La Cátedra para la Paz y el Centro de Memoria Histórica pusieron en escena este crimen atroz sucedido en La Guajira en 2004.
¿Qué tanto sabe de la masacre de Bahía Portete? Los estudiantes de décimo grado del colegio La Giralda, en Las Cruces, conocen esta historia a fondo. Saben que en 2004 las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), al mando de Jorge 40, atentaron contra la comunidad wayúu, mataron a varias mujeres líderes, profanaron los cementerios y causaron su desplazamiento hacia Venezuela.
Como parte de una cooperación entre el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y la Alianza Educativa, algunos de los estudiantes de este barrio, conocido por sus problemas de inseguridad y por el microtráfico, estudiaron las masacres de El Salado (2000) y Bahía Portete en un intento por reconocerse en el otro y construir memoria.
“Esperamos que esa construcción de memoria les permita no solo entender lo que sucede en Colombia, sino también en su contexto para que puedan tomar decisiones en favor de la paz”, dice Serafín Ordóñez, rector del colegio.
Para la profesora Carolina Cortés, “la clave del éxito de este proyecto fue la transversalidad”, pues diferentes maestros de áreas como Historia, Filosofía, Ética y Artes se pusieron de acuerdo para que cada uno, desde sus clases, les dieran a los estudiantes los conceptos y los métodos para encaminar sus ideas a un proyecto artístico.
El proceso llevó a una muestra de arte, inaugurada el jueves 9 de noviembre, a la que ¡Pacifista! fue invitado.
Una red de estudiantes para el posconflicto
Luego de haber investigado sobre las masacres y de compartir sus experiencias con otros estudiantes de diferentes colegios, Cristian Espinosa y Neyder Gómez, dos estudiantes de once grado de La Giralda, tuvieron la idea de crear una red de estudiantes para la paz. En un principio, su objetivo era intercambiar pensamientos sobre lo sucedido en El Salado.
Con el apoyo del CNMH, la red de estudiantes, que hoy conforman siete personas, decidió enfocarse más bien en aportar soluciones para la paz. “La historia es muy cruda, no está la parte de los sentimientos”, dice Neyder, quien también me explica que la idea es tener un contacto más frecuente con las víctimas del conflicto en Colombia y conocer sus historias.
“Vivimos en un país prejuicioso al que le hace falta perdonar”, me asegura Cristian. Él sueña con que en un futuro cada localidad tenga una red de estudiantes, no solo de colegios sino también de universidades, que aporten sus ideas para el posconflicto.
—“Decidimos hacer la red de estudiantes porque pensamos que desde ahí debe partir todo, desde los jóvenes”.
—“¿Entonces crees que la paz es posible en Colombia?”—, le pregunto.
—“Sí es posible, solo hay que creerse el cuento y tener las ganas”.