La dolorosa historia oculta de la violencia sexual contra las mujeres nukak | ¡PACIFISTA!
La dolorosa historia oculta de la violencia sexual contra las mujeres nukak Foto: José Puentes
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La dolorosa historia oculta de la violencia sexual contra las mujeres nukak

José Puentes - marzo 11, 2020

Estuvimos en la entrega del informe que prepararon las mujeres de ese pueblo indígena del Guaviare sobre violencia sexual para la Comisión de la Verdad. Reúne relatos de abusos, amenazas y explotación.

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8 de marzo de 2020, Bogotá:

Miles de mujeres marchan por las calles en contra de las violencias que viven a diario por el hecho de ser mujeres, en contra del patriarcado y en contra de que otros decidan sobre sus cuerpos.

8 de marzo de 2020, San José del Guaviare, a 400 kilómetros de la capital:

Un pequeño grupo de mujeres del pueblo Nukak se reúne en el quiosco de la Casa de la Verdad. Se sientan en círculo. Son casi una veintena, entre jóvenes y mayores. Algunas llevan a sus hijos pequeños en brazos. Otras cargan bolsas con artesanías hechas con hojas de Cumare, una palma que crece a lo largo de la Amazonia y la Orinoquia. Una de ellas comienza a hablar.

Hay muchas niñas violadas y ustedes no saben (…) Nos sentimos muy tristes porque muchas mujeres nukak están llenas de hijos que nos son de hombres nukak”.

Quien habla es Rocío*. Tiene unas líneas color marrón pintadas en el rostro, un collar hecho de colmillos de algún animal y un largo vestido estampado. Nos habla a los no-indígenas que estábamos afuera del quiosco: gente de la Defensoría, Procuraduría, Naciones Unidas,  funcionarios de la Comisión de la Verdad, a los periodistas… instituciones creadas por el Hombre Blanco. Sus palabras en perfecto español, lo importante en este caso, eran el relato de una de las tantas nukak del Guaviare que fue víctima de violencia sexual en medio del conflicto armado.

Pedimos que nos respeten, así sean colonos o lo que sean. Que nos respeten por favor. Y que no vengan a tocar el cuerpo de las mujeres nukak”.

 

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Mujeres nukak tejiendo artesanías con hojas de cumare. Foto: José Puentes.
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Foto: José Puentes.

 

El hecho es que en este lugar militares, guerrilleros, paramilitares y algunos colonos -hombres blancos ajenos al territorio y que ocuparon, en ciertos casos, tierras de indígenas- abusaron de las mujeres de ese pueblo. Con apenas 9, 11 o 14 años, las nukak fueron violadas y explotadas.Entraron a occidente con el matrimonio forzado”, explica Kelly Peña, de la Confluencia de Mujeres para la Acción Pública, una organización feminista que lleva dos años recogiendo las dolorosas historias de las nukak. Mientras a ellas se las llevaban, a sus padres los amenazaban cuando intentaban rescatarlas. Toda esa situación que se dio en la región llevó al desplazamiento”.

Justo esa es la historia de Rocío. Nos sentamos a charlar afuera del quiosco hacia el mediodía de ese domingo. Lo primero que le pregunto es cómo violentaron a la mujeres de su pueblo. Responde sin filtros. “Nos amenazaron los mismos tipos que se enamoran de una porque querían tener relaciones sexuales obligadas. Paramilitares, Ejército, guerrilleros, todos esos. Los colonos también comenzaron a fastidiar. Se enamoraban de una los fines de semana, desaparecen después”.

Ella y una de sus primas trabajaban cocinando para unos raspachines de coca. Cuenta que un día llegaron hombres de las Farc en una embarcación por el río Guaviare. Se quedaron con la excusa de que querían tomarse una cervezas. Los guerrilleros las invitaron, las llevaron a un cerro. Luego las emborracharon y las montaron en la embarcación con rumbo a un campamento. Rocío* dice que cuando despertó sentía mareo y no sabía dónde había amanecido.

– ¿Y allí, en el campamento, abusaron de ti?

 Nos obligaron a trabajar. Hubo violencia sexual”.

Rocío*, para entonces, tenía apenas 11 años.

 

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Kelly es una socióloga bogotana y trabaja en el Guaviare desde hace años. Un día de 2014, mientras dormía en Puerto Flores, una vereda de San José, comprobó en carne propia el acoso al que están expuestas las nukak. “Un colono me levantó el toldillo pensando que era una nukak. Se iba a meter en mi hamaca. Yo lo viví una sola vez, ella lo viven todos los días”. Fue ese susto el que la llevó a investigar sobre la violencia sexual contras las mujeres indígenas.

Lo que encontró Kelly, junto a la Confluencia, también integrante de la Confluencia, es la posible respuesta al porqué de estas violencias en un pueblo en fase de contacto inicial; es decir, que el primer acercamiento con los occidentales fue reciente, en 1988, cuando el país se enteró de su existencia.

