Por qué las emisoras comunitarias que crea el acuerdo de La Habana pueden ser un fracaso | ¡PACIFISTA!
Por qué las emisoras comunitarias que crea el acuerdo de La Habana pueden ser un fracaso
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Por qué las emisoras comunitarias que crea el acuerdo de La Habana pueden ser un fracaso

María Alejandra Vanegas - febrero 16, 2017

Pese a que solo durarán dos años, ni siquiera se ha definido cómo y dónde van a funcionar.

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“Las emisoras comunitarias son una herramienta indispensable para el fin del conflicto”, afirmó el alto comisionado para la paz Sergio Jaramillo durante el lanzamiento de Radios Comunitarias para la Paz, un evento en el que 40 radialistas comunitarios de distintas regiones de Colombia y más de 250 asistentes se dedicaron a hablar sobre la importancia de este tipo de comunicación y su fortalecimiento en el contexto actual del país.

Jaramillo aseguró que se entregarán más licitaciones con el fin de ampliar el número de 600 emisoras de esa naturaleza en Colombia. Pese a que habló sobre la necesidad de crecimiento de la red de radialistas comunitarios,  el funcionario no se refirió a la ejecución de las 20 radiofrecuencias que, según el Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc, se usarán para hacer pedagogía sobre lo pactado en La Habana.

En el acuerdo se consagró que las 20 emisoras estarán a cargo de la RTVC y el Ministerio de Tecnologías de Información y Comunicación (Min Tic). El documento contempla el plazo de un año tras la firma final para que se hagan las adecuaciones y estudios necesarios, además establece un lapso de dos años para su funcionamiento al aire.

Algunos expertos  cuestionan la aparente falta de voz de la radio comunitaria en esas frecuencias de interés público y también aseguran haber encontrado diversas falencias que podrían terminar en el fracaso de lo pactado sobre esas emisoras. ¡Pacifista! habló con ellos sobre las fallas más urgentes.

Los operadores y la plata

Según Mauricio Beltrán, miembro del Sistema Internacional para la Paz (Sipaz) y fundador de Colombia Multicolor, colectivo encargado de fortalecer procesos de comunicación comunitaria, el acuerdo deja al aire de dónde saldrá y cómo se manejará la plata para la ejecución de los estudios necesarios, los equipos y el sostenimiento de las emisoras.

“Siempre que se han hecho ese tipo de cosas, todo resulta en un gasto de dinero innecesario, quienes ejecutan esas iniciativas normalmente no saben sobre radio y lo que terminan haciendo es quitar recursos a quienes dominan el tema y pueden hacerlo sin despilfarrar”, asegura Beltrán

El experto habla en concreto sobre el Min Tic, pues la experiencia que ha recopilado durante 20 años de trabajo en comunicación comunitaria le dice que ese ente público no es el adecuado para hacerse cargo de las radiofrecuencias.

“Quienes trabajan en MinTic son abogados, ingenieros y demás pero allí nunca ha habido voz para los comunicadores, mucho menos para los radialistas, por eso es que las emisoras que no son de carácter comercial no han sentido ni un mínimo respaldo. Así, ¿Cómo se pretende que esas frecuencias cumplan con su cometido? ”, cuestiona Beltrán.

 

El tiempo no es suficiente

Pese a que RTVC también tiene el control sobre las 20 frecuencias, los tiempos que contempla el Acuerdo de Paz podrían jugar en contra de una buena ejecución de las radioestaciones. John Jairo Ocampo, gerente de esa entidad, asegura que el proceso de los estudios necesarios hasta ahora comienza y no cree que estén listas en un año. “Es posible que debamos solicitar aumento en los plazos para la entrega de las 20 emisoras”, afirma el funcionario.

Pero no se trata solo del tiempo de construcción de las emisoras, también el corto lapso que tendrán para operar. Guillermo Patiño,  exdirector de la emisora comunitaria Radio Semillas de Boyacá, advierte que el proceso de consolidación de una radiofrecuencia puede tardar mucho más de dos años.

“Normalmente pueden ser hasta seis años para que una emisora sin fines comerciales despegue, inicialmente por el corto alcance que se les concede, adicional a esto, los que están detrás de las frecuencias deben pensar en las necesidades que tienen las comunidades donde van a operar, eso no se hace de la noche a la mañana”, afirma el radialista.

