Según el Mayor Carlos Ospina, el reto de la Comisión va mucho más allá de buscar responsabilidades individuales.
“Yo soy un campesino que se ha recorrido el país a pie”. Esto es lo primero que me dice el Mayor Carlos Ospina, el único militar que hace parte de la Comisión de la Verdad. Es administrador, abogado y víctima del conflicto armado. Prefiere no mencionar el ataque del que fue víctima. Dice que fue el M-19 pero que ya perdonó, que no es necesario ahondar en ese recuerdo. De lo que quiere hablar por estos días es de su responsabilidad como investigador en el posconflicto.
Sentado, tomándose una gaseosa y paciente, el Mayor respondió a cada pregunta que le hice, recordando fácilmente datos, leyes, regiones y procesos de víctimas. En ¡Pacifista! charlamos con el Mayor para entender su carrera y saber, desde su posición como antiguo miembro de las Fuerzas Armadas, cómo afrontará el cargo que lo espera en una de las instituciones más importantes para el posconflicto.
¡Pacifista!: Mayor, ¿cómo fue el camino para llegar a la Comisión del Esclarecimiento de la Verdad?
Mayor Carlos Ospina: La actividad que yo he venido haciendo para llegar a la Comisión del Esclarecimiento de la Verdad fue trabajando con las víctimas pertenecientes la Fuerza Pública desde el principio de los diálogos de paz, es decir, en 2012. El Ministerio de Defensa hizo una invitación y empezó a buscar quiénes eran militares víctimas del conflicto. El único visible fui yo. En su momento había algunos soldados, pero había un sesgo ideológico y político donde se consideraba que los militares no hacían parte del conflicto como ‘víctimas’ porque eran actores del conflicto.
Después solicité mi inclusión en la Unidad de Víctimas porque tenía una infracción al derecho internacional humanitario. Los militares somos víctimas reconocidas cuando hay lo que llamamos ‘infracción’, no nos cubren los derechos humanos sino el derecho internacional humanitario.
¿Por qué se considera víctima del conflicto?
La infracción que me hicieron a mí fue cometida por el M-19 en su momento, fue un ataque terrorista. Pero no es el momento para hablar de eso, ya es caso cerrado.
¿Ser abogado lo ayudó a ser elegido para la Comisión?
Como abogado venía viendo las partes de la historia de los soldados que habían sido detenidos por alguna actividad ilícita que cometieron en el servicio. Vi muchas irregularidades. Había muchos soldados detenidos o condenados, sub oficiales y oficiales. Entonces conocí la parte del conflicto que era el sistema integral y participé en todos los foros que se hicieron a raíz de los diálogos de la Habana.
El primer foro fue en 2013 en Villavicencio, luego Barrancabermeja, luego Barranquilla y por último en Cali. Allí representé a las víctimas de las fuerzas militares, ya que en ese momento no habían asociaciones y éramos poquitos los que habíamos salido a la luz.
Empezamos a buscar a los que habían sido secuestrados, a los que tenían a sus padres desaparecidos. En general, a los que habían sufrido. Eran pocos por apatía y por un conocimiento limitado de las leyes. No sabían que si habían sufrido violencia contra su cuerpo por unas minas o por un ataque terrorista con cilindros bombas, o por armas no convencionales prohibidas en la guerra, podían ser víctimas del conflicto.
¿En qué casos un soldado puede ser víctima de guerra?
En total hay 32 casos. Un soldado en un combate puede ser muerto o herido y eso no lo declara víctima. Es solamente la violencia.
Un ejemplo concreto: un soldado se enfrenta en un combate con guerrilleros, lo hieren, esa herida es un tiro de fusil que le pega en una pierna y le causa la amputación. Ese soldado no es víctima porque él entró al Ejército y ese es su riesgo.
Ese mismo soldado va caminando y entra en un campo minado, se activa el campo minado y le vuela la pierna y queda amputado. Ese soldado sí es víctima porque la utilización de armas no convencionales está prohibida por la convención de Ottawa.
O el soldado en un combate es herido y de acuerdo con las normas debe tener un apoyo sanitario, si el grupo armado impide que pueda recibir ese apoyo sanitario o lo sacan y atacan la ambulancia, o está herido y lo rematan, eso es una infracción al derecho humanitario. O esa bala está untada de veneno, de ácidos o de excremento y causa una gangrena. Usar eso está prohibido, entonces es víctima.
