"El uribismo está funcionando con respirador artificial": Luciana Cadahia | ¡PACIFISTA!
“El uribismo está funcionando con respirador artificial”: Luciana Cadahia Luciana Cadahia. Fotos: Isaac Díaz -¡Pacifista!
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“El uribismo está funcionando con respirador artificial”: Luciana Cadahia

Santiago Valenzuela A - julio 15, 2019

Cadahia tiene lista una tutela que elaboró con sus estudiantes para pedir su reintegro en la Universidad Javeriana.

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A la profesora argentina Luciana Cadahia, PhD en Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid, la despidieron en mayo pasado de la Universidad Javeriana, donde enseñaba filosofía política. La Javeriana terminó su contrato sin justa causa. No hubo explicaciones públicas pero sí un rechazo de un sector de la academia que respeta el trabajo de Cadahia y que vio en su despido una censura por sus posiciones políticas y de género. Esta semana, como nos contó en entrevista a ¡Pacifista!, interpondrá una tutela con los estudiantes para recuperar su plaza en la Universidad Javeriana.

Luciana, empecemos hablando de tu despedio de la Javeriana…

Como es de público conocimiento, no he dejado de recibir apoyo tanto nacional como internacional. Pero me gustaría dejar algo en claro y es que si bien ese apoyo vino dado por mi despido puntual, en realidad es una forma hacer un llamado de atención y empezar a  proteger la academia en Colombia. Es decir, las distintas cartas y comunicados provenientes de estudiantes y profesores de la Javeriana, de otras universidades y de la academia global apuntan a lo mismo: debemos cuidar la pluralidad, la paz y la democracia en la academia. A muchos colegas que me han escrito, incluso, les preocupa que esto comience a parecerse a Brasil, donde hay una clara persecución.  Yo espero, sinceramente, que no sea el caso. La Javeriana, y la comunidad jesuita, se ha caracterizado por apostar por todos estos valores que acabo de mencionar. Incluso son una comunidad históricamente perseguida que sabe lo que significa la persecución. Por eso nos llamó tanto la atención mi despido.

En esa dirección, si bien es cierto que existe el derecho laboral de un empleador para el despido sin justa causa, ese derecho laboral no puede estar por encima de los derechos fundamentales a la educación, la libertad de pensamiento y de cátedra. No se trata de un derecho absoluto, sino relativo a un contexto. Menos cuando se trata de una institución educativa.  Y, menos aún, cuando mi desempeño docente era impecable en todos los sentidos y tenía buenas relaciones con los estudiantes y la mayoría de profesores. 

Ahora bien, pasado un mes de silencio por parte de los directivos de la Facultad de Filosofía de la Javeriana, y dado que cuento con el apoyo de un numeroso grupo de profesores y estudiantes, vamos a presentar, junto a los estudiantes, una acción de tutela para que se proteja el derecho a la educación y la libertad de cátedra y pensamiento.

¿Qué alcance crees que puede tener esta tutela? 

Tengo conocimiento de despidos similares a los míos en los últimos meses, tanto en temas de género como en temas sensibles a libertad de expresión, así que con esta acción de tutela esperamos crear un antecedente que nos ayude a cuidar, entre todos, nuestros derechos fundamentales. Es decir, los de libertad de cátedra, expresión y educación. Tras mi despido la facultad se ha visto afectada en tres aspectos claves:

– Muchos estudiantes vieron vulnerados sus derechos al estudio, ya sea porque les dirigía las tesis, porque iban a cursar conmigo materias novedosas para la facultad (como por ejemplo: filosofía latinoamericana o perspectiva de género) o bien porque no pudieron continuar en los proyectos y semilleros que estaba impulsando. 

-Por otro lado, tras mi despido aumentó la disparidad de género y la agenda que estaba tratando de consolidar allí. Ahora mismo hay solamente 3 profesoras y casi el 80 % son hombres. Esto pone a las mujeres, docentes y estudiantes, en una posición de mayor vulnerabilidad. 

