En "el baile del matachín" el sudor recorre la piel, las pupilas se dilatan y los pies se funden con los cantos. El 19 de abril, hace 10 años, doce adolescentes encargados de esta fiesta, fueron masacrados. Hoy, este pueblo que resiste al plomo, danza para no olvidar a sus "Matachines".
Texto y fotos por: Álvaro Cardona (Centro Nacional de Memoria Histórica)
Entre la cortina de polvo vienen 12 hombres que intimidan con máscaras de madera y castigan con un látigo a los desprevenidos que no se mueven al golpe del tambor.
El canto, las oraciones y el eco embriagante del biche retumban en las gargantas. El sudor recorre la piel como si fuera el único lugar para expulsar las penas. Pupilas dilatadas. Las máscaras obligan y vigilan el baile. Prohibido quedarse quieto.
Es “el baile del matachín”, una tradición religiosa de Buenaventura que cierra la Semana Santa pero que desde hace un poco más de cinco años se convirtió en un símbolo de resistencia y memoria en el barrio Punta del Este.
El 19 de abril de 2005, doce cuerpos adolescentes fueron encontrados con indicios de tortura, desmembramiento y, algunos, reducidos en ácido. Eran los muchachos “Matachines” encargados de la fiesta de Semana Santa y que días antes les habían prometido 200 mil pesos si ganaban un partido de fútbol en otro barrio. Un carro grande se los llevó. Sería la última vez que los verían con vida.
El duelo por “Los Matachines” duró tres años en Punta del Este. No más disfraces, ni cantos, ni bailes. Solo lágrimas. Luego el duelo se convirtió en resistencia: “Nosotras ahora recordamos a los muchachos con la alegría que nos ayuda a vencer el miedo – dice una de la madres-; por eso bailamos para no olvidar a los doce ̈. Y ese baile de pies descalzos se mezcla con un canto profundo como si llegara desde el propio centro de la tierra. Es El Puerto que resiste al plomo y a la sangre.