¿Se puede perdonar a las Farc? | ¡PACIFISTA!
¿Se puede perdonar a las Farc?
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¿Se puede perdonar a las Farc?

Staff ¡Pacifista! - mayo 19, 2016

Un venezolano se dio a la tarea de entender el coctel de emociones que tenemos los colombianos sobre nuestra propia paz.

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Por: Luis Cobelo 

Antes de que empiecen a leer, les aclaro una cosa: yo no soy colombiano.

Aunque no soy de acá, en los últimos meses he notado que la forma de referirse al proceso de paz entre el Gobierno y las Farc es cada vez más importante para los colombianos. En los medios de comunicación, en las conversaciones de café e, incluso, entre amigos, he sentido una tensión muy fuerte cada vez que se usan palabras como reconciliación, víctimas, justicia, verdad, castigo y paz. Entre esas palabras, dos me parecen muy repetitivas y, aparentemente, irreconciliables: odio y perdón.

Perdonar aquello que se odia parece imposible. Hagan el ejercicio ahora mismo: recuerden a quien odian o hayan odiado. Después, piensen si podrían perdonar. Así, ya mismo, lo que se les venga a la cabeza… Seguro no es fácil.

Un ejercicio tan simple lo podemos hacer en casa, tranquilos, sin sufrimiento. Pero imaginen a esos millones de colombianos que sienten odio porque pasaron por episodios de violencia, porque vivieron la pérdida de familiares o sufrieron la disminución de sus capacidades físicas o psicológicas en la guerra. Desde luego, para ellos, el trabajo es más duro.

Lo que he notado, cada vez que escucho hablar del odio, es que es una palabra que se utiliza, casi siempre, para hablar de la guerrilla y no de otro actor del conflicto. Supongo, eso sí, que existen diversas posiciones frente al papel de la insurgencia en tantos años de violencia. Pero asumo que, si existe, el odio hacia las Farc es un sentimiento ‘natural’ en quienes padecieron sus horrores.

También he escuchado a políticos y académicos, que en su mayoría confiesan no haber sufrido la guerra, hablar de una acción: perdonar. Pareciera que para ellos la paz solo es posible si las víctimas perdonan. En últimas, entienden que la paz solo será realidad si ambas ideas, el odio y el perdón, se funden.

Insisto: yo no soy colombiano.  Tal vez por eso decidí hacerme una idea con información de primera mano. Hablé con algunas víctimas de las Farc para saber si odian, si quieren perdonar; para entender si es posible odiar y perdonar, si para perdonar es necesario dejar de odiar, si quienes perdonaron odiaron o si quienes odian prefieren seguirlo haciendo.

Estas son sus historias.

Luis Mendieta

Es oficial retirado de la Policía Nacional de Colombia. El general Mendieta fue secuestrado por las Farc el 1º de noviembre de 1998 y rescatado por el Ejército Nacional de Colombia, junto a otros uniformados, el 13 de junio de 2010. Estuvo secuestrado 4.241 días y 19 horas.

Formó parte de uno de los grupos de víctimas que estuvo en la mesa de conversaciones de La Habana. “Nos llevaron a Cuba porque la Farc, en su posición, quieren demostrar al mundo que ellos son las víctimas y que no son victimarios. Una vez estando allí hice mi intervención de 15 minutos como lo que soy: una víctima. Al terminar, fui descalificado porque como integrante de la Fuerza Pública, ellos me consideran victimario y ellos, mis víctimas.”

-¿Qué siente hacia ellos?, le pregunto.

-Yo siento cierto odio hacia las Farc, sobre todo hacia su dirigencia, porque no han cambiado su forma de actuar. Son responsables de esta barbarie que ha durado más de 50 años. También por los mandos medios siento odio, por reclutar mujeres desde niñas, por violentar a niños convirtiéndolos en guerrilleros, y por dejar que violaran a niñas que luego hacían abortar”.

-Con todo eso que me cuenta parece que el perdón se le hace complicado…

-Mire, mijo, el perdón para mí es un asunto individual, es un don espiritual muy interno. Las Farc no han pedido perdón al pueblo colombiano por las acciones que cometieron. Si no han dado ese primer paso, no podría yo proceder a perdonarlos.

Martha Amorocho

El 7 de febrero de 2003,  a las 8:05 p.m., un carro bomba, que  escondía 200 kilos de explosivos, mató a 36 personas en el Club El Nogal en Bogotá.

Martha es una mujer pragmática. Cuando le pregunto dónde está la habitación de su hijo Alejandro me dice: “ahí no hay nada, solo una foto de él. Imagínese si no la voy a tener. Pero nada, no hay ni un solo rastro material de él a la vista”.

Alejandro, el hijo de Martha Amorocho.

Para ella no existe otra cosa que el perdón. “No siento odio, ningún odio, a ninguna hora. He perdonado y siento paz. La misma magnitud de la tragedia, de alguna manera, fue una bendición. Fui bendecida”.

Martha asistió a las negociaciones de La Habana y pudo ver a la cara a las personas que ordenaron el atentado donde murió su hijo. “Verlos y comer con ellos, almorzar con ellos, fue extraño pero interesante. Dios me dio la fortaleza para poder estar ahí”. En la actualidad, Martha ayuda a otras personas a superar sus pérdidas a través de la Fundación El Nogal y otras organizaciones.

Jhon Fredy Ariza

El soldado Ariza fue secuestrado cuando tenía 18 años y liberado a los 22. Durante su cautiverio sufrió dos enfermedades, leishmaniasis y paludismo –que aún hoy padece–, así como varios problemas psicológicos.