– Finalmente, crea un antecedente de temor  generalizado dentro de la facultad. Al no conocerse las razones de mi despido, y sabiendo que mi desempeño era excelente, cualquier profesor teme ser despedido por decir algo que no fue del agrado de alguna autoridad. No olvidemos que yo pertenecía a una Facultad de Filosofía, es decir, un espacio que debería cultivar el pensamiento, la libertad y la pluralidad. ¿Cómo vamos a hacer para cultivar el pensamiento cuando tenemos miedo de decir lo que pensamos? Somos docentes que enseñamos sobre las injusticias cometidas a Sócrates, a Antígona, a Rosa Luxemburgo, a Benjamin, a Levinás, a Mariátegui . ¿Cómo hacemos para hablar de todas estas cosas filosóficamente, que era lo que enseñaba, si en cualquier momento te pueden despedir? 

Por tanto, la acción de tutela, más mi caso en concreto, tiene que servir para proteger la estructura académica de cualquier arbitrariedad. Y también tiene que ayudarnos a seguir haciendo de las universidades un espacio democrático. Me cuesta creer que jesuitas como algunos de mis colegas de la Facultad o el padre de Roux estén desacuerdo con todo lo que estoy diciendo y consideren oportuno mi despido. 

Hay varias hipótesis sobre tu despido. La inicial es que tenía que ver con tus posturas políticas y tus investigaciones sobre populismo… 

La verdad es que no puedo afimar nada, ya que no ha habido un pronunciamiento público. A pesar de las numerosas cartas  públicas y privadas que recibieron el nuevo decano, Luis Fernando Cardona, y el rector de la universidad, donde académicos de todo el mundo pedían razones de sobre la decisión, seguimos sin conocer las razones. Incluso, tampoco conocemos las razones de índole filosófica. Yo he sido por varios años coordinadora de diferentes maestrías en FLACSO, y cada decisión administrativa surgía en mí una reflexión filosófica. Para mí las dos cosas iban juntas, no podía separarlas. Algún día me gustaría conocer esas reflexiones filosóficas de Cardona o Héctor Salinas -el Director del Departamento-, razones que pedimos por todos los medios sin éxito.   

Ahora bien, sí he podido recoger mucha evidencia de que hay una triangulación entre mis posiciones públicas, problemas estructurales de género y mis trabajos sobre populismo, que chocaban con la nueva dirección de la Facultad. Y toda esta evidencia será presentada para la acción de tutela. Pero por citar un solo ejemplo, la decanatura de la facultad, que debe aprobar todas nuestras publicaciones y conferencias para el escalafón, curiosamente rechazaba las vinculadas con temas sobre populismo. También había manifestado en muchas oportunidades la dimensión politizada de mis “propuestas de investigación”. Lo curioso es que esas mismas investigaciones que han sido aprobadas en redes o consorcios internacionales, por alguna razón, estaban siendo obstaculizadas o rechazadas durante los últimos meses en la Facultad. Tengo muchos proyectos con instituciones extranjeras de primer nivel (Ministerio Alemán, University of Brighton, Programa en Teoría Crítica de la Universidad de Berkley, FLACSO-Ecuador, etc..) que no pueden encontrar su cause en la nueva gestión de la Facultad.   

¿Qué otros temas no eran aceptados por el decano? 

Los temas de populismo, neoliberalismo y mi participación política tanto en redes como en prensa, generaba cierto malestar. 

¿Te había pasado antes en Colombia? 

Es que llevo menos de dos años viviendo de manera permanente en Colombia. Estaba viviendo en Ecuador, pero venía de manera intermitente desde el 2013. Allá, en Ecuador, era profesora titular de FLACSO, coordinadora de la maestría en Sociología, después coordinadora en la maestría en Filosofía. Renuncié a la plaza de FLACSO porque gané el concurso de la Javeriana. Cuando me gané la plaza en la Javeriana, en 2017, renuncié a la plaza en la FLACSO, cerré mi vida en Ecuador y me vine a vivir definitivamente a Colombia. Por eso mi despido tras ganar un concurso se vuelve más desconcertante, más que nada porque en mi caso se trata de una persona extranjera. 