Hace 32 años, el mundo que encontraron los nukak era el mismo que es hoy, a grandes rasgos: capitalista, basado en negocios extractivistas con la tierra e inmerso en una guerra omnipresente.

Los grupos armados, el Ejército y algunos colonos se aprovecharon de ese contexto para abusar sexual y laboralmente del cuerpo de las mujeres nukak. El Conflicto armado arreció en los noventa, se apropiaron de más mujeres y la emprendieron contra las nukak jóvenes.

 

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Las mujeres nukak piden que no usen sus cuerpos, que respeten sus tradiciones. Fotos: José Puentes.

 

Un informe del Centro Nacional de Memoria Histórica, de 2017, habla de los cuerpos apropiados, corregidos para enviar un mensaje durante la guerra. Y el conflicto armado hizo precisamente eso con las mujeres indígenas. El mensaje era contundente: las nukak, como otras mujeres indígenas de la Amazonia, se pueden comprar para llevarlas a trabajar o tener sexo”.

Kelly, la investigadora, buscó información sobre violencia sexual contra las nukak pero no había nada. Por eso se propuso recorrer con la Confluencia varios asentamientos para escuchar a las nukak. Rocío se unió para ayudarles a traducir al español y comprender lo que decían las mujeres mayores. El resultado del trabajo de campo concluyó que, entre otras cosas, la explotación sexual infantil ha sido un patrón permanente.

 

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– ¿Cómo saliste del campamento?

Un profe nos recogió en una lancha”…

Rocío cuenta que a la zona donde vivía y trabajaba llegó el mensaje de que estaba en un campamento de las Farc con su prima. Un profesor fue hasta allí para hablar con el jefe de los guerrilleros. Las dejaron ir con la excusa de que aún eran pequeñas y de que las tareas de la milicia les quedaban grandes. Las dejaron ir, pero luego de abusar de ellas.

Esa no fue la única violencia que sufrió Rocío. Tiempo después otro hombre blanco, con quien tuvo una relación, la amenazó. Prefiere no contar más detalles y fabricó un silencio…

Volvemos a hablar del círculo de mujeres. Ese domingo en la mañana ella no solo era la traductora, sino la misma voz de las nukak. De las mayores, de las más jóvenes, de las que fueron abusadas, de las que terminaron trabajando forzadas. Son mujeres que hoy no tienen con qué alimentar a sus hijos porque los árboles frutales han desaparecido por la invasión de colonos, mujeres que olvidarán sus habilidades natas como recolectoras. Mujeres que no tienen acceso a agua potable en sus asentamientos. Otras violencias menos conocidas que sufren las mujeres indígenas.

Le dieron la palabra a una mujer del pueblo Tucano, de la etnia texano. Acompañaba a las nukak en el círculo. “La problemática no solo es de las mujeres nukak, es en general. Las mujeres indígenas hemos sido abusadas y maltratadas en medio de la colonización, de la guerra, del narcotráfico. Fuimos forzadas a trabajar”. Otra mujer, pero del pueblo Jiw, habló. También hizo referencia a la violencia, al desplazamiento, al irrespeto a las tradiciones.

Para las nukak y las dos mujeres de los otros pueblos, el círculo fue el espacio para hablar de un tema del que poco se habla y documenta en la región, de un asunto que ni siquiera es público: la violencia sexual contra las indígenas.

 

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La primera vez que se supo del pueblo Nukak fue en 1988. Foto: José Puentes.


Esa información que Kelly y Confluencia recolectaron, con ayuda de Rocío y las demás nukak, se convirtió en un informe que ese domingo recibió Patricia Tobón Yagarí, comisionada de la verdad y que se encarga de escuchar a los pueblos indígenas. La misma Rocío le entregó el documento, una carpeta violeta con las historias de sufrimiento de las mujeres de su pueblo.

Solo fuimos un instrumento. Nosotras tenemos una formación, algunos recursos y formas para movernos en el territorio. Pero este informe es de ellas. Muchas de las mayores que están acá se reunieron para decidir que se iba a hacer el informe”, comenta Kelly. Se trató de un ejercicio de escucha necesario para las nukak y para un país que desconoce las realidades de las comunidades étnicas.

Tobón recordó la importancia de la organización. Fue el consejo que les dio a las mujeres indígenas en la Casa de la Verdad de San José del Guaviare luego de recibir el informe. “De las mujeres va a depender lo que pase en sus pueblos. Son quienes organizan la familia y la sociedad. Si ellas no se organizan, no se verán los cambios”.

Rocío se levantó de su silla y abrazó a la comisionada, a Kelly y su mamá. Con este último abrazo cerró la reunión. Fue fuerte y acompañado de lágrimas porque el dolor de las historias que van en ese folder no se desvanece. Ahora, la Comisión de la Verdad custodiará ese documento y deberá incluirlo en el capítulo étnico del gran informe que prepara. Las mujeres nukak esperan que con la información que dieron se hable, por fin, de la violencia contra ellas. Esa que no vivieron hasta que llegó el Hombre Blanco.

*Cambiamos el nombre de una de las fuentes de esta historia por su seguridad.