Especialistas forenses, biólogos, abogados, sicólogos, estadísticos y un geógrafo crearon un sistema que promete ayudar a las familias de quienes nunca volvieron.
En los últimos 15 años se han registrado más de 45 mil personas desaparecidas forzosamente en Colombia, según el Sistema de Información de Red de Desaparecidos Cadáveres (SIRDEC). Desde 2006, la Unidad de Justicia Transicional de la Fiscalía General de la Nación ha exhumado solo 833 cuerpos de desparecidos en contra de su voluntad, menos del 5%o de los casos reportados por el SIRDEC.
La pregunta sigue siendo la misma: ¿Dónde están los otros? ¿En una fosa común? ¿A las orillas de un río? ¿Bajo el suelo de lo que solía ser un territorio dominado por un grupo ilegal? La incertidumbre sobre el paradero y la suerte de estas personas propaga el miedo y la sensación de inseguridad en las comunidades. No existe otra manera de frenar la desconfianza y recuperar el tejido social que tener certeza de lo que pasó.
EQUITAS, una organización forense centrada en las víctimas de violaciones de los derechos humanos, junto al grupo de abogados Familiares Colombia se propuso crear un radar para encontrarlos. La herramienta se conoce como MESP, o Modelamiento Espacial y Estadístico Predictivo, y promete ayudar a encontrar a los desaparecidos, basándose en una técnica científica interdisciplinaria.
“Especialistas forenses, biólogos, abogados, sicólogos, estadísticos y un geógrafo nos unimos para desarrollar este software, que a partir de un mapa de calor indica en qué zonas se pueden encontrar cuerpos desaparecidos. Esta predicción está basada en un 98% de posibilidades, de acuerdo con testimonios de familiares y aledaños al territorio, más los datos oficiales”, explicó Diana Arango, una de las coordinadoras del proyecto.
La propuesta nace del trabajo de campo en los municipios de Recetor y Chámeza, en el Casanare, donde los pobladores no renuncian a encontrar a sus seres queridos que ya llevan más de diez años desaparecidos. Desde 2011, EQUITAS y Familiares Colombia sirvieron de apoyo para la comunidad y, a través de la creación del MESP, fortalecieron la construcción de memoria colectiva.
Del Casanare a cualquier territorio colombiano
En 2003, las Autodefensas Campesinas de Casanare (ACC) desaparecieron a cerca de 150 personas en Recetor y Chámeza, por ser acusados de trabajar con la guerrilla. Familias enteras fueron desaparecidas y se presume que las personas asesinadas fueron enterradas clandestinamente en el campo, según contó Alexander Sabogal, biólogo estadístico del equipo.
El grupo de apoyo de exhumaciones de la Unidad de Justicia Transicional y la Fiscalía Seccional 32 de Yopal han logrado identificar solo 14 de los desaparecidos, hace más de diez años. Este caso sirvió de base para que el colectivo investigativo pusiera en marcha un proyecto que ayudara a esclarecer los hechos en estas dos poblaciones, y que terminaría en la construcción del MESP.
“La primera fase de la iniciativa fue armar un equipo interdisciplinario que se fuera a preguntarle a esas comunidades si tenían una persona desaparecida y generar un relato alrededor de la desaparición para que nos contaran sus rasgos físicos, cómo era su vida e, incluso, cómo había sido la desaparición”, explicó Arango.
La memoria viva de lo sucedido fue el puente hacia un panorama más amplio sobre las desapariciones forzadas en el territorio y el modus operandi de los grupos paramilitares en la zona; por dónde transitaban, cómo eran sus campamentos y por cuáles lugares pasaron las víctimas. Después de la reconstrucción de lo sucedido se generaron bases de datos que contenían un listado de desaparecidos e información antemortem.
“Después de que el geógrafo transformó esta información en mapas e hizo una especie de cartografía de las desapariciones, aplicamos un modelo de rastreo de especies con base en las predicciones estadísticas realizadas sobre las bases de datos”, señaló Sabogal, que junto al biólogo Milton Bastidas se encargó del diseño del radar que funciona como un mapa de calor que detecta los posibles lugares donde podrían estar los cuerpos.
La idea vino de una tesis doctoral de la Universidad de Barcelona en la que se utilizaba un modelo de rastreo de arañas para hallar a los desaparecidos del franquismo. “El estudio hacía que encajaran estos dos procesos; la misma forma en que se buscaban los insectos por medio de un radar de calor podía ser útil para buscar los cuerpos desaparecidos por la dictadura”, explicó Arango.
Cuando el equipo investigativo aplicó esta técnica en los municipios del Casanare se dio cuenta de que la información sobre las desapariciones forzadas se concentraba en los campamentos paramilitares;el 98% de posibilidades indicaba que en estas zonas podrían estar los restos de los desaparecidos de Recetor y Chámeza. Un hallazgo que reducirá el área de búsqueda y permitirá que la certeza de lo ocurrido llegue más rápido a estas dos poblaciones.
“No queremos que esto se quede solo en el Casanare. Después del lanzamiento del MESP, se hará un periodo de prueba y se mejorará lo que sea para que en toda Colombia se pueda emprender este proceso especializado en la búsqueda, tan larga y descuidada, de desapariciones forzadas”, señaló Arango.
Ahora, que en la mesa de conversaciones de La Habana el Gobierno y las Farc llegaron a un acuerdo para agilizar y trabajar en la búsqueda y la entrega de restos de las personas desaparecidas, este modelo científico no puede pasar desapercibido. Incluso, los investigadores tienen la esperanza de que, si arroja buenos resultados en el Casanare, el MESP sea acogido por las partes.
La reparación de víctimas también necesita de la ciencia
Uno de los objetivos del diseño del MESP es demostrar que la ciencia es tan necesaria para la justicia y la reparación, como las ciencias sociales y las humanidades. Un tema tan complejo como la búsqueda de los desaparecidos en medio de la guerra requiere de hallazgos técnicos y una mirada científica que hagan posible la reconstrucción de la memoria y la búsqueda de la verdad.
“Las instituciones encargadas de este tema, Medicina Legal y la Fiscalía, entre otras, no le están prestando suficiente atención. Hay un Plan Nacional de Búsqueda desde 2007 que se ve como un protocolo más, que se tiene que diligenciar; sin embargo, la mayoría de las veces no se lleva a la práctica”, resaltó Arango.
La propuesta del MESP es innovadora porque junta muchos procesos que ya se han utilizado y, por medio de la ciencia hace menos difícil sumergirse en el panorama de desapariciones forzadas en el país. “Esta iniciativa es un llamado a los que somos responsables de estos procesos: entre más compleja la búsqueda, más creativos tenemos que ser”, añadió Sabogal.