Renuncié a un puesto en otro país y tomé la decisión de venir a vivir a Colombia, de apostar por la producción de conocimiento y saber desde Colombia. Por eso, despedir de esa manera a una persona extranjera resulta más violento aún, por el coste emocional de venirse a vivir definitivamente a un país, sin tener el arraigo que puede llegar a experimentar una persona colombiana. Es muy extraño que después de haber estudiado mi perfil perfectamente durante el concurso, después de haberme seleccionado, después de haberme solicitado que viniera a vivir a Colombia y, sobre todo, después de haber mostrado los resultados académicos y humanos esperados, alguien decida, de la noche a la mañana, que lo más sensato es despedirme. 

En Colombia existe una visión que denuncia constantemente que se cierran las vías institucionales para la participación política y a veces vías incluso para los intelectuales… 

Me parece que la situación en Colombia, a pesar de sus particularidades, debe pensarse desde el escenario regional. Actualmente en Latinoamérica existe un retroceso del progresismo y un avance de la extrema derecha. Brasil y Colombia son los casos más emblemáticos. En Brasil, el ataque a las humanidades y las ciencias sociales está siendo muy brutal y sistemático. Intuyo que esta derecha que ha retomado el poder en América Latina tiene una agenda cultural importante en todos los planos de la vida social. Las universidades son un nicho de formación de pensamiento muy importante. En esa dirección la derecha sabe que la batalla cultural que quieren ganar implica la censura de voces críticas. 

En Colombia, ahora mismo, hay dos formas de censurar las voces críticas. Silenciamiento de las voces públicas y asesinatos sistemáticos de líderes sociales y territoriales. Todo eso forma parte del mismo nudo. ¿Y qué piden ambas voces, las silenciadas y las asesinadas? Paz, democracia, igualdad y un Estado de derecho garantista. 

Acá hubo un caso que tuvo mucho eco mediático: el de Carolina Sanín con la Universidad de los Andes…

Con respecto a ese caso, me parece que hay cierto sentido común colombiano al que le cuesta mucho más  soportar que las voces críticas sean voces femeninas. Hay una especie de misoginia y machismo estructural muy peligroso en el inconsciente social. Solo hay que ver los los comentarios en Twitter a Carolina, a Sara Tufano (otra voz crítica) o a mí para darse cuenta de eso. Carolina Sanín, al igual que otras mujeres, rompen completamente con ciertos estereotipos femeninos en Colombia y eso se vuelve insoportable. Pero, para responder a tu pregunta, sí creo que el lugar de intelectual público que ocupa Carolina afectó su vínculo con la universidad y estuvo muy conectado con su despido. Por eso creo que esa especie de inconsciente colectivo misógino castiga a personas como Carolina o yo. Ahora mismo no tengo registro de otro país donde en un año se despida de la Universidad a dos mujeres por tener una voz pública. Esto debería hacernos pensar a todos en Colombia.

¿Qué tienen que ver estos casos en un nivel más macro, es decir, con asuntos como la implementación del Acuerdo de Paz?

En la presidencia de Santos, y aunque persistían unas estructuras de violencia muy feroces, hubo un gobierno demócrata en un sentido neoliberal (por eso ahí me distancio), pero hubo un intento para ponerle fin al conflicto armado. En esa agenda demócrata se experimentaba la libertad de expresión mayor porque hubo una apertura a la pluralidad política. Se abrieron espacios para que las disidencias políticas se pudieran explicitar en la opinión pública y no en las armas, buscando acabar con esa violencia estructural.

