En menos de tres días, 38 guerilleros murieron en bombardeos de La Fuerza Aérea. Esas cifras demuestran que la idea de desescalar el conflicto se diluye.
Hace algunos años la cifra de 38 guerrilleros muertos por bombardeos de la Fuerza Pública no representaba un escándalo mayor. Pero hoy, luego de un cese al fuego unilateral por parte de las Farc que se extendió por cinco meses y una reducción no explícita de los ataques por parte de las autoridades en contra de la guerrilla, esos números parecen meterle reversa a la historia.
Primero murieron 26 guerrilleros en un bombardeo que ocurrió el pasado jueves en Guapi, departamento del Cauca. A raíz de ese ataque las Farc suspendieron su cese al fuego. “No estaba en nuestra perspectiva la suspensión de la determinación del cese al fuego unilateral e indefinido proclamado el 20 de diciembre de 2014 como un gesto humanitario y de desescalamiento del conflicto, pero la incoherencia del gobierno Santos lo ha logrado, luego de 5 meses de ofensivas terrestres y aéreas contra nuestras estructuras en todo el país”, dijo el secretariado de las Farc en un comunicado.
Pero este sábado, mientras el país e incluso el Gobierno se preparaba para las retaliaciones que estaría preparando esa guerrilla, la Fuerza Aérea bombardeó otro campamento de las Farc, esta vez de la compañía Raúl Eduardo Mahecha, en el municipio de Segovia, Nordeste de Antioquia. Otros 12 guerrilleros murieron.
Ese panorama, en tiempos de diálogos, contrasta con el optimismo que parecía aumentar hace apenas algunas semanas cuando se hablaba de desescalamiento del conflicto y de haber llegado a un punto de no retorno en el proceso de paz.
Y el punto de quiebre fue la muerte de 10 militares en Cauca a manos de las Farc en el mes de abril. Desde ese momento los territorios con presencia guerrillera en todo el país han vuelto a ser escenarios de guerra. Mucho más si se tiene en cuenta que ese ataque motivó al presidente, Juan Manuel Santos, a reactivar los bombardeos que él mismo había suspendido en marzo luego de asegurar que las Farc habían cumplido su promesa de detener las acciones ofensivas.
El presidente habló este sábado, sin precisar detalles sobre los operativos de las Fuerzas Militares, dijo que cada vez se hace más necesario acelerar los diálogos, insistió en que la paciencia tiene límites y en que su propósito es que el cese al fuego entre las partes sea definitivo.
“Tenemos que tomar decisiones para parar esta guerra lo más pronto posible. Y yo estoy listo a acelerar las negociaciones para obtener ese cese al fuego bilateral y definitivo a la mayor brevedad posible”, dijo Santos.
Y al hablar de paciencia sorprendió al afirmar que desde hace cerca de un año no hay un avance sustancial en la mesa de conversaciones: “Llevamos un año, un año completo, sin hacer un avance sustancial. Necesitamos avances, porque el pueblo colombiano tiene una paciencia finita, no infinita. La gente quiere ver que podemos avanzar en la mesa para mantener fe en que sí podemos lograr la paz”.
Esa idea, sin embargo, deja dudas si se tiene en cuenta que fue hace menos de tres meses cuando se anunció el acuerdo para el desminado con la participación conjunta de guerrilleros, militares y una ONG noruega experta en ese tipo de procesos. Sobre ese mismo tema se conocieron avances la semana anterior, cuando se anunció que todo está listo para poner en marcha el plan piloto de desminado que, paradójicamente, empezaría en el municipio de Briceño, ubicado en otra subregión de Antioquia, pero en la misma zona de influencia guerrillera que conforman municipios como Segovia, el escenario de la muerte de 12 integrantes de las Farc este sábado.
Por su parte, el comunicado de las Farc luego del ataque en Guapi, da cuenta de una realidad que el país ha discutido durante las últimas horas. “Nos duelen por igual las muertes de guerrilleros y soldados, hijos de un mismo pueblo y procedentes de familias pobres. Debemos parar este desangre”, dijo la guerrilla.
¿Asesinatos de militares?, ¿bajas de guerrilleros? Lo cierto es que ya son casi 50 las vidas perdidas en la guerra por las más recientes ofensivas de las Farc y la Fuerza Pública desde el ataque al Ejército en abril.