Que el gobierno colombiano cree un noticiero nacional debe verse con cuidado. Más medios no significa necesariamente más pluralismo.
Por: Emmanuel Vargas Penagos
Ya llegó, quién sabe si para quedarse, RTVC Noticias. A simple vista, el anuncio parece muy bueno, pero es muy fácil que este regalo se convierta en una herramienta del gobierno para moldear la opinión pública.
Sí, todo suena muy bien por encima: un noticiero que llega a todo el país y que, según el gerente de RTVC, Álvaro García, hará su trabajo con “la calidad, la independencia, el equilibrio y la inclusión de los colombianos de todas las regiones”. Pero la palabra de García no es suficiente. García, a pesar de que es reconocido por el gremio periodístico y por los propios críticos del noticiero, como Daniel Samper y Antonio Caballero, es un funcionario nombrado por el presidente.
Es posible que esta nueva iniciativa del gobierno se convierta en una forma de afianzar la falta de pluralismo en los medios de comunicación. Colombia, y en general Latinoamérica, tienen una larga historia de concentración en la propiedad de los medios, como lo explica la UNESCO. Esto significa que, como lo mencioné en una anterior columna, las decisiones sobre lo que es noticia han estado durante muchos años en las manos de pocas personas. En este caso, parece que una voz poderosa (la del gobierno) va a entrar en la competencia por audiencia.
La sospecha puede ser más obvia con este gobierno, bastante evidente en su interés por controlar la opinión pública. El gobierno vanidoso. El mismo gobierno de la visita y carta al New York Times para “evitar interpretaciones” sobre la denuncia del posible regreso de las ejecuciones extrajudiciales por parte del ejército. El mismo gobierno que parece querer invertir dineros públicos en escribir la autobiografía de la esposa del presidente. Claro, el gobierno del presidente-presentador-cantante-meme.
Tanto por la forma en que está estructurada la gobernanza de RTVC (gerente nombrado por el presidente) como por la tradición de vanidad de este gobierno, la tentación para que este noticiero se vuelva una herramienta más para limpiar la imagen de Duque es muy grande y difícil de controlar. Pregúntenle a la anterior persona en el cargo de García, Juan Pablo Bieri, cuya gestión pasará a la historia por decir que Santiago Rivas “le muerde la mano al que le da de comer” por criticar un proyecto de ley del gobierno y, acto seguido, censurar el programa de ese periodista.
Un noticiero gubernamental no es lo mismo que un noticiero público. Un informe de la UNESCO explica que los medios públicos de Latinoamérica están marcados por la influencia del gobierno. Eso hace que sea más difícil que iniciativas de RTVC puedan considerarse “de todos”, como ellos lo anuncian. El mensaje de García de que quiere hacer un medio independiente y diverso es favorable porque al menos da una apariencia de independencia. Pero esto no es suficiente. Otro documento de la UNESCO dice algo obvio: “si la información difundida por el servicio público se ve asociada a las voluntades del poder, la gente no creerá más en él”.
Aunque es bueno que haya un medio de comunicación más, esto no es garantía de pluralismo. Tener varios medios no es lo mismo que tener varias posturas, interpretaciones o enfoques. Por esto, en últimas, es bueno que Canal Capital concentre “posturas más liberales que conservadoras, similares a los que representa López: la de los derechos humanos, las mujeres, la lucha contra la corrupción, el Acuerdo de Paz, el medio ambiente y el abuso policial”. Quizá sea un medio con una postura relativamente uniforme, pero al menos no es la de la voz dominante. Pero bueno, la gerente de Canal Capital carga con un peso similar al de García: es nombrada por la alcaldesa.
El peligro de limitar la medición del pluralismo en la cantidad de medios que existen es peligroso porque no mira partes como la influencia que pueda haber por parte del poder económico o político.
Para no ir al lugar común de Venezuela, conocido por la cooptación de la televisión pública y privada, podemos ir a Hungría. Allá, el gobierno de Viktor Orbán creó la “Fundación Centroeuropea de prensa y medios” para que los dueños de medios afines a él le endosaran la propiedad de esas empresas. Ahora son 470 medios gubernamentales amparados por “el interés público”. Sí, hay muchos medios, pero todos con la voz del gobierno. También podemos ir a Polonia, donde empresas del Estado están comprando la propiedad de medios locales.
El gobierno tal vez responda a esta crítica refiriéndose a la convocatoria que abrirá para “fortalecer los medios de comunicación”. El problema es que, aparte de la mención de que las ayudas de ese programa serán muy posiblemente gestionadas por una universidad, la convocatoria no da muchas explicaciones sobre cómo evitará que esta propuesta se convierta en una forma de presión económica sobre los medios.
Por ahora, el noticiero para todos es un regalo incompleto y no sabemos si es uno que preferiremos no haber recibido.
A Emmanuel lo pueden leer acá