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Así quieren hablarle los pacifistas a los escépticos
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Así quieren hablarle los pacifistas a los escépticos

Staff ¡Pacifista! - julio 24, 2015

En el Encuentro Nacional de Paz encontramos a cuatro participantes dispuestos a desglosar su discurso para responder a preguntas recubiertas de escepticismo e incredulidad frente a la paz. Estas fueron sus esperanzadoras respuestas.

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Por: Camila Rodas Hernández.

Más de 50 organizaciones y fundaciones, activistas, políticos, comunidades indígenas y campesinas se reunieron en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación para discutir los distintos temas que rodean un término líquido, maleable y complejo: la paz. Todos llevaron sus hojas de guía, sus discursos preparados, expresaron sus inconformidades e inquietudes y no es difícil imaginarse la inmensidad de propuestas y realidades que recorrieron los pasillos y salones.

En las sesiones del medio día, los distintos grupos trabajaron en tres comisiones que evaluaron distintas propuestas para el desescalamiento y cese definitivo de hostilidades; compartieron iniciativas pedagógicas y comunicativas para fortalecer el apoyo ciudadano a las negociaciones de paz; y coordinaron agendas de acciones por la paz en la coyuntura electoral. Mejor dicho, ayer se habló de todo un poco.

Dentro este mar de subjetividades, que fue el “Encuentro Nacional de Paz”, encontramos a cuatro participantes dispuestos a desglosar su discurso para responder a preguntas recubiertas de escepticismo e incredulidad frente a la paz.

Estas fueron las preguntas escépticas y las respuestas esperanzadoras de cuatro pacifistas:

 

Fotos por: Carlos Bernate

 

¿Existe la paz?

Yovany Uni, integrante de la Etnia Yanacona compuesta por 21.475 personas y asentada en 16 municipios y 31 resguardos en el país.

“Una cosa es el contexto de paz del que se habla en La Habana, donde hay muchos intereses pero no está nuestro propio sentir. Allí no se representa nuestra propia cosmovisión, nuestro verdadero sufrimiento, ni mucho menos nuestra visión de paz. A nuestros territorios llegan los grupos armados y no sabemos si los que portan un fusil son de izquierda o son de derecha, pero no nos importa, todos nos atropellan y acaban con nuestros pueblos. Pero si algo puedo decirle es que entre nosotros sí ha habido paz. En nuestra comunidad sí existe: nosotros sabemos vivir bien, nos cuidamos, nos protegemos. El territorio indígena es respeto a la vida y a la unidad. Yo sé que la paz existe porque la he sentido y la he vivido”.

Todo el mundo pregona paz y más paz, pero ¿qué es?

David Heredia Pérez, activista político y trabajador social de Tejuntas [Tejido Juvenil Nacional Transformando a la sociedad], un proyecto del Congreso de los Pueblos.

“En un contexto político, como en el que estamos en este momento con los diálogos, creemos que la paz es la firma de un acuerdo. Pero no podemos asignarle a la paz la idea de borrón y cuenta nueva porque ésta no es un evento, sino una dinámica de cambios”.

“Estos cambios significan muchas cosas: acceso gratuito y condiciones dignas de estudio; salud, ya no como negocio, sino como derecho fundamental con acceso público; legislaciones independientes en los territorios indígenas porque son ellos los que mejor conocen este territorio. La firma de un papel no significa nada si no entendemos la paz como la reflexión constante sobre las causas estructurales del conflicto armado. Paz es comprender la problemática compleja del país, porque más allá de un conflicto armado tenemos un conflicto político, social y económico”.

Si las paz son tantas cosas diferentes a las negociaciones en la Habana, ¿para qué firmar entonces un papel?

Pilar López, coordinadora de estrategia de comunicaciones de la Corporación Viva la Ciudadanía.

“Lo urgente es dejar que los acuerdos queden firmados porque cuando esto pase se nos acaba el pretexto de la guerra y podemos empezar a construir una nueva manera de relacionarnos contando con la diferencia y la diversidad que nos caracterizan. Si no empezamos por dejar resuelto esto, seguiremos con la idea de la inversión y justificación de la guerra y nunca habrá un pretexto para el inicio de una posible paz, o un posible posconflicto. Piense que la acción de la paz es difícil por pura inercia: estamos acostumbrados a vivir en con el conflicto armado sin cuestionarnos nada. La gran mayoría de colombianos hemos vivido necesariamente en medio de la guerra porque hemos nacido en ella. La firma del papel es importante porque es el primer paso para deconstruir una simbología que llevamos cargando a cuestas hace décadas.

Estamos con la idea de “desescalar el lenguaje”. ¿Será que sí es posible materializar una idea tan abstracta y compleja?

German Londoño, desmovilizado del M-19 en 1990. Ahora pertenece a la organización “Mesa Nacional de víctimas de organizaciones sociales” y es artista popular (titiritero y teatrero).

 

“Si no se desescala el lenguaje durante estas circunstancias de negociación de paz no vamos a llegar a ningún Pereira. Ha sido la palabra, en todos los tiempos, la que condensa todas las expresiones, creencias y rencores de la sociedad. Obviamente es una idea compleja, pero vea que hay muchas acciones concretas: reunamos a varios grafiteros y artistas del país y buscamos juntos los rincones, las paredes y las aceras que contengan mensajes guerreristas que inviten a la violencia. En un acto artístico podemos transformarlos en mensajes de reconciliación, perdón, reparación, justicia, convivencia y tolerancia”.

“Llenemos las piedras, las veredas, las entradas de los pueblos, las iglesias, las casas, los muros con estas palabras. Hagamos visible la paz desde el vocabulario que nos rodea, porque sólo así nos apropiaremos en el día a día de esta nueva etapa”.