Jeniffer Mella es una de las ocho personas LGBT electas para conformar la Convención Constitucional y sepultar para siempre la Constitución de Pinochet.
Este perfil hace parte del especial El orgullo es político: historias de diversidad y cambio en América Latina, publicado en alianza entre Dejusticia y Pacifista!. Visita el especial aquí.
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Por Marcela Madrid Vergara*
Feminista, abogada, agricultora, lesbiana. Así se define una de las mujeres que redactará la nueva Constitución Política de Chile. El pasado 17 de mayo, Día Internacional contra la Homofobia, Jeniffer Mella celebró su triunfo al convertirse en una de las ocho personas LGBT en conformar la Convención Constituyente a cargo de esta tarea. Con la elección popular de este grupo diverso de 155 personas, paritario (mitad hombres-mitad mujeres) y de partidos independientes quedará por fin sepultada la Constitución heredada de la dictadura.
Desde que inició su campaña como candidata por la región de Coquimbo, al norte del país, Jeniffer incluyó su orientación sexual en lo que llama “mi paquete como persona”. Presentarse como lesbiana, con una hija de 19 años y una pareja, le permitió hacer una campaña que se concentrara en sus propuestas y le facilitó poner freno a cualquier intento de ataque homofóbico. “Una está dispuesta a dar ese choque porque en el fondo tiene resuelto el tema. De ahí en adelante, la vida es mucho más llevadera”, dice.
Un modelo alternativo
La agenda de Jeniffer reunió demandas de todos los sectores que representa. Como feminista y ante el desgaste de un modelo económico donde rige el mercado, promoverá una Constitución que “reconozca los trabajos de cuidado, que son la base del resto de trabajo productivo del país”. Además, cree en la necesidad de que el Estado garantice la educación gratuita y la salud de calidad, servicios que aún son precarios en zonas rurales como la que ella habita.
Como representante de una región periférica, impulsará la redistribución del poder más allá de Santiago: “Tenemos un régimen hiper presidencialista, donde las regiones y provincias quedamos a la deriva, muy abandonadas a manos de privados”, asegura.
Este superpoder de los privados ha causado uno de los principales problemas que vive Coquimbo: la sequía. Es que incluso el agua es concebida como un bien económico en Chile, lo que ha llevado a que regiones como esta se estén secando por cuenta de los monocultivos, la minería y la construcción de viviendas donde antes había pequeña agricultura. Bajo el lema “no es sequía, es saqueo”, Jeniffer ha liderado la defensa del agua como un bien nacional de uso público.
Luego de 17 años de activismo, llevará a la Convención Constituyente las demandas de la diversidad sexual: “No vamos a inventar la rueda para los derechos LGBT, vamos a recoger la lucha histórica que ha costado mucho y que tiene en Chile muchos crímenes de odio”. Además, promoverá que la paridad de género trascienda la Convención Constituyente y se convierta en regla para todas las instituciones del Estado.
De la calle a las urnas
Todas esas propuestas responden a los reclamos de los chilenos y chilenas que salieron masivamente a las calles en 2019 a exigir cambios estructurales para un país profundamente desigual. Una movilización que empezó con estudiantes de Santiago saltando los torniquetes del metro para protestar por el aumento del pasaje y terminó en un estallido nacional.
Increpada por esa juventud que gritaba “no son 30 pesos, son 30 años”, Jeniffer se unió a las protestas desde su ciudad, Ovalle. Ahí se repitió el patrón que se vio por todo el país: “una gran ciudadanía demandando dignidad, cambios profundos y una participación distinta, versus un establishment que no estaba dispuesto a ceder nada, actuando por la fuerza y aplicando medidas represivas contra su propio pueblo”.
Como ciudadana ella reclamó derechos y como abogada estuvo al pie de las comisarías garantizando, junto con otros defensores, que la Policía respetara los derechos de los detenidos.
Chile vivió meses de movilización, represión y más movilización. Las imágenes de la Plaza de la Dignidad en Santiago recorrieron el mundo, pero ese ciclo no fue ajeno a Coquimbo. Ahí, después del plebiscito donde el pueblo chileno votó por cambiar la Constitución, los colectivos sociales promovieron asambleas populares en las calles y plazas “porque creíamos que era necesario acompañar esta discusión pero ya no marchando, necesitábamos sentarnos a conversar sobre qué era lo que queríamos”.
Así, desde la calle, nacieron candidaturas independientes y autogestionadas como la de Jeniffer. Candidaturas que tenían muy pocas posibilidades de ganar unas elecciones compitiendo con la maquinaria de los partidos tradicionales. Pero el deseo de cambio era tan fuerte que los independientes se quedaron con casi un tercio de los puestos y desde el 4 de julio tendrán la misión de volcar el clamor popular a la nueva carta política.
¿Cómo lograrán Jeniffer y los otros siete constituyentes LGBT transformar sus demandas en normas constitucionales? “En la medida en que seamos capaces de articularnos con otras fuerzas, especialmente el grupo de constituyentes feministas y el grupo de fuerzas progresistas que han llegado de manera sorpresiva a conformar esta Convención”.
*Periodista en Dejusticia