Durante décadas, la población afro del Pacífico colombiano se ha movilizado para exigir garantías de sus derechos. Días antes del primer día de Paro Nacional, quibdoseños y quibdoseñas ya estaban en las calles, rechazando la violencia en su territorio.
Esta publicación hace parte del especial ‘El Paro Nacional también es indígena y afro: así se protesta en Mitú, Inírida, Quibdó y Buenaventura’
Por: Ximena Canal Laiton
En Quibdó, la capital de Chocó, “salir a la calle ya es un acto de resistencia”, planteó Laura, fotógrafa y activista del Colectivo de Chocó Resiste, al hablar sobre la ola de violencia que crece y azota a la ciudad con fuerza. Al hablar con ella, pidió mantener solo su nombre.
El 22 de abril de este año, un grupo armado sin determinar asesinó a 3 menores de edad (de 11, 12 y 17 años) en el casco urbano de Quibdó. Este hecho, sumado a los múltiples actos de violencia que se viven día a día, despertó la indignación colectiva de la juventud quibdoseña. El 23 de abril la corporación Jóvenes Creadores del Chocó se declaró en “Resistencia Artística”, para exigir “el respeto por la vida de la niñez y la juventud de Quibdó”. En este marco, frente a la Alcaldía Municipal, se dio el primer plantón de una serie de movilizaciones que continúan.
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Quibdó es una de las ciudades del país más afectadas por el conflicto armado interno. Ubicada en la zona del Pacífico colombiano, utilizada como corredor de narcotráfico, grupos armados organizados y delincuenciales la han convertido en territorio de disputa ante los ojos ciegos del Estado. Esta situación genera afectaciones directas sobre la población civil: homicidios selectivos, masacres, torturas, desaparición forzada, violencia sexual, amenazas, destrucción y afectación de bienes civiles, desplazamiento forzado, y reclutamiento forzado y uso de menores de edad, según la Alerta Temprana 049-19 de la Defensoría del Pueblo.
En este contexto, Quibdó recibió la noticia de las reformas tributaria y a la salud, unas medidas que incrementarían “la brecha que sistemáticamente han impuesto los que están vacilados en Bogotá”, en palabras de la canción El Pueblo de Alexis Play, artista de la ciudad. La indignación nacional se sumó a la serie de movilizaciones que habían iniciado en la capital chocoana el 23 de abril, a pesar de las medidas restrictivas por COVID-19.
El 28 de abril Quibdó participó activamente del Paro Nacional. La convocatoria, en contraste a de movilizaciones anteriores, fue hecha por organizaciones de jóvenes artistas; sindicatos, docentes, profesionales de la salud, estudiantes y otros sectores adhirieron con motivos de sobra: Quibdó tiene una tasa de homicidios cinco veces mayor a la nacional, es la segunda capital del país con más desempleo, gran parte de la población no tiene acceso a servicios públicos básicos, sólo cuenta con diez camas en la Unidad de Cuidados Intensivos, entre otros factores. De hecho, los funcionarios del hospital departamental iniciaron una huelga el 25 de mayo, ante la falta de pagos, la escasez de insumos y las malas condiciones para atender la crisis por COVID-19.
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El Murcy es un joven fotógrafo que cubre las movilizaciones en Quibdó. Lo encuentran a él y a su trabajo en Instagram y Facebook.
Para Laura, del Colectivo de Chocó Resiste, las brechas que existen en acceso a derechos entre las principales ciudades del país y los territorios étnicos no son una casualidad. “El pueblo negro siempre ha sido invisibilizado, sumergido en la pobreza y la inequidad. Y sin querer decir que las peticiones de otras regiones del país son más o menos, es cierto que éstas son diferentes, porque son diferentes los problemas que se viven acá: estos responden a un racismo estructural, al abandono de los territorios étnicos de parte del Estado”, planteó.
Quibdó es una ciudad compuesta 91% por población afrocolombiana y 4% por pueblos indígenas. Allí, el abandono estatal es evidente: la capital del departamento que une al Océano Pacífico con el Atlántico y que tiene salida marítima hacia Panamá y el norte del continente, no cuenta siquiera con vías de acceso. A pesar de que es la exigencia de cada paro cívico, las carreteras que lo conectan con Risaralda y Antioquia nunca han sido terminadas.
“Acá se está pidiendo tener derecho a las cosas básicas que en otros lugares del país ya se tienen. Y si hacemos una relación entre las problemáticas de Quibdó con las de Siloé, Puerto Resistencia, en Cali; o con las de Buenaventura, vemos que son similares. Es importante reconocer la deuda histórica con el pueblo afrodescendiente”, afirmó Laura. Respeto por la vida, salud digna, y oportunidades laborales y de educación son las banderas de la movilización.
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La misma juventud del Chocó se ha encargado de documentar el Paro a través de la fotografía. Además de El Murcy, Paula Orozco son dos ejemplos de visibilización de la resistencia colectiva.
La población indígena también ha estado presente en las protestas del último mes: sus principales motivaciones han sido los reclamos por las afectaciones desproporcionadas de la violencia en sus territorios en el Chocó, y los ataques armados contra la Minga Indígena en el marco del Paro Nacional. Exigen la garantía de sus derechos a la vida, la tierra, la salud y la paz.
La respuesta de la institucionalidad ha sido a través de la Fuerza Pública. Su presencia intimidante ha sido frecuente en todas las movilizaciones y plantones.
Mientras la juventud quibdoseña continúa en resistencia, en defensa de la vida, las cosas en la ciudad parecen no mejorar: permanecen las barreras de acceso a derechos y la violencia continúa escalando. El 27 de mayo de este año hubo otro intento de masacre: tres jóvenes indígenas fueron atacados con armas de fuego por desconocidos. Desafortunadamente dos de ellos fallecieron.
Las razones para protestar incrementan y la capacidad de resistencia del pueblo chocoano está demostrada desde hace siglos. El pulso, como en todo el país, continúa vigente, y el gobierno debe escuchar los justos reclamos de la juventud y la sociedad en general.