¿Por qué debemos marchar por los derechos LGBTIQ en Colombia? | ¡PACIFISTA!
¿Por qué debemos marchar por los derechos LGBTIQ en Colombia? Ilustración por: Juan Ruíz | ¡Pacifista!
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¿Por qué debemos marchar por los derechos LGBTIQ en Colombia?

Colaborador ¡Pacifista! - junio 21, 2019

OPINIÓN | Colombia es un lugar en el que la discriminación a la comunidad LGBTIQ es un capital electoral. Pero también hay un derecho a recordarle al país que la gente puede amarse como elija.

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Por: Emmanuel Vargas Penagos

El 19 de junio, en pleno mes del orgullo LGBTIQ, el partido de la U anunció a Ángela Hernández, política “antigay” y guerrera contra el mito de la “ideología de género”, como su candidata a la gobernación de Santander. El discurso del miedo frente a un amor distinto del que enseñan en la iglesia católica ha servido antes y es probable que algunos de nuestros políticos quieran seguir acudiendo a él. Hay que aprovechar espacios como las marchas de este mes para recordar el riesgo de estigmatizar a los que no son heterosexuales.

El principal peligro de la estigmatización a los que no son heterosexuales es que, en palabras del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), “favorece y legitima el ejercicio de violencias”. Al final, “las huellas de la guerra ante la posibilidad del amor se extienden también a la sociedad y todos sus integrantes” y se crea el ideal de que es normal atacar, golpear, rechazar o silenciar al otro. La historia de miedo y violencia en Colombia es una razón muy fuerte para promover la inclusión.

Este rechazo a la comunidad LGBTIQ es frecuente en las leyes de varios países autoritarios. Esto llega a un extremo de prohibir que la gente pueda siquiera hablar de que la homosexualidad está bien.

Un ejemplo reciente sucedió en Cuba. El 6 de mayo, el gobierno canceló los permisos para la realización de la marcha en contra de la homofobia que se suele hacer en ese país durante el día internacional contra la homofobia, transfobia y bi fobia. A pesar de esto, aproximadamente 200 personas se congregaron pacíficamente el 11 de mayo en la Habana. La respuesta por parte de las autoridades fue la de interrumpir el evento. Cinco activistas LGBTIQ fueron arrestados, al igual que 3 periodistas independientes. La CIDH se pronunció sobre esto el 4 de junio y dijo que estas marchas son importantes “para visibilizar sus derechos, contrarrestar estereotipos y demostrar que forman parte de sus sociedades en miras de generar cambios culturales, inclusión y tolerancia”.

En Rusia se ha llegado al punto de establecer una ley que prohíbe “promover el homosexualismo entre menores” que ha llevado a multar a personas que se atrevieron a decir en frente de una secundaria que “la homosexualidad es normal” y que están orgullosos de ser homosexuales. El caso fue llevado al Tribunal Europeo de Derechos Humanos(TEDH), donde el gobierno ruso se justificó diciendo que la mayoría de la gente en Rusia está en contra del homosexualismo. El Tribunal dijo que esto no es una excusa válida porque los derechos de las minorías no deben depender de que una mayoría los apruebe. Más aún, el TEDH dijo que no existe un derecho a no ser confrontado con ideas opuestas a las propias e, incluso, la posibilidad de que los menores sean expuestos a ideales de diversidad, igualdad y tolerancia solo podría llevar a una mayor cohesión de la sociedad.

Esta ley no ha logrado ningún tipo de protección para los niños, pero sí ha logrado reforzar la discriminación y los ataques contra la población LGBTIQ en Rusia. Esta ley ha llevado incluso a que los menores de edad que son parte de esta comunidad tengan miedo de expresarse o de dar a conocer los abusos de los que suelen ser víctimas.

En Colombia todavía no existen este tipo de restricciones legales. Pero ha habido momentos en los que los violentos, como lo cuenta el CNMH, han amenazado la realización de marchas por la diversidad con palabras como que “ese día van a volar plumas y sangre, que no van a mariquiar más”.

La violencia llega a espacios lejanos al conflicto. El caso de Sergio Urrego es un claro ejemplo. Urrego fue víctima de acoso por parte de directivos de su lugar de estudio y esto contribuyó a que él se suicidara. Sergio encontró miedo y odio en lugar de apoyo y protección por parte de sus profesores.

Hay muchas razones para marchar, manifestarse o hablar sobre sexualidad por fuera de los discursos de miedo u odio: dignificar los derechos de la comunidad LGBTIQ, visibilizar la violencia, mostrar solidaridad o romper con estereotipos. La Corte Constitucional tuvo que estudiar el caso de Urrego después de su muerte para decir algo que suena obvio pero es bueno recordar: “Sólo reconociendo la autonomía e individualidad de las personas, puede hablarse del “respeto a la dignidad humana”.