Según "Gabino", el máximo comandante de esa guerrilla, en los próximos días se superará lo que falta para iniciar la fase pública de conversaciones.
Por la fecha, porque fueron publicadas en un medio del que poco o nada se sabe en Colombia o, quizás, porque se ha especulado tanto con la instalación de una mesa —incluso con fechas que parecían definitivas—, las declaraciones a finales de diciembre de Nicolás Rodríguez Bautista, alias “Gabino”, máximo comandante del ELN, pasaron casi desapercibidas.
Sin embargo, el anuncio del pasado 26 de diciembre no fue menor. El jefe guerrillero dijo en una entrevista para el periódico Gara, un diario del País Vasco, en España, que a la agenda para un diálogo formal con el Gobierno “no le falta ni una coma” y que “el atranque está en cómo concretar asuntos operativos para la fase pública”.
El anuncio cambia radicalmente el panorama y augura el pronto comienzo de las conversaciones entre el Estado y la segunda guerrilla más grande del país. Buena parte de los argumentos que se expusieron durante 2015 para explicar las demoras en el inicio de la etapa formal de esa negociación se atribuían a la dificultad para acordar una agenda de diálogo que, según han expresado personas allegadas al proceso, sería independiente a la que se ha desarrollado con las Farc, aunque recogería avances que se han conseguido en la mesa de La Habana.
Las dificultades que han llevado a que la fase exploratoria cumpla más de dos años no se limitarían solo a los desacuerdos sobre la agenda, asunto que ya está superado de acuerdo con lo afirmado por “Gabino”, ni, como él mismo dijo en su entrevista a Gara, a los temas logísticos que están pendientes.
De acuerdo con una fuente de esa organización, el ELN afronta en la actualidad una discusión interna sobre la forma como un proceso de paz con el Gobierno recogería lo acordado con las Farc, toda vez que, para algunos de sus militantes, lo que se ha logrado en el proceso de La Habana es un sometimiento de la guerrilla sin que, a cambio, se hayan establecido compromisos estatales sobre las transformaciones sociales que, dicen, deben ser el principal resultado de la negociación.
Eso, en otras palabras, significa que para algunos sectores de esa guerrilla, en lugar de ofrecer concesiones a las Farc, el proceso de paz de Cuba se ha quedado corto al no abordar deudas políticas y sociales que, a su juicio, fueron el detonante de los alzamientos armados que dieron origen a esas y otras guerrillas durante el siglo XX.
Esa discusión sería el mayor escollo que aún tendría que superar internamente el ELN antes de que se logren las condiciones para la instalación de una mesa de conversaciones; y es una muestra clara de por qué negociar con esa guerrilla ha sido más difícil que hacerlo con otras organizaciones armadas.
Luis Eduardo Celis, exmilitante del ELN e integrante de la Fundación Paz y Reconciliación, asegura que la unidad de criterio sobre las negociaciones al interior de esa guerrilla sigue siendo una incógnita —una preocupación muy parecida a la que existía al inicio del proceso con las Farc cuando se hablaba de facciones que se oponían a los diálogos—. “En el ELN no hay una formulación política muy ganada sobre la negociación, hay sectores que tienen reticencias”.
Una afirmación que contrasta con lo que, en su entrevista, Gabino aseguró: “Podemos decirle al mundo que la decisión de sentarse a la mesa de diálogos con el Gobierno fue ratificada por consenso hace un año por el V Congreso Nacional, y que un último Pleno de la Dirección Nacional se reafirmó este mandato. Ojalá la clase gobernante tuviera la cohesión que tiene el ELN”.
Hay una valoración política muy diferente a la de las Farc, porque el ELN aspira a grandes transformaciones, a una agenda amplia.
Por otra parte, Celis señala que esa guerrilla tiene una concepción muy diferente a la que tienen las Farc sobre el destino que debe tener una negociación con el Estado. “El ELN piensa que la resistencia armada sigue siendo un camino. Hay una valoración política muy diferente a la de las Farc, porque el ELN aspira a grandes transformaciones, a una agenda amplia y a una lógica de negociación en la que priman los resultados para que, al final de ese proceso, se pueda pensar en la dejación de armas. El Gobierno piensa todo lo contrario: en una agenda acotada, que empiece por la dejación de armas y luego siga la aplicación de los acuerdos”.
