar chanclas desechables, de esas que están echas de papel de Panamá.
Vale recordar que al final no pasó nada con los bonos de agua o, como empezaron a decirle los periodistas poco tiempo después: “los bonos del preciado líquido”. Era cierto que la operación fue legal y a nadie le importó entenderlo como un tema de responsabilidad política, que poner a un negociante como Carrasquilla frente al ministerio de Hacienda era algo así como poner de ministro de Salud al man que vende los digiturnos para de las salas de espera en las EPS.
PD: Perdón por detallar así esta historia futurista, doctor Carrasquilla. Fui demasiado lejos con su intimidad porque tal vez el hecho de nadar en plata, por cuenta de los bonos de agua, sea tan solo uno de sus sueños húmedos.