Jhon no tienen dudas ante mi pregunta: “Yo no los he perdonado ni los voy a perdonar porque perdí cuatro años de mi vida. Siento mucha rabia, porque mis mejores años los perdí en una selva y ellos no me han dado nada, ni el Gobierno tampoco. Todo por una causa que yo creí justa, porque peleé por defender a mi patria, pero cuando salí del secuestro mi propio país, y mi Gobierno, me dio la espalda”.

-Sabes que la firma de la paz está a la vuelta de la esquina, ¿qué opinas de eso?

-Yo pienso de las Farc que son una farsa, que no habrá paz. Eso es un negocio que tienen ellos, es puro montaje. Y me da piedra que a ellos les den más beneficios, por ejemplo, con todas las masacres que han cometido. Ellos pueden volverse diputados, pueden estar metidos en el Gobierno. Pueden aspirar a la Presidencia. Y  para nosotros, que fuimos a luchar por el pueblo colombiano: ¿para nosotros qué hay? Nada.

Oswaldo Jaraba

Es agricultor. Fue víctima de desplazamiento por parte de las Farc hace 18 años, en los Montes de María. Actualmente es activista político en la localidad de Bosa, en Bogotá, donde viven otras víctimas desplazadas por la guerrilla.

Fue expulsado de su tierra bajo una amenaza de asesinato. “Un vecino me advirtió que no fuera a la finca que administraba junto a otros dos amigos. Me lo dijo después de verlos muertos, recién asesinado. Sin poder despedirme de mi familia, me oculté hasta que pude llegar a Bogotá. Aquí en Bosa no conocía a nadie pero me ayudaron a establecerme otros que habían vivido mi situación. Conocí a la que es actualmente mi esposa y tuvimos una hija. Poco a poco pude reconstruir mi vida. Hoy representamos a una cantidad enorme de desplazados en esta área del país.”

– ¿Cómo ves el proceso de paz? ¿Has perdonado a las Farc?– le pregunto.

– Hay que pensar en que Colombia necesita la paz y, si hay algún tipo de odio, hay que dejarlo atrás, hay que hacer un proceso de reconciliación, hay que perdonar. Cuando uno siente que tiene una familia y detrás hay una comunidad que quiere vivir en paz, debe uno perdonar. Siento paz en mi familia y en mi vida.

Sofía Gaviria Correa

Sofía es senadora por el Partido Liberal. Las Farc asesinaron a su hermano Guillermo Gaviria, que fue secuestrado en una marcha por la paz en que lo acompañaban más de 2 mil personas. Estuvo 13 meses en cautiverio y fue asesinado junto a nueve soldados en un intento de rescate.

-¿Qué sientes por las Farc?

-Las Farc son muchas personas, entonces unificar el afecto, el desafecto, es muy difícil. Tengo lástima por los niños reclutados, por las mujeres violadas. Siento indignación de pensar que sigan creyendo y haciéndole creer a la sociedad que ellos tuvieron alguna justificación para hacer masacres, matanzas, extorsiones y sembrar este país de minas.

-¿Sientes odio?

-Odio, no. Dolor.

-¿Les has perdonado?

-El tema del perdón es un tema completamente individual. Preguntar a las víctimas si han perdonado no es el camino. Pregunten a los victimarios si han pedido perdón. Yo creo que es un proceso que se invirtió porque se ha presionado a las víctimas a perdonar. Lo que deben hacer es preguntarles a ellos sí están dispuestos a pedir perdón, a arrepentirse del daño grandísimo que le han hecho a la sociedad en su conjunto y a nosotros en particular.

-¿Qué piensas de la firma de la paz, estás a favor?

Sí,  de que no haya más víctimas. El hecho de que yo esté a favor de este proceso de paz, no quiere decir que esté de acuerdo con la forma cómo se está llevando. Además denuncio abiertamente que es una mentira que lo están haciendo por las víctimas. Ambas partes quieren hacerlo por móviles muy distintos.

Andrés Salazar

Tiene 32 años. Fue soldado del Ejército y entró en al menos 70 combates con la guerrilla. Hasta que el 22 de febrero de 2004 le cambió la vida. Ese día, Julio, uno de sus compañeros de batallón, pisó una de las millones de minas antipersonal que aún hoy están regadas por la geografía colombiana.  En medio del caos, Andrés se arriesgó a rescatarlo ya que el lugar estaba impregnado de explosivos enterrados.

Pudo rescatar a su compañero y salir ileso. Junto a otros soldados llevaron a Julio a un helicóptero que lo trasladaría a Cartagena. Una hora después, Andrés se enteró que Julio se desangraba y no sabían su tipo de sangre. Regresó al lugar de la explosión a buscar su cédula. No tuvo chance. Una bomba balón, repleta de millones de pequeños trozos de metal afilados, lo lanzó por los aires, despedazándole las dos piernas.

La historia la ha contado miles de veces y cada vez que lo hace no deja de repetir que “lo volvería a hacer sin dudarlo”. Por sus heridas también perdería la visión de su ojo izquierdo y la audición del oído derecho.

Años después, bastante recuperado, con una prótesis, iba en el Transmilenio de Bogotá, y una persona se le acercó para decirle que tenía cuerpo para ser atleta paralímpico, y que se pasara por el Centro de Alto Rendimiento de la capital para hacerle unas pruebas. En solo seis meses se convertiría en campeón nacional de levantamiento de pesas.

Hoy, es el mejor pesista paralímpico de América del Sur. Hay una cosa que no duda: “No guardo rencor ni odio hacia nadie, he perdonado a las Farc de todo lo que me pasó. Sin embargo, no dudaría un minuto en volver a cargar un fusil y luchar de nuevo por mi país”.