Como sabemos, cuando Iván Duque gana toda esa agenda demócrata se disuelve y hay un intento para volver a la lógica de la guerra y articularse con la derecha más violenta de América Latina. Y es así porque es en la lógica de la guerra donde su partido sabe moverse y sostener la hegemonía. Además tienen mucho miedo porque si gana la narrativa democrática, Uribe podría ir a la cárcel. Creo que en gran medida el gobierno de Duque está tratando de proteger a Uribe, entorpeciendo a la JEP para protegerlo y tratando de crear una agenda cultural donde la narrativa de la pluralidad y de la paz desaparezca y continúe la lógica de la guerra y el fascismo.

Dejemos claros esos conceptos de populismo y fascismo…

Yo lo he sostenido hace un tiempo y en ese punto me distancio de mi maestra Chantal Mouffe: es un error creer que hay populismos de izquierda o populismos de derecha. Cuando vemos con precisión los acontecimientos, a lo que se llama populismo de derecha es lisa y llanamente fascismo. Es un neo fascismo cuando se hace política a través de la pasión del odio y la exclusión del otro, como lo hace Bolsonaro en Brasil y Trump en Estados Unidos. Siempre hay otro que tiene que ser eliminado, puede ser el migrante, el indígena, la mujer. Eso es fascismo y esa no es la lógica bajo la cual funciona el populismo.

A la opinión pública colombiana le cuesta mucho o no soporta incluso las voces femeninas que son críticas de la misoginia y el machismo

¿Y cómo se acomodan las universidades en todo este entramado?

Las universidades en América Latina, salvo en épocas de dictadura, siempre han sido plurales, es decir, las universidades sí son espacios sumamente politizados donde hay varias fuerzas conviviendo a la vez: fuerzas liberales, neoliberales, conservadores, de izquierda, anarquistas, etc….  Las universidades tienen tensiones de fuerzas políticas, pero a mí lo que me está preocupando de los casos de Colombia o Brasil es que los presidentes que fueron elegidos democráticamente están actuando con las universidades como si estuvieran en una dictadura: determinando formas de financiamiento, ejerciendo presiones sobre lo que no se puede decir. Y no solo está pasando en las universidades sino en otras instituciones culturales, las bibliotecas, el archivo, el Centro de Memoria Histórica….

Durante el último año hubo varias manifestaciones en Colombia: los estudiantes, los indígenas, ¿qué tanta legitimidad popular tiene el gobierno de Duque?

Yo lo vengo diciendo hace un tiempo: el uribismo está funcionando con respirador artificial. El uribismo está desesperado por construir una agenda cultural porque no tiene la hegemonía. Estos ocho años de santismo permitieron una gran politización de la ciudadanía, incluso hay generaciones que se han criado durante el santismo, han estudiado, han dejado de ser jóvenes y hoy son adultos. Tienen una relación distinta con la cultura del conocimiento, ya no es la política del miedo que había instaurado el uribismo a principios del 2000, sino que hoy existe mayor consciencia política y además en el transcurso de los años han ido saliendo a la luz las atrocidades y los crímenes de Estado cometidos durante la presidencia de Uribe. El uribismo está tratando de reactivar algo que ya hizo, pero la gente tiene memoria. Y aunque el uribismo esté en el gobierno y tenga el poder de dar muerte a líderes sociales y silenciar voces de la intelectualidad, no pueden silenciar a las multitudes que son conscientes de lo que ellos están tratando de hacer.

Pero esos ocho millones de votos que tuvo la oposición no parecen estar tan articulados…

A mí me llama la atención eso, que los ocho millones de votos no estén más articulados, porque estamos hablando de una oposición muy poderosa, y eso sin contar a la gente que no votó, porque los uribistas votan siempre. El uribismo, en lugar de negociar, está tratando de silenciar. Eso demuestra una gran torpeza y una incapacidad para gobernar. El gobierno de Duque se está pareciendo a lo peor del gobierno de Pastrana, pero peor, pues a su incapacidad de gobernar se suma una crisis económica que en Colombia no es muy común. Yo vengo de Argentina, y allá sabemos que una crisis económica puede hacer caer presidentes. Acá hay una bomba de relojería con lo que está haciendo Duque.

