La noche del 24 de junio el Museo Contemporáneo de Bogotá brilló como nunca antes lo había hecho. A ritmo de electrónica y muchas luces, el festival AV Síntesis completó su primera edición.
A las 7:21 p.m. se encendieron las luces en la fachada del museo Contemporáneo de Bogotá, patrimonio arquitectónico de la localidad de Engativá, y en la plazoleta, los habitantes del sector vieron, escucharon y sintieron la experiencia audiovisual que cinco artistas expresaron bajo la premisa que el festival AV Síntesis había convocado para esta primera edición: la no repetición.
“El Festival está comprometido con la generación de paz en Colombia, por eso la premisa de este año es ´Verdad, justicia, reparación y no repetición´. Queremos que el arte sea la herramienta para decir que no queremos vivir más en un país violento. No somos la generación que quiere perpetuar estas prácticas de guerra, por el contrario, queremos que el arte sea el conector y transmutador de este mensaje”, dijo Laura Ramírez (Optika), directora del festival.
AV Síntesis nació en 2018 bajo la consigna de reunir artistas visuales y hacer intervenciones en la ciudad, dice Ramírez, a lo ´guerrillero´, es decir, sin muchos recursos y con ayuda voluntaria de la comunidad. Sin embargo, gracias a la beca de Escultura Local, de la localidad de Engativá, esta es la primera vez que se hace un festival con acceso gratuito, y toda la logística que significa hacer una intervención en un espacio público. “AV Síntesis quiere ser el nuevo espacio en Bogotá y en Colombia para los artistas audiovisuales electrónicos. El festival ha tenido contenido académico, talleres gratuitos en alianza con Uniminuto”, dijo Ramírez.
Con el apoyo de la alcaldía de Bogotá, en esta primera versión del festival, los artistas visuales que participaron fueron Sebastián Ávila (Ordig), con su obra Sin Voz, utilizando la técnica Live Performance (música y proyección en vivo); una pieza experimental de algunos estudiantes de la Uniminuto, resultado del taller que AV Síntesis impartió sobre la técnica de vídeo mapping; Henry Amaya, con su obra Entramada; Diego Taborda, con su obra Máquina de Memorias y la pieza del festival: Transmuta, de Laura Ramírez, (Optika).
Esta experiencia expositiva es resultado también, dice Ramírez, del estallido social que empezó el 28 de abril en Colombia, “se que hay mucho inconformismo, muchos artistas quieren hablar de eso, y mucha gente quiere que el arte hable de eso, mucha gente está buscando identificarse con estas prácticas. Que el arte no solamente sea una cosa estética, bonita o super abstracta, sino que también hable de una manera más directa, más al corazón”, aseguró la artista.
Y es que las intervenciones tuvieron que ver, por ejemplo, con el asesinato de líderes sociales en Colombia. Ordik, con su obra Sin Voz, así lo dejó ver en un Live Performance donde nombres y rostros que se distorsionan iban apareciendo y desapareciendo en la fachada del museo. “El performance se llama Sin Voz porque al que habla en Colombia lo matan”, dijo el artista, que, al ser preguntado por su trabajo de recolección de datos dijo: “La lista, tristemente, era gigante, entonces logísticamente dije, no, hagamos los dos últimos años. (…) Es aterrador la cantidad de líderes que han sido asesinados”, según Indepaz, 79 líderes sociales defensores de derechos humanos han sido asesinados en lo que va corrido del año.
“De un lado está todo el rollo del arte electrónico, del video mapping, del live performance, del DJ, y del otro, existe el compromiso político y social, gracias a la situación que vive el país. Me siento muy tocada por eso”, dijo Ramírez, quien decidió participar con su obra Transmuta: “Es una pieza que habla de la guerra que se ha vivido y que se vive en Colombia, la guerra en los campos, la violencia, como los campesinos están ahí observando mientras les caen las balas encima, como está de triste y de maltratada la memoria del país con tanto secuestro y tanta sangre que se ha derramado. (…) Habla de esa tristeza de enterrar un muerto, tantos años que llevamos enterrando muertos. Pero también habla de que llegó el momento de cambiar, de romper ese ciclo, no queremos más. La pieza resalta la lucha de los pueblos, de la gente en las calles, de los indígenas, logra resaltar todo ese valor indígena, como la fuerza, como el poder que va a ser capaz de dar el cambio que necesita el país”.
“Para mí el arte debe aportar a esa generación de cambio”, Laura Ramírez (Optika).
Una de las obras más luminosas de la noche fue la de Diego Taborda: Máquina de Memorias, una obra que agarra el concepto de no repetición y hace un homenaje a la situación actual del país, “intenté hacer una máquina efímera de la memoria. Intento por los medios de reproducción -por donde podemos guardar las memorias-: los televisores, el audio, hacer una alegoría que pudiera guardar esos símbolos de la memoria, con un poco de testimonios, intentando jugar con la técnica del mapping y la arquitectura del edificio”
Este sentido homenaje a las víctimas del Paro Nacional y los distintos tipos de violencia en Colombia espera seguir cimentando en la conciencia colectiva una suerte de identidad y remembranza por nuestras luchas y nuestros muertos.
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