¿Por qué las comunidades prefieren el desminado humanitario al militar?
Esta semana, en el glosario ¡PACIFISTA!, escogimos “desminado humanitario”, a propósito del acuerdo al que se llegó en La Habana entre la guerrilla de las FARC y el gobierno, para la destrucción de las minas antipersonal sembradas en los territorios.
El 7 de marzo de 2015, el Alto Comisionado para la Paz, anunció el acuerdo sobre la limpieza y descontaminación del territorio de la presencia de minas antipersonal (MAP), artefactos explosivos improvisados (AIE), municiones sin explotar (MUSE) o restos de explosivos de guerra.
La organización Ayuda Popular Noruega (APN) implementará un proyecto en el que se realizará un estudio no técnico para identificar la ubicación de las minas, la destrucción de los artefactos, un continuo diálogo con las comunidades afectadas, la verificación de los casos y, finalmente, se entregará un informe a las autoridades de los resultados del proceso.
Parecería que el acuerdo está planteado como un desminado humanitario, una modalidad que, ante todo, exigen las poblaciones civiles víctimas de las minas, quienes insisten que solo a partir de este van a recuperar la tranquilidad para volver a caminar sus tierras.
“Vivo en el cabildo La Montaña, en el corregimiento del Decio (Nariño). Si le cuento cómo fue la vida en 2005, y sobre todo en 2007, cuando se agudizó más el conflicto por la presencia de los paramilitares Águilas Negras, tengo que hablarle también del campo minado. Hubo encuentros y enfrentamiento entre la guerrilla del Frente 19 de las FARC, los paramilitares y el Ejército, y aunque siempre hubo guerra, la población civil empezó a ser la afectada: insultaban, mataban y después empezaron a minar. Uno andaba por los caminos y se encontraba letreros: ‘¡Cuidado! Campo minado’. Pero no creíamos. No teníamos experiencia en esto y pensábamos que era mentira, que eso no había nada. Y nos metíamos al campo.
Pero, entonces, aparecieron las víctimas. Me acuerdo tanto que unas de las primeras fueron la señora Maía y su hijo, que cayeron cuando estaban mirando un ganado. Los encontramos después de cuatro días, desnudos, el hijo hecho pedazos y ella vivita, viéndolo todo sin poder moverse. Se había quitado la bota y amarrado el pie, pero ante el temor de caer en otra mina se quedó quieta. Fíjese lo angustioso que fue para ella, estar ahí viéndolo a su hijito, sin poder moverse, durante días. Y nosotros también tuvimos miedo cuando los buscamos, porque siempre habíamos escuchado que donde había una mina siempre habían más sembradas, y con ese caso lo habíamos comprobado porque madre e hijo cayeron en minas diferentes.
Por esa época, estas tierras quedaron abandonadas. No podíamos ir para ningún lado porque los caminos estaban minados y teníamos la duda de encontrarnos con más minas. Nos prohibían salir entre las 4 de la tarde y las 8 de la mañana porque en ese lapso de tiempo las activaban. Donde usted estuviera tenía que quedarse guardadito, o corría el riesgo. Muchos, por la desobediencia, salieron pues creían que no iba a haber nada, y tenga.
En 2008, el Ejército entró al Decio e hizo un desminado militar, para abrirse paso por donde iban a pasar las tropas. Nunca desminaron el territorio civil. Nuestro caserío quedó igual. Y los subversivos, a medida que se sentían acorralados, sembraban más y más minas. Todavía hay muchas minas activas, no sabemos cuántas, no sabemos dónde. El año pasado cayeron cuatro personas más.
Yo soy concejala en la alcaldía de Samaniego, pero ahí no hacen caso a esta situación, no le dan prioridad, porque, lastimosamente, prima la politiquería antes que el bienestar de todos. Nosotros no nos queremos quedar en el lamento, porque nos hemos dado cuenta de que la comunidad es más fuerte. En el Decio y el municipio, en general, tenemos un arraigo a nuestro territorio y no queremos que nos vuelvan a desplazar, no nos gusta vivir de mendigos, ni con esta intranquilidad.
Muchos no nos hemos salido de acá a pesar de todo esto; aún cuando tenemos la mina sembrada a 25 metros de nuestra casa. ¿Qué le puedo decir yo? Nosotros por eso queremos un desminado humanitario, no un desminado militar, porque necesitamos que vayan todas las partes del conflicto, por ejemplo, los grupos que minaron, que saben dónde las tienen puestas, que la comunidad esté vinculada porque es ella misma la que sabe algunas rutas minadas y es ella la afectada. Si vienen los militares, por más sabelotodo que sean, no van a ubicar las minas y, a veces, terminan empeorando la cosa”.
*María Dina Molano, concejala de Samaniego, Nariño.
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Definición técnica
Desminado humanitario: De acuerdo con los Ingenieros Militares de Colombia, el desminado humanitario (DH) es un proceso que tiene por objeto destruir las minas antipersonal (MAP), las municiones sin estallar (MUSE) y los restos de artefactos explosivos improvisados (AEI). El Centro Internacional de Desminado Humanitario de Ginebra ha determinado una serie de pasos que el DH debe incluir: primero, se realizan los estudios técnicos y no técnicos que permiten ubicar las minas; luego, se realizan mapas de localización; en la siguiente etapa se destruyen los artefactos (la parte más costosa del proceso); se hace una señalización y se efectúa la documentación sobre el desminado. Finalmente, y siendo este el paso más importante del desminado humanitario, se contacta a las comunidades afectadas y se lleva a cabo el retorno de las mismas.
Aunque las Normas Internacionales para las Actividades Relativas a las Minas (IMAS), establecen que distintos tipos de organizaciones, como ONG, empresas comerciales o unidades militares pueden llevar a cabo el desminado humanitario, en Colombia, está a cargo de la política pública nacional de Acción contra Minas Antipersonal, a través del Batallón de Desminado número 60, a cargo del Coronel Gabino Gutiérrez.
No es lo mismo un desminado militar que uno humanitario. El primero se desarrolla en campos de batalla, como una operación bélica, para que las tropas puedan avanzar, y en muchos casos lo que hace es aumentar la presión llevando a que los grupos siembres más minas. Por el contrario, el desminado humanitario destruye los artefactos en pro y con la población civil afectada.
Las cifras:
- En 2014, fue el año en que más se destruyeron artefactos: 240 en 543.943 metros cuadrados de área.
- Desde 1990 a enero de 2015, se registraron un total de 11.043 víctimas por MAP y MUSE. De estas, el 38 % (4.226) son civiles y el 62 % (6.817) miembros de la Fuerza Pública.
- Actualmente, se está realizando el desminado humanitario en 9 municipios de Antioquia, Bolívar, Caldas y Santander.
- Entre San José del Guaviare, Vistahermosa (Meta), Barbacoas y Samaniego (Nariño) y Chaparral (Tolima), se han despejado 100.204 metros cuadrados y se han destruido 301 artefactos. En este momento, las operaciones están suspendidas.
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