Ahora, él intentó venderse como un candidato tecnócrata e incluso ha aceptado que existen los asesinatos a los líderes sociales, ¿estas posturas tan volátiles no confunden?

No hay que olvidar que él viene de la línea del santismo. Recuerdo que cuando era cercano a Santos celebraba muchas medidas progresistas, lo que pasa es que cambió de postura cuando rompió con Santos y se fue con Uribe. En un plano estrictamente personal no creo que estemos ante un fascista, sino frente a una persona sin ideología clara y capaz de aceptar cosas progresistas. No veo en él, a diferencia de Santos, a una persona con carácter y visión de país. Y valentía, eso es algo que tenía Santos y que Duque no ha tenido. Duque es como el marido que toda madre quisiera para su hija, pero está completamente atado a la lógica del uribismo. Y Uribe tiene miedo y cuando un monstruo político tiene miedo se vuelve peligroso, porque hace lo que sea para protegerse a sí mismo.

Lo que está haciendo Uribe con Duque es instrumentalizarlo para protegerse a sí mismo y evitar lo inminente: la cárcel. Uribe es una fiera atemorizada.

Hablemos de las movilizaciones sociales. ¿Crees que la sociedad civil puede rodear y proteger la implementación del Acuerdo de Paz?

Sí, y lo explico. Uribe es un animal político y lo digo en un buen sentido, es decir, es un gran político que supo conectar con las energías populares sobre todo en sus primeros años de gobierno. Conoce el país y la sensibilidad del colombiano promedio. Sin embargo, en el santismo muchas energías sociales se volvieron progresistas. Y Uribe no es capaz de entender esas energías sociales progresistas. Es otra Colombia y por eso está actuando torpemente.

Ahora, la participación de política de las Farc no está tan clara todavía, han asesinado a más de 130 excombatientes…

Es un tema bien complejo. Yo celebré desde el minuto 0 que las Farc entraran en política porque vengo de la herencia de pensamiento de Maquiavelo y creo que siempre hay que encontrar los canales institucionales para el disenso. Que las Farc se convirtieran en un partido político es salud para la república colombiana. Y desde que Duque gana las elecciones comienza la persecución de excombatientes y a las Farc los tiene maniatados. Sigue utilizándolos como un muñeco de paja. A Santrich, por ejemplo, lo utilizan para invisibilizar el verdadero problema que es el genocida de Estado que es Uribe. Utilizan a las Farc para invisibilizar los problemas propios de ingobernabilidad.

La estrategia de Duque fue la siguiente: para garantizar gobernabilidad intentó mostrar la sensación de caos y violencia para mostrarse como el salvador. Así lo hizo con Venezuela, quiso ser el líder latinoamericano que supuestamente iba a llevar la democracia a Venezuela a través de las armas y esto lo hizo para invisibilizar los problemas internos de Colombia. Esta estrategia fracasó y comenzó el plan B: creó el incendio colombiano y comenzó a entorpecer la JEP y el Acuerdo pero eso también le está saliendo mal: ninguna de las narrativas de violencia le han funcionado para mostrarse como un hombre de Estado.

Y el uribismo necesitó a las Farc para hacer las reformas que quería hacer…

Ahora lo están usando para seguir con la idea de un enemigo público. Ellos necesitan crear la idea de que hay otro que amenaza la estabilidad del país, antes era Maduro y Venezuela, y ahora son unas facciones de las Farc…

¿Cómo ves a la figura de Petro hoy?