Esas diferencias, justamente, son las que dificultarían que, aunque con mesas separadas, muchos asuntos que ya están pactados con las Farc puedan ser la base de la negociación con el ELN. “La negociación con las Farc ya está concluyendo, hay temas muy firmes, como todo este sistema de verdad, justicia y reparación que tiene mucha consistencia. Sería muy difícil innovar ahí. Ojalá que en el cese bilateral que está apunto de acordarse también pudiera ser incluido el ELN. Pero son dos procesos muy diferentes”, asegura Celis.
Un año desde que se ratificó la instrucción de negociar
El 7 de enero de 2015 el ELN publicó la declaración política de su V Congreso que se desarrolló en el marco de la conmemoración de los 50 años de la toma de Simacota, su máximo hito fundacional.
Esa declaración, ambientada por la expectativa sobre un “importante anuncio” que generaron varios trinos en las cuentas de Twitter de esa organización un par de semanas antes, pudo no haber tenido los alcances que se esperaban, pero anticipaba, por lo menos, la intención de explorar una salida negociada al conflicto.
“El Gobierno ha planteado su disposición de poner fin al conflicto armado, y para ello ha convocado a la insurgencia. Asistimos a este diálogo para examinar la voluntad real del Gobierno y del Estado colombiano; si en este examen concluimos que no son necesarias las armas, tendríamos la disposición de considerar si dejamos de usarlas”, expresó hace ya un año esa guerrilla.
Desde entonces empezó a hablarse de fechas tentativas, de posibles sedes para los diálogos, de porcentajes de avance en la construcción de la agenda; pero el año terminó sin que se lograra, por fin, iniciar una etapa pública de la negociación.
Gabino dijo en su entrevista de diciembre, no solo que la decisión en ese encuentro fue negociar, sino que creía en que a principios de este año se lograrán superar los asuntos faltantes para poner en marcha la mesa.
De ser cierto que solo restan aspectos operativos, es previsible que tengan que ver con la sede definitiva de los diálogos pues, según ha trascendido, el ELN insiste en que la sede principal sea Caracas, mientras el Gobierno considera que la situación actual de Venezuela no ofrece las garantías necesarias para instalar allí las negociaciones.
En cualquier caso, esas diferencias son menores en contraste con las grandes dificultades que, a juzgar por el tiempo, ha tenido la fase exploratoria y que, seguramente, no se despejarían por completo antes de iniciarse un diálogo público. Entre los retos y así lo reconoció “Gabino”, está la construcción de confianza entre las partes y la dificultad que representa lograrlo en medio del fuego cruzado.
Por la fecha, porque fueron publicadas en un medio del que poco o nada se sabe en Colombia o, quizás, porque se ha especulado tanto con la instalación de una mesa —incluso con fechas que parecían definitivas—, las declaraciones a finales de diciembre de Nicolás Rodríguez Bautista, alias “Gabino”, máximo comandante del ELN, pasaron casi desapercibidas.
Sin embargo, el anuncio del pasado 26 de diciembre no fue menor. El jefe guerrillero dijo en una entrevista para el periódico Gara, un diario del País Vasco, en España, que a la agenda para un diálogo formal con el Gobierno “no le falta ni una coma” y que “el atranque está en cómo concretar asuntos operativos para la fase pública”.
El anuncio cambia radicalmente el panorama y augura el pronto comienzo de las conversaciones entre el Estado y la segunda guerrilla más grande del país. Buena parte de los argumentos que se expusieron durante 2015 para explicar las demoras en el inicio de la etapa formal de esa negociación se atribuían a la dificultad para acordar una agenda de diálogo que, según han expresado personas allegadas al proceso, sería independiente a la que se ha desarrollado con las Farc, aunque recogería avances que se han conseguido en la mesa de La Habana.
Las dificultades que han llevado a que la fase exploratoria cumpla más de dos años no se limitarían solo a los desacuerdos sobre la agenda, asunto que ya está superado de acuerdo con lo afirmado por “Gabino”, ni, como él mismo dijo en su entrevista a Gara, a los temas logísticos que están pendientes.
De acuerdo con una fuente de esa organización, el ELN afronta en la actualidad una discusión interna sobre la forma como un proceso de paz con el Gobierno recogería lo acordado con las Farc, toda vez que, para algunos de sus militantes, lo que se ha logrado en el proceso de La Habana es un sometimiento de la guerrilla sin que, a cambio, se hayan establecido compromisos estatales sobre las transformaciones sociales que, dicen, deben ser el principal resultado de la negociación.
Eso, en otras palabras, significa que para algunos sectores de esa guerrilla, en lugar de ofrecer concesiones a las Farc, el proceso de paz de Cuba se ha quedado corto al no abordar deudas políticas y sociales que, a su juicio, fueron el detonante de los alzamientos armados que dieron origen a esas y otras guerrillas durante el siglo XX.
