Nariño se alista para la paz (Parte III): Las preguntas de los campesinos para La Habana | ¡PACIFISTA!
Nariño se alista para la paz (Parte III): Las preguntas de los campesinos para La Habana
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Nariño se alista para la paz (Parte III): Las preguntas de los campesinos para La Habana

Colaborador ¡Pacifista! - julio 14, 2016

A pesar de que este municipio no ha vivido directamente el conflicto armado, es clave para la implementación de los acuerdos.

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Le pedimos a Andrei Gómez, miembro de Rodeemos el Diálogo y profesor de la Universidad de Los Andes, que se fuera a Nariño y nos contara cómo se prepara la sociedad civil y las instituciones en el sur del país para la refrendación y la implementación de los acuerdos entre el Gobierno y las Farc. Esto fue lo que encontró:

Municipio de La Florida, Nariño. Foto: Alcaldía de La Florida

Por: Andrei Gómez-Suárez

La Florida es un municipio nariñense de poco más de 11.000 habitantes; ubicado en la circunvalar al volcán Galeras ha sido zona de paso para algunos frentes de las Farc. Esta tercera parte del informe especial Nariño se alista para la paz revela la relación de los campesinos florianos con los paros de los últimos años, su lectura de las negociaciones en La Habana y su apuesta de construcción de paz.

A pesar de que La Florida no ha vivido directamente el conflicto armado, León Valencia y Ariel Ávila en su libro Los Retos del Posconflicto lo incluyen entre los 281 municipios claves para la implementación de los acuerdos y la consolidación de la construcción de paz. Algunas de las personas entrevistadas se sorprendieron al saberlo, lo cual demuestra la relativa tranquilidad que vive este pueblo cuyos habitantes participan cada vez más visiblemente en la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular y la Minga por la Paz.

Oswaldo Gómez, uno de los líderes campesinos que inició la movilización en el paro campesino de 2014, cuenta cómo, a través del perifoneo por el municipio, fomentaron la solidaridad con los campesinos de otras partes del país y, al final, decidieron tomarse la vía entre Pasto y la Florida. El bloqueo duró ocho días y convocó a cerca de 400 personas. “Gracias a esa acción logramos el Conpes Agropecuario” dice Oswaldo.

También participaron en el reciente paro agrario, en junio de 2016, para exigir que sean los campesinos los que administren los recursos asignados y no los gremios. Durante el paro más de 30 personas se movilizaron entre La Florida y el municipio de Tangua, ubicado en la carretera que comunica a Pasto con Ipiales, a unos 54.5 kilómetros del municipio.

La decisión de los campesinos de salir a luchar por sus derechos ha sido autónoma; sin embargo, algunos sectores políticos nacionales y funcionarios del Estado han estigmatizado las movilizaciones señalando que han estado infiltradas por la insurgencia. La esperanza puesta en el proceso de paz es que con el fin del conflicto armado termine la estigmatización de la movilización campesina. Por tanto, asegura Oswaldo que “todos los sectores que participaron en el paro agrario respaldan completamente la negociación y se están preparando para respaldar el Sí en la refrendación.”

La organización de los campesinos frente a la refrendación pasa por informarse mejor sobre los acuerdos alcanzados en La Habana. Servio Meneses, profesor del Colegio San Bartolomé en La Florida, se dio a la tarea de organizar una conversatorio sobre el proceso de paz. Al evento llegaron estudiantes de grado once, líderes campesinos, concejales, funcionarios de la administración municipal y representantes departamentales de la Minga por la Paz.

El evento resolvió dudas para que los campesinos se plantearan expectativas realistas frente a la negociación. Los campesinos no logran entender la contradicción entre las Zonas de Interés de Desarrollo Rural Económico y Social (Zidres) sancionadas por el Gobierno y el acuerdo sobre Reforma Rural Integral alcanzado en La Habana. Explicar que el modelo económico no se negocia en La Habana, sino que debe ser parte de un diálogo nacional entre todos los colombianos, permitió que se valorara la agenda acotada entre las partes.

Otro aspecto que dominó la conversación fue la importancia de la educación. Aunque el tema surgió en relación con la apatía de muchos colombianos frente a lo que ocurre en La Habana, las intervenciones apuntaron a la necesidad de educar para el campo y a la urgencia de entender la particularidad de la educación rural para evitar imponer modelos que se han creado para los sectores urbanos. Saber que en el acuerdo del punto agrario se establecen programas educativos y técnicos que armonizan y potencian a las comunidades afrocolombianas, indígenas, campesinas y raizales, contribuyó a que los florianos reafirmaran su confianza en el proceso de paz.

Una gran revelación en La Florida fue que el colegio del pueblo está adelantando procesos de memoria histórica articulados con actos de dignificación a las víctimas del conflicto armado, los cuales tienen como beneficiarias directas a las más de 1.000 víctimas de desplazamiento forzado asentadas en el municipio. Es su forma de apostarle a un futuro distinto: se han propuesto realizar actos públicos que permitan reflexionar sobre los mecanismos de verdad acordados en La Habana, y responder entre todos preguntas como ¿Qué es la paz y cómo se construye desde La Florida?

El sector educativo ha sido clave en esta apuesta. Sin embargo, el profe Servio afirma que hay límites que no permiten ver cómo el proceso de paz puede jugar un papel articulador de las propuestas de desarrollo rural que surgen de las comunidades. Esto se debe en parte a que los medios de información e intereses políticos personales cuentan una versión parcializada del proceso de paz.

“Organizar un primer encuentro por la paz, como los que se realizan en las ciudades capitales, pero en clave de aclarar dudas y empezar a enmarcar los procesos participativos comunitarios en una apuesta de posconflicto”, fue la respuesta que Servio y sus amigos encontraron para contrarrestar la falta de claridad que existe sobre el proceso de paz y volverse protagonistas de este momento transicional. Ellos saben bien que “no puede haber desarrollo si no hay paz.”

Con este encuentro, que sin saberlo se convirtió en antesala a la celebración de la firma de fin del conflicto, los organizadores salieron motivados para trabajar por crear una cultura ciudadana para la paz; para que los docentes conviertan las aulas en territorios de paz, los jóvenes sean promotores de la tolerancia en sus familias, las madres de familia enseñen a sus hijos o comenten en el mercado la importancia de la reconciliación.

No tienen aún un plan de trabajo, pero expresaron su compromiso de generar acciones y procesos de corto, mediano y largo plazo para consolidar su papel como constructores de paz. Esa será su contribución para dejar atrás el pasado violento de Colombia y empezar el largo camino de la reconciliación.

@AndGomezSuarez