Me gustaría hablar de Petro tanto como de Ángela María Robledo. Los dos están sufriendo una persecución política importante, similar a la que han sufrido otros líderes progresistas. Sin ir más lejos, Rafael Correa no puede estar en su país y Cristina Fernández de Kirchner tiene persecusiones por todos lados. Hay una gran estrategia de persecución judicial en América Latina contra todos los líderes progresistas que no quieren ajustarse a la agenda del neoliberalismo. Los medios quieren crear la imagen de que son personas corruptas porque salta a la vista que son líderes que van en contra del establishment. Creo que ese el caso de Petro y de Ángela María, quien perdió su curul. Y cuando a ti te persiguen judicialmente, tu campo de acción se restringe mucho.

La Colombia Humana está recibiendo ataques por todos lados: muerte sistemática de líderes y persecusiones judiciales. Vamos a ver qué pasa en las elecciones de octubre y qué pasa más adelante, si en las próximas elecciones presidenciales se subvierte el orden y se lanza Ángela María de presidente y Petro de vice. Así sucedió en Argentina con Christina y se alteró el panorama electoral.

A Santrich, por ejemplo, lo utilizan para invisibilizar el verdadero problema que es el genocida de Estado que es Uribe.

Claro pero también en la oposición también quiso ubicarse el Partido Verde…

Para los que estudiamos la política es fácil definir la línea de un político por sus posturas sobre las instituciones, los derechos, la economía. Sergio Fajardo es un conservador neoliberal que juega a ser más abierto, pero cuando debe tomar partido siempre está al lado de las medidas más reaccionarias. Él es una ficha del sindicato antioqueño, eso está clarísimo. El Partido Verde confunde mucho: condenaron la figura de Santrich en el congreso pero no la figura de Uribe. ¿Porqué no lo condenás si se trata de un criminal de Estado? Se han ido quitando las máscaras y ya no son tan apolíticos o tan liberales como querían mostrarse.

A Petro le dicen muy seguido que es populista…

En los medios de comunicación no entienden el significado de populismo, lo que han hecho es utilizar ese término como un sintagma peyorativo. Yo no veo que a alguien se le acuse de liberal o de demócrata. El populismo, desde la teoría política, tiene que ver con determinadas prácticas y miradas políticas. Petro es un líder populista en el buen sentido de la palabra, pues se trata de un líder que conecta con lo popular desde la idea de gobernar para las mayorías. ¿Y qué significa esto? Que las mayorías tengan acceso a los derechos que las oligarquías intentan restringir, como el acceso a la vivienda, a una buena salud, que no deben ser privilegios para unos pocos. Petro y Ángela María son figuras populistas, así como lo puede ser Francia Márquez.

¿Y Maduro?

Yo he insistido muchas veces en esto: en Venezuela no hay una experiencia populista sino socialista. Venezuela tiene más afinidad con la experiencia cubana que con las experiencias populistas de Latinoamérica en el siglo XXI. Se parece más a Cuba que al gobierno de Rafael Correa, por ejemplo. Esto porque la concentración de poder gira en torno a la figura de un líder y su articulación con las fuerzas militares, mientras que el esquema populista latinoamericano no tiende a dar más poder a las fuerzas militares sino que se preocupa por crear mayor institucionalidad. Si bien Maduro tiene un discurso antioligárquico , no tiene un discurso de ampliación de derechos, porque los derechos se garantizan a través de la institucionalidad. Maduro tiene los peores vicios de los socialistas clásicos, mientras que Chávez era la combinación entre populismo y socialismo. Chávez entendía la importancia de una agrupación latinoamericana para hacer frente al mapa geopolítico mundial; estaba pensando en la creación del Banco del Sur y era un líder regional.

Ser populista, por lo menos para muchas personas en Colombia, significa no ser técnico ni responsable con las decisiones financieras…

Eso es resultado de una ignorancia con respecto a como han funcionado los populismos en nuestros países latinoamericanos. Es un uso frívolo del término populismo. Sin ir más lejos: el de Correa fue un liderazgo populista pero se fortaleció la institucionalidad alrededor de la banca durante su presidencia. Fue una experiencia internacional de vanguardia. Muchos senadores colombianos, aunque no lo digan en público, sabían que esa era una corriente de vanguardia que merecía la pena imitar.