¿Qué pasó después de que encontró a los militares víctimas del conflicto?
Entonces siguieron los diálogos y empezamos a crear organizaciones militares víctimas del conflicto. Se creó Acomivic, que es la asociación de militares y policías víctimas del conflicto, es la asociación madre. Pero la ley dispone que en cada pueblo debe haber una asociación territorial, entonces se desplegaron 20 organizaciones que promoví para que los soldados pudieran pedir sus derechos. De hecho, la problemática grande de los saldados es que no ha habido una reparación para ellos. Porque se considera que nosotros tenemos nuestra legislación especial, un fuero, entonces el responsable de reparar a los militares es el Ministerio de Defensa, no la Unidad de Víctimas como todos los demás ciudadanos. Pero la parte misional del Ministerio de Defensa no contempla la reparación, no hay rubro ni presupuesto para esto. Desde 2011 nadie nos ha reparado y eso es lo que hemos venido luchando.
El Ministerio nos da un dinero, nos pensiona y ayuda a conseguir casa, además de hospitales a su servicio. Pero eso no es así porque la ley que nos cobija es ley laboral. No hay una reparación que venga de una ley internacional de los conflictos armados y nos volvemos a vicitmizar.
¿Cómo fue su postulación a la Comisión?
Como yo he hecho todas estas luchas, los mismos de Acomivic me postularon a mí para la Comisión. Apenas abrió la convocatoria me postularon y yo lo veía venir porque he sido el líder de la asociación. Me sentía preparado para el desafío, además reunía los requisitos necesarios.
¿Cuáles eran los requisitos?
En el 2015 empecé a participar con las mesas de participación municipales de víctimas en Bogotá, que es donde convergen todas las víctimas de los diferentes enfoques y las diferentes situaciones de violencia sin importar quién haya sido el responsable, el Ejército o el Estado. Estas mesas velan por sus derechos y hacen la política pública orientada hacia los municipios, departamentos o la nación completa. Diseñan, ponen en funcionamiento y evalúan la política pública. Al hacerla las mismas víctimas pueden imponer lo que verdaderamente necesitan: vivienda, desarrollo, salud…
Teniendo experiencia en el manejo de víctimas y en las mesas de participación, eso me hizo tolerante a las diferentes opiniones y que se rompiera ese sesgo de “allá las víctimas y allá los militares”. Porque las víctimas no tenemos apellido, somos los que hemos sufrido un daño y un dolor. Y nos ayudamos. Siente y tiene igual dolor la mamá de un soldado que la mamá de un guerrillero, porque ninguna de las dos optó por ese camino para sus hijos.
Este ejercicio en las mesas ha hecho que todos los extremos nos aproximemos sin que pensemos igual, había una convivencia o coexistencia entre las diferentes partes.
Otro de los requisitos para entrar a la Comisión era creer que la terminación del conflicto no daba espera, que tenía que ser ya. Las condiciones ya estaban dadas y el país estaba preparado para entenderse y lograr una convivencia para las personas que piensan diferente y distinto. Este ejercicio en las mesas ha hecho que todos los extremos nos aproximemos sin que pensemos igual, había una convivencia o coexistencia entre las diferentes partes.
¿Cuál es el común denominador de una víctima? ¿Cómo se reconoce?
Todas las víctimas tienen en común el dolor, que es lo más importante. También tienen en común que son de los territorios, víctimas de las grandes ciudades existen muy pocas. Existe la persona del campo, del pueblo, de estratos económicos bajos. Esto pasa porque la base de la guerrillerada es el campesino, y la base de los militares es el campesino o es el muchacho estudiante que no tiene mayores ingresos y está en los territorios. Eso nos une mucho. Hay lugares en donde una misma madre tiene a un hijo en la guerrilla, otro en los militares y otro en los paramilitares, son familias que dividen pero la mamá no divide sus amores.
Trabajando en la Comisión uno tiene que vivir y trabajar 24 horas por ella con sus diferentes posiciones, historias y de donde provienen.
¿Por qué no hay más militares en la Comisión?