La participación de las comunidades

Patiño menciona a las comunidades, pues parece que los delegados del Gobierno y las Farc están definiendo el futuro de esas frecuencias a puerta cerrada y sin contar con el apoyo e intervención de las víctimas de la violencia. La solución a este problema, según los expertos, sería hacer uso de las redes de emisoras comunitarias durante el proceso porque éstas ya tienen terreno abonado desde hace dos décadas.

Fernando Tibaduiza, director de la Red de Emisoras Comunitarias de Santander (Resander) asegura que, desde Radios Comunitarias para la Paz, se incentivarán las mejores propuestas en comunicación radiofónica para el posconflicto con el dinero y personal técnico, entonces, tras ese panorama esperanzador, Patiño y Beltrán coinciden: el trabajo de esas 20 frecuencias no estará completo sin una integración de las emisoras comunitarias.

La seguridad de los periodistas comunitarios

El último problema que mencionan los expertos tiene que ver con el personal que trabajará desde las zonas establecidas para el funcionamiento de las frecuencias. Mauricio Beltrán afirma que el punto dos del acuerdo tampoco ofrece garantías de seguridad para ellos y advierte sobre la posibilidad de que, como ha sucedido históricamente, los nombres de quienes se involucren con esas emisoras resulten engrosando la lista de más de ocho millones de víctimas del conflicto armado.

Claves para evitar el fracaso

No hay formulas mágicas para el éxito de esas 20 frecuencias, los expertos lo saben, pero también reconocen que hay formas de evitar los tambaleos de este punto del acuerdo. Lo primero que contemplan tanto Patiño como Beltrán es la ampliación de los plazos de operación para las emisoras. “Con dos años, sólo se podría establecer una ruta en cada emisora, yo propongo que se estudie su funcionamiento durante cinco años como mínimo”, recomienda Beltrán.

En cuanto a los recursos, Patiño pide transparencia y organización al Gobierno, además, insiste en que se contemple una unión de esfuerzos entre los operadores de esas emisoras públicas y las redes de comunicación comunitaria  existentes dentro de las zonas más afectadas por el conflicto, pues ambas tienen un objetivo en común; la construcción de tejido social.

Esa construcción necesaria de un hilo entre la sociedad no puede concebirse sin la participación ciudadana, así lo explica Beltrán, pues, según él, no es cuestión de que el Gobierno o las Farc enseñen sobre construcción de paz, esa también es tarea de la sociedad civil, entonces, hay que seguir dándole el micrófono a la gente. El experto sabe que una frecuencia pública y un emisora comunitaria son cosas diferentes, sin embargo y en el contexto actual de Colombia, la meta debe ser la misma.

Dentro del acceso que debería tener la población civil a esas 20 frecuencias, es necesario que exista una independencia de contenidos. Esto lo aseguró Marina Garcés, ministra de cultura durante el lanzamiento de Radios Comunitarias para la Paz. Patiño concuerda con Garcés, pues agrega que la programación de esos espacios radiofónicos debe construirse como un trabajo conjunto entre los habitantes de cada zona y los delegados del Gobierno y las Farc.

Los expertos están de acuerdo; la seguridad de los líderes y periodistas que ejercerán en esas frecuencias debe ser una prioridad. Sergio Jaramillo opinó frente a este tema que no basta con que las Farc abandonen las armas y aseguró que el compromiso está en garantizar esa seguridad a como de lugar.

Fernando Tibaduiza plantea el cooperativismo como solución. Si dentro de estas emisoras se le abre un espacio contundente a la comunidad, ella misma no permitirá que se vulneren los derechos de quienes ejecutarán labores de comunicación en esos territorios.

Beltrán no se cansa de pedir un refuerzo urgente a la seguridad. “Esta firma del acuerdo es la última oportunidad que tiene el país para vivir en paz y para garantizar el libre ejercicio de nuestras labores, si no ejecutamos bien el acuerdo, lo más posible es que Colombia viva una guerra aun más dura y que, de todos los líderes comunitarios ya no quede ni uno solo”, concluye.