Las autoridades colombianas se vuelcan a investigar las circunstancias en las que murieron dos suboficiales y nueve soldados del Ejército en un enfrentamiento con las Farc.
No importa si fue una emboscada, un combate o una acción defensiva, dijo desde La Habana Pastor Alape, miembro del Secretariado de las Farc, en la primera declaración del grupo guerrillero sobre la muerte de once militares el pasado martes 14 de abril en el corregimiento Timba del municipio de Buenos Aires, Cauca.
“Emboscada, contraemboscada, asalto, lo que haya sido, aquí lo que tenemos que mirar es que hay unos colombianos muertos y eso es lo que hay que parar porque no se explica que en medio de este proceso de paz, en el que la guerrilla decreta una tregua, se desarrollen operativos contra esa guerrilla”, dijo el negociador de las Farc.
De esa forma, se abstuvo de confirmar o contradecir la versión del Ejército que más temprano explicó en un comunicado que los soldados fueron atacados con disparos y explosivos cuando adelantaban “operaciones de control territorial” en la vereda La Esperanza de Buenos Aires.
En su comunicado, el Ejército también dejó claro que las operaciones no se detendrán: “Seguiremos cumpliendo nuestra misión constitucional mediante operaciones de control territorial para garantizar la seguridad y tranquilidad del población civil en el suroccidente colombiano”.
Los cierto es que el balance deja dos suboficiales y nueve soldados profesionales muertos. Según el Ejército, otros dos militares sufrieron heridas de consideración, seis resultaron con lesiones leves y 11 fueron afectados por la onda explosiva. Todos, integrantes de la Fuerza de Tarea Apolo, creada en 2011 para combatir a las Farc en el sur del Valle y en norte del Cauca.
El presidente Juan Manuel Santos trinó lamentando la muerte de los soldados. “Esta es precisamente la guerra que queremos terminar”, manifestó. También anunció que viajará hoy mismo a la zona.
Por su parte, la Procuraduría pidió “investigar, juzgar y condenar”. Pero la Defensoría del Pueblo fue más allá. Dijo que “las infracciones al Derecho Internacional Humanitario son inaceptables a esta altura de las negociaciones”, exigió explicaciones a la guerrilla sobre la ruptura del cese al fuego unilateral y, a ambas partes, “acelerar la búsqueda de una salida negociada al conflicto, precisamente para proscribir esta clase de hechos que enlutan al país y de manera particular a las familias de las víctimas”.
El Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía envió este miércoles un grupo de forenses a la zona, encargado del levantamiento de los cadáveres. Entretanto, el Instituto Nacional de Medicina Legal anunció que activará el Protocolo de Minesota, a través del cual un grupo de expertos de la entidad investigará las “causas y condiciones que rodearon” la muerte de los soldados, según explicó su director, Carlos Valdez.
En Cali, finalmente, el presidente Santos convocó a una consejo de seguridad junto al ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón y la Cúpula Militar, para analizar la situación que se vive actualmente en el Cauca. Al término de la misma, el mandatario ordenó reanudar los bombardeos a las Farc, suspendidos hace un mes como un gesto de confianza luego de que la guerrilla decretara en diciembre un cese al fuego unilateral e indefinido.
La muerte de los once militares se conoce en momentos en que el proceso parecía llegar a un punto de no retorno. En los últimos meses se anunció el acuerdo para el desminado conjunto de territorios y el Gobierno ordenó la suspensión de bombardeos como respuesta al cumplimiento del cese al fuego unilateral declarado por las Farc a finales del año anterior.
Esa decisión, sin embargo, se reversó este miércoles como consecuencia del ataque. “El incidente fue producto de un ataque deliberado, no fortuito, de las Farc y esto implica un claro rompimiento de la promesa de un cese al fuego unilateral. Este es un hecho condenable, que no quedará impune y exige medidas contundentes y tendrá consecuencias”, dijo el presidente Santos.
Además, lo sucedido el martes estuvo precedido por la muerte de dos soldados en la madrugada del domingo en combates contra el frente 18 de las Farc en Ituango, Norte de Antioquia. Además, el comandante del Ejército, general Jaime Lasprilla, había declarado que en esos combates la guerrilla utilizó civiles como escudos humanos y disparó desde las casas de los campesinos que habitan esa zona.
Las Farc respondieron desde La Habana justo antes de iniciar las conversaciones para precisar los detalles del proceso de desminado. “Jesús Santrich” dijo que si bien los negociadores no cuentan con detalles sobre lo sucedido en Ituango, “pueden tener certeza de que las Farc nunca utiliza escudos humanos para nada”.
La gran pregunta que queda en el aire, y que aún nadie puede responder a cabalidad, es si los militares fueron o no emboscados.
Cauca, clave en el proceso
Mario Aguilera, historiador y sociólogo, experto en la historia y la estructura de las Farc, se aparta de los análisis según los cuales el ataque puede estar asociado con desacuerdos internos entre las unidad de esa organización guerrillera en Cauca frente al proceso de negociación.
“No creo que en el Cauca se asuma de manera distinta a como lo asume toda la organización. Es un error cuando se tiende a decir que hay frentes que están de acuerdo con el proceso y otros que no”, dice Aguilera. Desde su punto de vista, la estructura política y militar de las Farc es “vertical, unitaria y cohesionada”.
Asegura que, en general, la posición de los negociadores de paz de las Farc es respaldada por las bases guerrilleras, por eso considera que la muerte de los 10 militares es un hecho que puede darse en un escenario en el que se decide negociar en medio de la guerra, pese al cese unilateral y a las acciones para desescalar el conflicto.
“Hay que mirarlo como debe ser. Simplemente se está negociando en medio de la guerra y cada que hay un suceso como este surgen interpretaciones como las que dicen que cómo pueden darse actos de guerra si estamos hablando de paz, o que hay frentes que no están de acuerdo. Esas son explicaciones que se caen de su peso. Van a seguir sucediendo cosas que van a entorpecer y a
crear un clima negativo y será una oportunidad para que quienes están en contra del proceso”.
Sin embargo, los ojos sí están puestos sobre el Cauca. La Columna Miller Perdomo de las Farc, unidad a la que el Ejército responsabiliza de la muerte de los 10 militares el martes en Buenos Aires, Cauca, es una de las nueve columnas móviles del Bloque Occidental bajo el mando de Jorge Torres Victoria, alias Pablo Catatumbo, miembro de la comisión negociadora de esa guerrilla en La Habana.
Esa columna, que opera principalmente en los municipios de Buenos Aires, Suárez y Morales, fue la encargada de uno de los principales anillos de seguridad de Alfonso Cano tras su desplazamiento desde el Cañón de Las Hermosas hacia el norte del Cauca en 2011, antes del operativo en el que murió en noviembre de ese mismo año en el municipio de Suárez.
Eso pone de manifiesto su importancia en la estructura del Bloque Occidental y explica por qué ha sido uno de los principales objetivos de la Fuerza de Tarea Apolo. En los últimos meses se han registrado enfrentamientos en la zona, situación que parece persistir, mucho más ahora con el escenario que plantea este nuevo ataque.