Lo hemos analizado despacio. En el sector militar se presentaron 11 generales, cuatro coroneles, un mayor y un sargento mayor, pero el hecho de que haya sido militar no significa que conozca el conflicto a fondo, solo una parte del conflicto. Lo mismo el guerrillero. Pero los que hemos trabajado con víctimas conocemos ambas partes del conflicto. Generalmente los generales no pertenecen a ninguna organización de víctimas, yo soy víctima y era el único de los militares. Entonces nos fueron descartando.
De pronto podía haber entre los pre-seleccionados posiciones muy críticas al sistema y a los acuerdo de la Habana, y pues si las personas decían que no estaban de acuerdo, ¿por qué se postulan? Creo que eso lo tuvo en cuenta el Comité de Escogencia. Entonces nos escogieron, presentamos la entrevista y quedé.
Esto pasa porque la base de la guerrillerada es el campesino, y la base de los militares es el campesino o es el muchacho estudiante que no tiene mayores ingresos y está en los territorios. Eso nos une mucho.
¿11 es el número ideal de integrantes?
34 hubieran sido también poquitos. Un numero muy grande es difícil porque nunca se reúnen y nunca se ponene de acuerdo. Un comité muy chico tampoco. Siendo poquitos creo que fue el adecuado, lo que se quiere es que funcione.
La diferencia de esta Comisión frente a otras es que hay un decreto que dice que la Comisión es de dedicación exclusiva. Entonces todos los que estamos renunciamos al trabajo, asesorías, a litigar y a organizaciones de paz para concentrarnos en esto. Estamos solamente con la camiseta puesta en la Comisión, así hemos empezado a trabajar intensamente.
Tenemos seis meses desde el ocho de noviembre hasta el ocho de mayo para hacer el apresamiento, es decir, construir una institución. Luego tenemos tres años: dos años y medio para hacer la investigación y los análisis y luego escribir en el último tiempo. Luego sigue el Comité de seguimiento.
A veces siento que hay posturas diferentes en tanto que nadie piensa como pienso yo, pero eso no quiere decir que no nos pongamos de acuerdo.
¿Cuáles son las fortalezas y debilidades de la Comisión de la Verdad?
Todos somos entusisastas y queríamos pertenecer porque queremos el escalrecimiento de la verdad y aportar a la misma . Todos tenemos experiencia, sabemos manejar comunidades y sabemos escuchar que fortalezas hay, sabemos escuchar. Hay un ambiente de tolerancia.
Una debilidad colectiva es la falta de tiempo, es mucho trabajo para tan poco tiempo. Son 13 objetivos y cada vez que tocamos un nuevo objetivo, nos preguntamos hasta donde va. Sin embargo, hasta ahora estamos viendo cómo va a ser la metodología. Hay una parte de archivos históricos y otra de despliegue territorial, como audiencias públicas y privadas.
¿Qué significa que una sola persona represente los militares en la Comisión?
Aclaro una cosa: no represento a los militares, yo represento a todas las víctimas. Que venga de un sector militar es diferente, y venir de este se siente mucha responsabilidad. Esperan en mi que sea la parte de la balanza que nos incline al otro lado, que haya una equidad y un equilibrio. Representamos al pueblo colombiano y a aquellas voces que nunca se han escuchado, queremos mostrar las historias nunca contadas.
La verdad es muy peligrosa para todo el mundo y la verdad individual es un imposible
¿Cómo funciona la Comisión en este momento?
Por ahora las reuniones de la Comisión son privadas, aunque va a haber una apertura total y una transparencia total, hay muchas cosas que son del manejo interno porque vamos a manejar dolores de personas que si salen a la luz pública se pueden revictimizar otra vez.
La verdad es muy peligrosa para todo el mundo y la verdad individual es un imposible. Serían 50 millones de verdades. Entonces hay que ver los casos más representativos, no por la magnitud sino por el dolor y el daño que hubo. Vamos a mirar casos que nunca han salido a la luz pública.
Cada quien tiene su forma de contar la historia, ya que no hay dos historias iguales, cada persona tiene su versión. Una palabra, un trato o un gesto puede humillar a una persona y ser algo insignificante para otra. Individualizarlo sería un imposible. Lo que tratamos es de ver que origino el conflicto y por qué se dio, a quiénes dañaron y quién se beneficio.