A pesar de que hay motivos históricos, el posconflicto sí puede agudizar el riesgo de los defensores de derechos humanos.
Cauca es el departamento que más ha sufrido la violencia contra líderes sociales desde que el gobierno y las Farc echaron a andar el acuerdo de paz, firmado en el teatro Colón de Bogotá y ratificado en el Congreso de la República. Diez de los 35 dirigentes caídos desde el primero de diciembre de 2016 murieron en ese departamento, casi todos a la luz del día y en centros poblados.
La comunidad y algunos centros de estudios como el Centro Nacional de Memoria Histórica y la organización Somos Defensores dicen que los asesinos de líderes sociales son Grupos Armados Posdesmovilización (GAP). Esta es una categoría creada para identificar las bandas que surgieron, o siguieron, tras el proceso de las AUC con el gobierno de Álvaro Uribe, entre 2003 y 2006. En esta etiqueta caben las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, el Clan del Golfo, las Águilas Negras, los Rastrojos y otros grupos que firman panfletos amenazantes, tratan de imponer paros armados y ejecutan ‘planes pistola’ contra la Policía.
Algunos asesinatos también están asociados, según las denuncias, con presuntos miembros del ELN.
“A los líderes sociales del Cauca los están matando hace rato”, dice John Jairo Rincón, investigador del Centro de Memoria Histórica (CMH). “Lo que pasa es que ahora los están contando, les están poniendo rostros”, concluye.
¡Pacifista! se ha encargado de reportar cada uno de los líderes asesinados, pero ahora queremos responder a la pregunta de por qué los están matando, aproximarnos a una explicación para esta ola de violencia. Así que comenzamos esta serie con el Cauca, por ser el departamento más golpeado por esta realidad. Cada semana analizaremos un región diferente.
Las causas son complejas, se entrecruzan y cambian según el territorio, por lo que no es igual la situación en el norte del Cauca, en el Macizo colombiano o en el sur del departamento. Sin embargo, tratamos de recoger los cinco motivos principales por las que esta zona del país es la que más ha padecido el asesinato de sus líderes sociales.
1. Territorios ex-Farc
Desde que las Farc empezaron su proceso de concentración en la zonas veredales, varios grupos armados ilegales han comenzado a disputar los lugares de presencia histórica de la guerrilla. Cauca, por supuesto, es uno de ellos.
Un informe de la Defensoría del Pueblo titulado Violencia y amenazas contra los líderes sociales y los defensores de derechos humanos, presentado a finales de marzo de este año, dice que en “la vertiente y en el piedemonte de la cordillera Occidental se ha denunciado la presencia de miembros de grupos insurgentes, quienes presuntamente tendrían alianzas de control territorial y poblacional”. Estos hombres serían del ELN.
El informe también habla de presencia de grupos como “Águilas Negras, Águilas Negras Nueva Generación, Los Rastrojos”, que se suman a las Autodefensas Gaitanistas. Todos estos agentes armados, insurgentes o ‘posdesmovilización’ paramilitar, “han amenazado a los líderes comunitarios y habitantes que se oponen a la minería criminal y a gran escala”, dice el texto.
Así que una primera razón es que a los territorios que antes estaban bajo la influencia de la guerrilla les están llegando ‘pretendientes’ que buscan imponer su ley desde la violencia.
2. La disputa minera
Los líderes sociales en Colombia, y sobre todo en departamentos como el Cauca, son finalmente defensores de la tierra. En el sur de este departamento, sobre las cuencas de los ríos Sambinga y Mayo, las asociaciones campesinas se han enfrentado a “políticas estatales y a directrices empresariales” que insisten en ejercer la minería en su territorio, según afirma Rincón.
En Mercaderes, un municipio del sur del departamento, los líderes sociales han peleado por el uso y acceso al agua, en una zona en la que empresas mineras quieren establecerse. Esa lucha, de acuerdo con testimonios de la comunidad que hemos recogido, le habría costado la vida a por lo menos tres dirigentes comunitarios desde diciembre del año pasado.
En la alta Amazonía caucana, los dirigentes campesinos también se han enfrentado a los empresarios que quieren establecer explotación de hidrocarburos en la región. “En estos territorios, Grupos de Delincuencia Organizada –GDO se disputan el control y el negocio de las economías ilegales”, señaló la policía en el informe interinstitucional.
