Colombia es de los peores países del mundo para ser periodista | ¡PACIFISTA!
Colombia es de los peores países del mundo para ser periodista Ilustración: Juan Ruíz
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Colombia es de los peores países del mundo para ser periodista

María Rodríguez - diciembre 11, 2018

En el mundo fueron los periodistas los que destacaron por su labor de buscar la verdad, y fueron escogidos como los personajes del año en la revista Time. ¿Cómo está la situación en Colombia?

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“No puedo respirar”, fueron la últimas palabras del periodista saudí Jamal Khashoggi a principios de octubre, mientras 11 agentes del Gobierno de Arabia Saudita lo ahorcaban por ser un crítico del principie del mismo país, Mohamed bin Salmán. El crimen estuvo en la boca de todo el mundo por casi dos meses, mostró la verdadera cara del príncipe y la ausencia de moralidad en la alianza entre Estados Unidos y Arabia Saudita.

El caso de Khashoggi fue tan estruendoso que llevó a que nos cuestionáramos, una vez más, sobre la libertad de prensa y a pensar sobre aquellos que han sido amenazados e incluso han dado su vida para perseguirla. También generó el suficiente ruido para que él y otros periodistas amenazados fueran escogidos como el personaje del año de la Revista Time. “¿Sobre qué te vas a parar, cuál es la línea que estás dispuesto a cruzar?”, se preguntaba una periodista en el video de Time. Los Guardianes y al Guerra de la Verdad se titula el artículo que relata el por qué fueron electos.

La revista Time empezó a recopilar casos de periodistas alrededor del mundo que durante el 2018 han estado en situaciones de amenaza por querer buscar la verdad. La sistematicidad fue tal que decidieron que los periodistas o como ellos los llaman “Los Guardianes”, serían el personaje del año en la prestigiosa revista estadounidense. Donald Trump, Barack Obama, Angela Merkel y Mark Zukerberg han hecho parte de esta lista en años pasados.

Time encontró amenazas a periodistas en casi todo el mundo. Por ejemplo, la guardiana filipina Maria Ressa, recibió 10 años de prisión por ser una fuerte crítica de las inclinaciones autoritarias del presidente populista, Rodrigo Duterte. Se dedicó a reportar la violenta guerra del narcotráfico y las muertes extrajudiciales, que se cree que ascienden a 12.000 personas, según Human Rights Watch.

Dos periodistas jóvenes de la agencia Reuters fueron separados de sus esposas e hijas y mandados a prisión en Myanmar. Esto fue el costo por desafiar la divisiones étnicas de dicho país ya que documentaron la muerte de 10 personas de una minoría musulmana llamada Rohingya.

El fotógrafo Shahidul Alam, en Bangladesh, fue sentenciado a 100 días en prisión por hacer declaraciones “falsas” y “provocativas” criticando al primer ministro Sheikh Hasina. En Sudán, el fotógrafo Amal Habani fue arrestado por cubrir las protestas económicas, lo detuvieron durante 34 días y le pegaron con cuerdas eléctricas. Patricia Campos Mello, la guardiana en Brasil, fue amenazada por encontrar que los seguidores del ahora presidente, Jair Bolsonaro, pagaron para que a través de WhatsApp se filtraran noticias falsas.

La revista deja claro que estamos en un “retroceso” en la democracia y en que la sociedad civil esté bien informada. En la modernidad, hay un peligroso fomento de desconfianza de los hechos creíbles, que se alimenta de la confusión que nace en las redes sociales y genera una ilusión en lo que es legítimo, explica la revista. “Este es el mundo de líderes poderosos que odian la prensa libre y la verdad”, explica Can Dündar, un periodista turco que tuvo que salir exiliado a Alemania por amenazas, “cuando empiezas a defender la verdad, tú te conviertes en la historia”, concluyó.

En 2018, los periodistas tomaron nota de lo que la gente decía y lo que la gente hacía. Cuando esas dos cosas diferían, tomaron especial atención. Y en realidad, no hubo mayor cambio en la labor de los periodistas, por el contrario, sí cambio cuánta importancia se le da a eso que escriben. En resumen, el 2018 fue el año en que las acciones violentas a los periodistas se hicieron visibles a través de casos emblemáticos como el de Khashoggi.

Colombia va en aumento

Colombia, por su parte, no se queda atrás. En los últimos años, la Fundación Para la libertad de Prensa (Flip) ha registrado un aumento considerable en el número de amenazas en contra de los periodistas en Colombia. En 2015 se documentaron 59 casos de amenazas, en 2016 la cifra llegó a 90 y en 2017 alcanzó a 129 periodistas.

Y es que en el último índice de Libertad de Prensa en el mundo presentado por Reporteros sin Fronteras, se ubicó a Colombia en el puesto 130 entre 180 países, por la difícil situación de los periodistas en territorio y las agresiones que reciben por parte de grupo armados como el ELN.

Según la Flip, 452 violaciones a la libertad de prensa han ocurrido en Colombia durante este año y existen nuevos tipos de ataques a los periodistas como lo son: robo o eliminación del material periodístico, acoso judicial, acceso a la información pública, solicitudes de remoción o bloqueo de contenidos en Internet, ciberataque a páginas web, entre otras.

Por ejemplo, periodistas de La Silla Vacía y Jineth Bedoya a comienzos de julio fueron amenazados por el Bloque Central de Las Águilas Negras, estigmatizándolos como guerrilleros y declarándolos objetivo militar, les escribieron: “Para nuestra organización no existe ningún esquema de seguridad que nos impida proceder y ejecutar a cada uno de estos guerrilleros”. Igualmente, la periodista de Semana, María Jimena Duzán, recibió una amenaza a través de Twitter con el siguiente mensaje: “la verdad colombianos hagan patria esta sra @MJDuzan deber ser violada, escupuda, pucada con motosierra y cokgada eln plaza Bolivar, hagan honor al nombre de paramilitares.”

Otra ejemplo es el de Ricardo Ruidíaz, periodista y activista, que ha denunciado en varias ocasiones la trata de menores por parte de grupos alzados en armas, al igual que los asesinatos a líderes sociales en el Magdalena Medio. En el año, ha denunciado 10 intimidaciones contra su vida, y aún así, la Unidad Nacional de Protección (UNP) decidió el pasado 18 de junio disminuir su esquema de protección.

En la Comuna 13 de Medellín, la reportera Catalina Vásquez se ha especializado en Derechos Humanos. El pasado 5 de julio, la Flip le solicitó a la UNP un esquema de seguridad para Vásquez ya que varias de sus fuentes fueron asesinadas, sin embargo, la entidad hizo caso omiso a la petición.

En Segovia, Antioquia, se refugió la guardiana Jhanuaria Gómez, que salió huyendo de su casa por amenazas que estaba recibiendo por investigar temas alrededor de la actividad minera y sus consecuencias en el medio ambiente. A pesar de que su situación de vulnerabilidad es alta, la UNP aún no le ha brindado protección.

Aunque aún no se tiene una cifra clara de lo que ocurrió en 2018 en términos de libertad de prensa, los recientes hechos como la decisión de Señal Colombia de dejar de emitir las repeticiones del programa Los Puros Criollos y de no renovar el contrato de varios comunicadores que trabajan en el canal o la compra de “buenas noticias” en El Tiempo y otros periódicos por parte de la Alcaldía de Enrique Peñalosa que suman más de 100.000 millones en publicidad, nos hacen dudar que estemos ganando en libertad de prensa, o peor aún, que los periodistas colombianos estén siendo silenciados.