El escritor Albert Camus dijo que el periodismo es el oficio más lindo del mundo. Ejercerlo en un país como Colombia representa en muchas ocasiones poner la vida en riesgo.
“Ya no nos atrevíamos a enviar a un periodista a Antioquia o a los Llanos. Gacha estaba fuerte, también las Farc y las Autodefensas. Dejamos de producir noticias. En el aire quedó el mensaje: “O se callan o los matamos”.
Fernando Cano, hijo de Guillermo Cano.
El periodismo también es una víctima del conflicto armado en Colombia. Según el Centro Nacional de Memoria Histórica, desde 1977 han sido asesinados 152 reporteros en medio de su labor. La mayoría de estos casos se dieron, al parecer, por dos motivos: la investigación de hechos de corrupción y las agresiones por parte de algún actor armado. Lo que más preocupa de todo esto es que cerca del 50 por ciento de los asesinatos sigue en la impunidad.
“El periodismo es apenas un componente de universos grandes y repletos de individuos con derecho a ejercer su libertad de prensa y de expresión”, comentó Camilo Jiménez, integrante de la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip). Justamente el artículo 20 de la Constitución respalda a cada colombiano en ese sentido, pues “garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial”.
En el informe ‘La tragedia del “oficio más bello del mundo”’, que la Flip le entregó a la Comisión de la Verdad esta semana, se hace un registro histórico que contribuye a comprender cuáles han sido las violaciones a derechos y las agresiones que ha tenido el oficio periodístico en el marco del conflicto armado.
El documento está dividido en tres partes. En el primero mencionan los casos de tres medios de comunicación que resistieron al hostigamiento de los actores del conflicto armado. Estos fueron La Voz de la Selva, la Revista Alternativa y Radio Payumat. Este último caso corresponde a una emisora comunitaria del pueblo Nasa y es el único de los tres medios que aún sobrevive.
La Voz de la Selva era un medio de Caquetá que funcionó entre 1986 y 2001. Cinco de sus periodistas fueron asesinados y eso llevó al cierre de la emisora. La Revista Alternativa nació en 1974 y tenía una línea editorial de izquierda, razón por la cual su sede y la casa de su fundador, Enrique Santos Calderón, sufrieron atentados. Cinco años después la publicación fue cerrada.
Abelardo Liz y el precio de ser periodista indígena en el norte del Cauca
Al margen de esto, Gerardo Reyes, periodista colombiano reconocido por sus trabajos investigativos, dijo en el evento de entrega del informe que la gran irresponsabilidad de los medios durante los primeros años del conflicto armado es que nunca reflejaron realmente lo que estaba pasando. “No era por no tener corresponsales, era porque al interior de estos medios había gente que tenía una manera de hacer periodismo a partir de una premisa equivocada: no le hagamos el juego a las Farc”.
Reyes contó que, para ese entonces, en la prensa aparecían solo los grandes golpes del Ejército a la guerrilla, pero no la indiferencia del Estado ante la gente que estaba en el campo. Por eso, para la época, la aparición de publicaciones como Alternativa representaba un fuerte valor informativo y crítico para el periodismo.
En la segunda parte del informe la Flip hace un recorrido histórico a las agresiones que han tenido como objetivo la infraestructura periodística. En la tercera parte, que es la más extensa, recopila 35 entrevistas a tres generaciones de periodistas de todo el país. El próximo año se hará público su contenido.
Durante el conflicto armado hubo periodistas que pese al miedo se enfrentaron al Estado, al status quo, a los grupos armados y, en algunos casos, a la censura de sus propios medios. Pero, por otra parte, “hubo periodistas que sacrificaron su independencia para trabajar por intereses ajenos a la verdad. Dejaron de afirmar y confirmar la realidad”, concluyó Jonathan Bock, director de la FLIP.
En los años noventa, Colombia era el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo. Sin embargo, y pese a los ataques constantes, surgieron organizaciones y agremiaciones como la FLIP, que buscan proteger el oficio y repensar su rol. También, durante los últimos años, se han formado periodistas en las regiones, sobre todo en aquellas que son bastantes remotas.
“Desmond Tutu decía: ‘La verdad duele, pero el silencio mata’”, resaltó la comisionada de la Verdad y periodista Marta Ruiz. Ella reconoció la labor del periodismo y de las organizaciones que defienden la libertad de prensa en contra la censura y a favor de la democracia, pues según Ruiz el periodismo ha llegado a lugares aún inaccesibles para el Estado.
De esta manera, las comunidades pueden crear medios para estar informadas sobre lo que ocurre en su círculo cercano. El centralismo en los medios hizo que la gente de las regiones sepa más de los huecos de la carrera Séptima, en Bogotá, que lo que acontece en sus municipios. El periodismo dejó de ser visto como una profesión y pasó a ser percibido como un oficio.
Para finales de la década del 2000, la violencia contra la prensa tomó nuevas estrategias de intimidación. Las cifras de homicidios bajaron, pero la censura se reinventó. “Ya nosotros no tenemos ni a la guerrilla ni a los paramilitares intentando matarnos, pero sí tenemos a un gobernador o a un dirigente quitándole la pauta al medio. Eso, en ambos casos, genera una autocensura”, señaló Laura Ardila, periodista de La Silla Vacía.
Aunque la violencia contra la prensa no sea la misma de décadas pasadas, es una situación que todavía se cuenta en tiempo presente. De acuerdo con el último informe de la Flip, 593 periodistas han sido víctimas de agresiones en los últimos dos años e incluso hay zonas donde los medios no pueden entrar como sucede en el norte del Cauca, el sur de Nariño y Arauca.