Desde junio del año pasado, en el mundo se han registrado 101 casos contra la prensa. Civicus nos alerta con el dato.
Este artículo es producto de la alianza entre ¡PACIFISTA! y DemocraciaAbierta. Lea el contenido original aquí
Por: Civicus
El incremento del autoritarismo y de las políticas regresivas representa un nuevo frente en la lucha por proteger y extender la libertad de prensa y el derecho de los ciudadanos a ser informados. A nivel global, los periodistas están en la primera línea de un ataque a las libertades cívicas por parte tanto de actores estatales como no estatales.
La determinación de los líderes populistas para formatear y controlar las narrativas dominantes, junto con el aumento de las noticias falsas, de los grupos extremistas y de la presión comercial, significa que ahora los periodistas no sólo pueden ser detenidos sin juicio y sufrir la criminalización por hacer su trabajo, sino que también se enfrentan a ataques físicos, a la pérdida de su vida y sus medios de subsistencia.
“A nivel global, los periodistas están en la primera línea de un ataque a las libertades cívicas por parte tanto de actores estatales como no estatales”
El CIVICUS monitor, una nueva plataforma en línea que evalúa la calidad del espacio cívico en todos los países, ha registrado entre junio de 2016 y marzo de 2017, 101 ataques contra periodistas. Señala que los periodistas corren a menudo el riesgo de ser atacados por informar sobre temas políticos, sobre protestas, conflictos, y sobre la corrupción estatal.
El Instituto Internacional de Prensa (IPI) proporciona una prueba más de los riesgos a los que se enfrentan los periodistas, informando que en el año 2016 al menos 83 periodistas murieron como resultado directo de su trabajo, y que casi la mitad de todas las muertes se produjeron cuando los periodistas cubrían los conflictos armados, en particular en Irak, Siria y Yemen.
Las conclusiones subrayan la íntima vinculación entre la libertad de los medios de comunicación y la libertad de la sociedad civil: donde una está debilitada, la otra también lo está. Para que la disidencia sea aceptada como parte esencial de la democracia participativa, es necesario luchar por las libertades fundamentales de la sociedad civil: las libertades de asociación y de reunión pacífica, así como la libertad de expresión.