Esa discusión sería el mayor escollo que aún tendría que superar internamente el ELN antes de que se logren las condiciones para la instalación de una mesa de conversaciones; y es una muestra clara de por qué negociar con esa guerrilla ha sido más difícil que hacerlo con otras organizaciones armadas.
Luis Eduardo Celis, exmilitante del ELN e integrante de la Fundación Paz y Reconciliación, asegura que la unidad de criterio sobre las negociaciones al interior de esa guerrilla sigue siendo una incógnita —una preocupación muy parecida a la que existía al inicio del proceso con las Farc cuando se hablaba de facciones que se oponían a los diálogos—. “En el ELN no hay una formulación política muy ganada sobre la negociación, hay sectores que tienen reticencias”.
Una afirmación que contrasta con lo que, en su entrevista, Gabino aseguró: “Podemos decirle al mundo que la decisión de sentarse a la mesa de diálogos con el Gobierno fue ratificada por consenso hace un año por el V Congreso Nacional, y que un último Pleno de la Dirección Nacional se reafirmó este mandato. Ojalá la clase gobernante tuviera la cohesión que tiene el ELN”.
Hay una valoración política muy diferente a la de las Farc, porque el ELN aspira a grandes transformaciones, a una agenda amplia.
Por otra parte, Celis señala que esa guerrilla tiene una concepción muy diferente a la que tienen las Farc sobre el destino que debe tener una negociación con el Estado. “El ELN piensa que la resistencia armada sigue siendo un camino. Hay una valoración política muy diferente a la de las Farc, porque el ELN aspira a grandes transformaciones, a una agenda amplia y a una lógica de negociación en la que priman los resultados para que, al final de ese proceso, se pueda pensar en la dejación de armas. El Gobierno piensa todo lo contrario: en una agenda acotada, que empiece por la dejación de armas y luego siga la aplicación de los acuerdos”.
Esas diferencias, justamente, son las que dificultarían que, aunque con mesas separadas, muchos asuntos que ya están pactados con las Farc puedan ser la base de la negociación con el ELN. “La negociación con las Farc ya está concluyendo, hay temas muy firmes, como todo este sistema de verdad, justicia y reparación que tiene mucha consistencia. Sería muy difícil innovar ahí. Ojalá que en el cese bilateral que está apunto de acordarse también pudiera ser incluido el ELN. Pero son dos procesos muy diferentes”, asegura Celis.
Un año desde que se ratificó la instrucción de negociar
El 7 de enero de 2015 el ELN publicó la declaración política de su V Congreso que se desarrolló en el marco de la conmemoración de los 50 años de la toma de Simacota, su máximo hito fundacional.
Esa declaración, ambientada por la expectativa sobre un “importante anuncio” que generaron varios trinos en las cuentas de Twitter de esa organización un par de semanas antes, pudo no haber tenido los alcances que se esperaban, pero anticipaba, por lo menos, la intención de explorar una salida negociada al conflicto.
“El Gobierno ha planteado su disposición de poner fin al conflicto armado, y para ello ha convocado a la insurgencia. Asistimos a este diálogo para examinar la voluntad real del Gobierno y del Estado colombiano; si en este examen concluimos que no son necesarias las armas, tendríamos la disposición de considerar si dejamos de usarlas”, expresó hace ya un año esa guerrilla.
Desde entonces empezó a hablarse de fechas tentativas, de posibles sedes para los diálogos, de porcentajes de avance en la construcción de la agenda; pero el año terminó sin que se lograra, por fin, iniciar una etapa pública de la negociación.
Gabino dijo en su entrevista de diciembre, no solo que la decisión en ese encuentro fue negociar, sino que creía en que a principios de este año se lograrán superar los asuntos faltantes para poner en marcha la mesa.
De ser cierto que solo restan aspectos operativos, es previsible que tengan que ver con la sede definitiva de los diálogos pues, según ha trascendido, el ELN insiste en que la sede principal sea Caracas, mientras el Gobierno considera que la situación actual de Venezuela no ofrece las garantías necesarias para instalar allí las negociaciones.
En cualquier caso, esas diferencias son menores en contraste con las grandes dificultades que, a juzgar por el tiempo, ha tenido la fase exploratoria y que, seguramente, no se despejarían por completo antes de iniciarse un diálogo público. Entre los retos y así lo reconoció “Gabino”, está la construcción de confianza entre las partes y la dificultad que representa lograrlo en medio del fuego cruzado.
Vea la respuesta de esa guerrilla: El ELN dice que no tiene reparos con La Habana