3. El negocio de la coca
Esta está ligada a la primera razón. Una de las economías ilegales que quieren controlar los grupos armados que han copado los territorios abandonados por las Farc, es el narcotráfico. Esto, según varios expertos de Memoria Histórica y del Comité de Integración del Macizo Colombiano, consultados por ¡Pacifista!, pone a los líderes sociales en riesgos desde tres perspectivas.
Primero: la lucha de varios dirigentes campesinos por resistir a la erradicación forzada de cultivos ilícitos, política que hasta ahora sigue usando el gobierno, los ha puesto en la mira, no de grupos violentos pero sí de la Policía y el Ejército. Varios líderes han resultado heridos en enfrentamientos con la fuerza pública. “Son sobretodo los liderazgos jóvenes, que piden procesos de sustitución”, afirma Rincón.
Segundo: a pesar de que el microtráfico ha sido investigado en ciudades como Bogotá, Cali y Medellín, expertos afirman que ese fenómeno también ha llegado a lugares menos poblados como Popayán o el propio Mercaderes. Los dirigentes campesinos que se oponen a estas prácticas han sufrido la violencia de quienes controlan el tráfico de droga en esta zona del país.
Tercero: muchos líderes indígenas han defendido el cultivo de hoja de coca para usos ancestrales, o para productos alternativos como pomadas, galletas, té, etc. Esto, según Rincón, podría convertirlos en “enemigos de los narcos” porque les quita el monopolio del multimillonario negocio del narcotráfico.
4. La “liberación de la tierra”
Desde hace décadas, los indígenas del Cauca han ocupado territorios ancestrales para “liberar la tierra” del uso indiscriminado que de ella hacen los colonos. Se llama liberación de la tierra porque tumban con sus propias manos cultivos de uso extensivo para que el territorio “descanse” y no esté sometido a “uso indiscriminado de la agroindustria”, como le dijo a ¡Pacifista! Jorge Dicué, gobernador del cabildo Nasa en Corinto. Por supuesto, esta es una práctica que genera tensiones constantes entre las comunidades, que se sienten dueñas ancestrales de los territorio, y los dueños comerciales que en muchos casos ostentan los títulos de propiedad de dichas tierras.
Por esta razón, los líderes indígenas se han tenido que enfrentar con empresarios y hasta con narcotraficantes. De estas disputas se han derivado hechos violentos, por ejemplo, la masacre de El Nilo, en el municipio de Caloto (1991).
Es un conflicto muy antiguo, que sigue poniendo muertos: dos líderes sociales fueron asesinados este año mientras realizaban estos ejercicios de ‘liberación’.
5. La estigmatización
En tiempos de posconflicto e implementación, tanto los indígenas como los campesinos del Cauca han fortalecido sus procesos organizativos y han incrementado su influencia en los habitantes. Ahora mismo, Marcha Patriótica representa por lo menos a 100 organizaciones locales en el departamento, incluido el capítulo Cauca de la Coordinadora de Cultivadores de Coca, Amapola y Marihuana (Coccam), y es el mayor interlocutor con el gobierno en la negociación de los planes de sustitución y de implementación del punto 4 (solución al tema de las drogas ilícitas) de la agenda de La Habana.
Además, también están los cabildos, que han sido históricamente autoridades en el territorio con las que “fortalecemos la gobernabilidad e implementamos los planes de vida”, dice a ¡Pacifista! Aida Quilcué, una de las líderes más reconocidas del Consejo Regional de Indígenas del Cauca (Cric).
Estas dos organizaciones, han sido señaladas recurrentemente de pertenecer a las Farc, o por ser cercanos a ideas de izquierda. En enero de este año, ¡Pacifista! reportó un panfleto en el que miembros de las Águilas Negras declararon objetivo militar a“los integrantes de la tal coordinación campesina del cauca, a los guerrilleros de la marcha patriotica, a los comunistas de la up, a las ongs defensoras de los guerrilleros, a los promotores de las zonas de reserva campesina…” (Sic).
Por esos días, denunció Somos Defensores, también circuló un panfleto en el que estos grupos pedían “una Colombia sin defensores de Derechos Humanos”.